Parte Uno

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Estaba mirándose en el espejo de la gran habitación. En dos días sería una mujer casada...

Casada...

La sola palabra hacía que sus nervios se pusieran de punta... Un para siempre era demasiado compromiso... Y no había podido decirle que no, a él no. Un hombre tan dulce como él que había sido tan atento con ella y le había ayudado cuando más le había necesitado. Había sido su apoyo, y al final de todo no solo el suyo, sino el de su familia; que cercana a caer en la bancarrota, se salvó por la intervención de Nathan en la pequeña empresa de su padre. Le debía mucho, y aunque no le amaba, quizás el tiempo haría que le tomará un cariño especial y suficiente para estar con él toda su vida.

Y es que ni siquiera el día de la propuesta pudo hablar, solo aceptó moviendo la cabeza... Cuando estaba nerviosa sólo movía la cabeza. Pero para Nathan había sido más que suficiente.

-Te prometo que no te arrepentirás Eva, te haré la mujer más feliz del mundo. Seré un buen esposo, un buen padre para nuestros hijos. Tendrás todo lo que quieras. -Se levantó del suelo donde estaba apoyado en una rodilla, tal cual lo haría un caballero, tal cual como lo desearía una dama. -Dios, estoy tan feliz. -La estrechó contra su pecho magro y besó su cabeza. -Te amo tanto...

Suspiró por décima vez en la noche, y cualquiera que la vería diría que es por los nervios de la boda y porque no puede esperar. Sus suspiros eran por nervios, de su nueva vida, de esa farsa que amenazaba con desangrarla y la hacía sentir una mala persona. Su padre se lo había advertido. Su familia la llevó hasta el límite para convencerla de que Nathan era el hombre para ella.

-Te has sacado la lotería, Eva. Tu prometido no sólo es buen mozo, caballero y adinerado. Además, te ama, ¿qué más puedes pedir? -preguntó su hermana Charlotte. -Yo me casé con un bueno para nada... Y mírame, divorciada, por segunda vez y con menos de treinta años... Tienes que saber aprovecharlo ¿eh?

Las memorias retumbaron en su cabeza. Eva sólo había afirmado con un ligero movimiento de cabeza, ya que si hablaba sentía que las palabras no iban a ser suficientes para encubrir que ella no amaba a Nathan, que no quería casarse con él por más maravilloso que fuera, porque no sentía chispa ni emoción con la idea, porque había aceptado al verse acorralada...

Sintió como alguien golpeaba en la puerta del cuarto de hotel en el mítico Dublín donde todos se estaban hospedando para llevar acabo su lujoso matrimonio. Las finanzas de "papi" ya estaban lo bastante fuertes como para darle a su hija una boda por todo lo alto, y más si era con su cuasi-hijo, el hombre perfecto para su nena. Arrastró los pies de mala gana hasta la puerta.

-Ya voy. -Farfulló al ver que la tocaban con insistencia.

Al abrirla se quedó dónde estaba, y por poco olvida como se respiraba. Una sonrisa iluminó la cara de su visitante.

- ¿No me dejarás pasar? Mira que alguien puede vernos y...

-Pensé que no te vería de nuevo hasta la mañana y....- Logró articular y al final el hombre se adentró en su habitación. -No, ¿qué haces? Tienes que irte alguien puede pasar por mi habitación y ¿qué pensarán? Vete por favor. -Habló susurrando, pero lo suficientemente fuerte para que él entendiera la advertencia.

- ¿Que importa lo que piensen, amor? Por mí que digan lo que quieran, me tienen sin cuidado. Ya nada me importa. -Eva se mordió un labio.

-No, veté. Ya nos veremos mañana. Ahora no, mi madre puede pasar en cualquier momento a desearme las buenas noche y....- Él puso su dedo sobre su boca.

-Shhh, deja de buscar excusas porque no me iré así lo ruegues. -Eva trató de replicar, pero él fue más ágil y la calló con un beso. - ¿De verdad crees poder esperar hasta mañana? Yo no lo creo. -Y sin siquiera poder responder volvió a besarla.

Se separó de ella sólo para cerrar la puerta y echar el seguro. Eva sabía que no tenía ya nada que hacer.

-Estás loco. -Dijo meneando la cabeza y frotándose la sien. - ¿De veras no podías esperar hasta mañana? Digo faltan unas cuantas horas y...

- ¿Tú crees que mi cuerpo entiende eso? ¿Qué entiende de razones? No aguantaba más sin verte. -Capturó su boca apasionadamente asaltándola con su lengua. Sus piernas se volvieron gelatina. Era un gran besador definitivamente. La abrazó contra si desde la cintura- Sin tocarte. -Continuó. -Sin hacerte mía...

-Oh, Dios, en verdad estás loco.

-Loco por ti, mi amor. -Sonrió sinceramente y ella se llenó de ilusión... Podría con esto.

Atrapando al Padrino (EPDLB I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora