Capítulo 3.

215 22 2
                                    

Bajé de un salto de la cama, y fui a buscar el libro que en un ataque de rabia había tirado por los aires.

Encendí la pequeña luz de mi escritorio, me acomodé en la silla y salté por las páginas hasta la primera pregunta.

¿Color de ojos preferible?

Verde, escribí. Siempre me había encantado el verde como color de ojos. Pasé página y me apresuré a leer la segunda pregunta. 

¿Color de pelo preferible?

Me lo pensé por unos instantes y finalmente lo escribí. Chocolate. Seguí el molesto formulario.

¿Altura?

No sé, más alto que yo, escribí. Era gracioso. En octavo había salido con un chico más bajito que yo y fue demasiado vergonzoso porque al darme un beso necesitaba un taburete. En fin, mejor olvidarlo.

¿Qué no te gusta en un chico?

Empecé a pensar muy profundamente, aún que ¿para qué? si solo era un tontuno cuestionario... Que no fuera arrogante, supongo. Tampoco que fuera tímido.

¿Color favorito?

 Verde pistacho. No me lo pensé ni dos veces. Había sido mi color favorito des del jardín de infancia. En julio decidí pintar todas las paredes de mi habitación de color verde pistacho. A mamá les costó acostumbrarse, pero fue solo cuestión de tiempo.

¿Número de la suerte?

Todos los pares me daban buenas vibraciones, así que lo escribí deprisa como un garabato.

Pasé página, pero para mi sorpresa en esa no había ninguna pregunta. Fui pasando para chequear las demás, pero nada, se habían quedado todas en blanco. Empecé a cuestionar mi locura, ya que esa misma tarde todas habían estado escritas y ahora no había ni rastro del resto de preguntas. Fue algo muy raro, y no entendía que estaba pasando. Cerré el libro y ya más tranquila intenté irme a dormir, alcanzando la fase REM en pocos minutos.

___________________________________________________________________

Desperté a las diez de la mañana. El libro seguía donde lo había dejado anoche y seguía teniendo el resto de páginas en blanco. 

Bajé a desayunar a la cocina otra vez sola. Mamá ya hacía dos horas que estaba en el trabajo. Este año no había tenido vacaciones de verano, aún que lo prefería así, porque eso haría que no pensara en papá. 

Cuando terminé, recogí todas las cosas de la cocina, cogí unas llaves y me fui a la cabañan del árbol.

Subí las escaleritas que llevaban a la parte de arriba y me quedé de pié en el umbral. Ed estaba allí, y al parecer se había quedado dormido. Sigilosamente me acerqué y cuando estuve bien cerca de su oído le grité bien fu¡erte.

-¡ABEJAAAAAAAA!

Se levantó de un salto.

-¡¡¡¿¿DÓNDEEEE??!!! ¡¡¿¿DÓNDEEEE??!! - Su cara de susto era para enmarcarla. Empecé a reír como una loca.- Muy graciosa Maya. -Puso cara de estar aburrido.

-Admítelo, ha sido muy gracioso. -Dije yo riéndome aún.

-No, para nada. Casi muero de un infarto.-Sus ojos azules estaban aún muy abiertos del susto.

-Venga ya está Ed, no pasa nada, no hay ninguna abeja - le dije igual que si fuera un niño pequeño abrazándole y dándole toques en la espalda.

-Tienes ganas de guerra hoy ¿eh Maya? -Me miró con cara pervertida. Eso no me gustaba para nada.

-Oh no. Nononononono. No. - no me dio tiempo a terminar la frase, que Ed ya me estaba cargando a sus hombros y me tiró a la hamaca más cercana y me empezó a hacer cosquillas.

Not Like In Books.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora