Capítulo 7.

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La lluvia de Otoño se estampaba contra el cristal, y tras su transparencia podía observar como las hojas iban cayendo una a una y se amontonaban encima de la hierba del jardín. 

Ya hacía dos semanas del encontronazo con aquel chico tan misterioso y de su huída sin rastro. Yo había seguido con mi rutina del instituto, aunque solo él rondaba por los rincones de mi mente. No entendía nada. Fueron sus ojos que me dieron la pista de que quizás no lo volvería a ver, más que nada porque pensé que todo estaba en mi cabeza y todo eso me hacía dudar de su existencia. Sus ojos, más vivos y verdes que los propios bosques. No dejaba de pensar en ellos y en su forma de mirarme. Y se esfumó. Ni una palabra, tan solo su aliento contra mi piel, y un sentimiento de nostalgia. ¿Nostalgia a qué? No lo sabía exactamente, pero pensaba descubrirlo. 

Tan pronto como mis pensamientos desalojaron mi cabeza, Kat llamó a la puerta principal. Para aquel entonces yo ya estaba más que lista para otro día más. Hacía noches que no dormía y Kat vse había percatado por la graciosa aparición de ojeras escandalosamente oscuras debajo de mis ojos. Nada podía hacerme conciliar el sueño, ni siquiera los somníferos más fuertes que guardaba mamá en el segundo cajón de su mesita de noche. Nada. 

Andamos por la acera, yo en todas partes menos en el presente, ellos entre risas y besos. En un ligero abrir y cerrar de ojos ya estábamos en el camino de entrada al instituto y yo estaba demasiado inconsciente para darme cuenta. 

-Kat, seguid vosotros, yo me quedo aquí unos minutos. -le susurré. 

-De acuerdo -me contestó levemente preocupada- No dudes en mandarme un mensaje si tienes algún problema. - y desapareció entre la multitud y los pasillos del instituto. 

Me quedé sola. Todo el mundo había entrado ya, pero yo me quedé allí, clavada, como si el tiempo se hubiera parado y solo existiera yo en aquel clima terrible de principios de Otoño. Cerré los ojos, y levante la cabeza. Las minúsculas gotitas de agua acariciaban mi rostro y para mi sorpresa eran cálidas. Sonreí como una tonta a tal sensación agradable y supongo que a causa de mi falta de sueño, que también me estaba dejando un poco limitada. 

-Maya, ¿estás bien? -una voz detrás mío me sobresaltó. Me giré. Era Allie. Genial. No tenía pinta el día de ser un asco que tenía que soportarlo ya a horas tempranas de la mañana. 

-Sí, genial. -le contesté sin mirarle. Dejó de caminar justo cuando me había adelantado 4 pasos, y se quedó quieto, muy quieto. Levanté la mirada y sus ojos me helaron como una tormenta de nieve en pleno enero.

-¿Qué te he hecho? -preguntó.

-¿Qué? - le dije incrédula.

-Que me digas qué es exactamente lo que te hace actuar así conmigo, vamos. -sus palabras me dolieron. Sí, las palabras de alguien que siquiera me importaba me acaban de doler como cuchillas afiladas. Yo no era así, pero es que Allie me hacía actuar de esa forma.

-Nada. No me has hecho nada.

-Entonces ¿Cual es el problema? - preguntó.- Me preocupo por tí, intento ser tu amigo y siempre la fastidias con contestaciones groseras o simplemente me ignoras. -Rodó sus ojos. Parecía que realmente estuviera dolido, pero no me lo iba a tragar. Entonces, hice lo que acababa de decir: lo ignoré y seguí mi camino a la primera clase. Solo había conseguido amargarme más el día.

Literatura Universal fue un muermo, como normalmente, pero a diferencia de otros días Allie no me había dado el coñazo durante toda la clase. Eso es que estaba enfadado en serio. Pero me daba igual. Tampoco era mi amigo. 

Kat y Ed no se quedaban a comer, tenían una salida opcional de Botánica, así que me tocaría comer sola. 

Me alejé de la multitud y me fui a la última mesa de la cantina, al menos allí nadie me molestaría. Saqué el sándwich que me había preparado esa misma mañana, y lo dejé encima la mesa sin ganas de comérmelo. Perfecto, a parte de perder el sueño ¿también iba a perder el hambre? 

-Deberías comértelo. -alguien justamente delante mío había hablado. Había estado tan sumergida en mis pensamientos que ni me había dado cuenta de que ahora había alguien sentado delante mío comiendo. Hice ademán de levantarme para alejarme de cualquier persona, quería estar sola, pero algo hizo que me quedara. Un olor ya conocido para mí inundó mi nariz. Me llevó unos minutos atar cabos sueltos. Sabía perfectamente de qué lo conocía, y la idea de que fuera él me paralizó durante un instante. Su voz había sonado demasiado harmónica entre aquel murmullo natural de la cantina del instituto. Se me puso la piel de gallina. Quizás lo mío ya era obsesión. No tuve el valor de levantar la vista, me aterraba. ¿Y si no era él? ¿Y si mi imaginación me estaba jugando una mala pasada? Podría ser perfectamente el sueño que arrastraba de todas aquellas noches sin dormir. Una fugaz imagen de sus ojos color pistacho pasó por mi cabeza y me paralizó aún más. Mi héroe. ¿sería él de verdad? Y si lo era ¿Qué pretendía decirle? 

-Eh Maya ¿Qué te ocurre? Estos días estas en todas partes menos en la tierra. -la voz de Kat interrumpió mi batalla mental. Ya no quedaba nadie en la cantina, se había terminado la hora de comer. Miré en dirección a la mesa donde antes había estado mi insomnio, pero ya no quedaba ni rastro de él. De nuevo había desaparecido. Lo que más me molestaba es que había tenido la oportunidad de poder darle las gracias por lo del otro día, pero mi cabeza me la había jugado esta vez. 

-No habrás visto un chico así con unos ojos grandes y de un color verde muy intenso ¿verdad? - le pregunté a Kat, deseando que me dijera que sí.

-Maya ¿ya vuelves a estar con la historia del chico ese que supuestamente te salvó? Olvídate, no va a aparecer. Si no lo habría hecho ya. ¿No será esta la causa de que te estés comportando de esta forma? 

-No no, claro que no. Olvídalo. - le regalé una sonrisa. 

-Vamos Maya o llegaremos tarde a la siguiente clase. -me cogió del brazo y me arrastró a la salida de la cantina. 

Esa tarde se compuso de apuntes y más pensamientos extraños sobre el chico "invisible". Había desaprovechado una segunda oportunidad y dudaba que hubiera una tercera. Aunque también dicen que a la tercera va la vencida ¿no? 

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LO SIENTO MUCHÍSIMO! He estado de exámenes y más historias y no he tenido tiempo de escribir nada de nada. Esto estaba super abandonado. En fin, que ahora que ya estoy definitivamente de vacaciones intentaré subir capítulos jeje. Espero que no os hayáis olvidado de mi existencia y tal porque si no lloro :((((

Not Like In Books.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora