CAPÍTULO 1

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Antecedentes del Ojo del Sol

Un viejo mercader que venía del lejano Egipto visitó al rey moro de Valencia para ofrecerle una joya maravillosa tan grande como jamás habían visto los ojos del monarca. La joya era amarilla y grande, del tamaño del puño de un guerrero, joya que por supuesto, decidió poner en el centro de su corona. El mercader obvió contarle la leyenda que pesaba sobre tan preciosa joya.

Años después, el rey murió en una batalla a manos de un joven guerrero, murió decapitado, ese día perdió no solo su cabeza, sino también su preciada corona y su amado diamante, muchos de sus súbditos atribuyeron la caída de su rey y de toda su casa a la famosa joya.

El joven que fue galardonado con la joya que estaba en la corona. En un momento de locura, partió el diamante en dos partes, una se quedó con él y la otra se perdió para siempre. Con aquel acto había desatado la furia de Ra, cayendo sobre él y sobre cualquiera que osara poseerlo, una gran maldición que perduraría por siglos.

Actualidad

A la pequeña casa de los Salvert, allá cerca de la zona industrial de la ciudad, entraban y salían personas desde muy temprano. Cristina, la hermana de la señora de la casa, era la encargada de verificar que todo estuviera en orden y al gusto de su hermana Marissa.

Cuando Marissa llegó del trabajo con una caja de pastelillos para comerse con su hermana menor, la música ya estaba lista, las mesas del pequeño jardín organizadas, las flores distribuidas, el postre hecho, la comida preparada y lista para servir —debían dar gracias que Marissa no había querido cocinar, y por ende, la comida no se había quemado como en años anteriores —, y la caja con licores estaba siendo entregada. En resumidas cuentas, solo faltaba que fuera la hora y llegaran los invitados y estuvieran preparados los festejados.

Después de darle una última revisión a todo, Cristina se fue a su casa para alistarse y Marissa subió para arreglar su sorpresa. Metió su regalo en una caja verde de cartón y la escondió muy bien bajo la cama. Sacó del clóset el hermoso vestido coral que su esposo Raúl le había regalado para la fiesta de esa noche.

Estaba nerviosa, no, nervios era una palabra que quedaba corta para su estado. Nervios son los que te dan ante de un examen, o en una entrevista de trabajo. Su estado era distinto, era una mezcla de felicidad y expectación por la noticia, miedo a que algo saliera mal, y nervios, los mismos nervios que sentía siempre antes de ver a su esposo, como cuando eran novios.

Decir que estaba lista, era mentir, y ella lo sabía, pero ese día era especial. Cumplían tres años de matrimonio y cinco de relación como pareja, cinco años en los que ambos habían aprendido a quererse, respetarse y perdonarse sus errores. Todo eso era pasado y no importaba, ya no más.

Entrada la noche, Raúl llegó y los invitados también, era hora, la fiesta por fin iba a empezar.

Las felicitaciones por parte de los invitados no tardaron en llegar, familia y amigos reunidos para celebrar un año más de matrimonio de los señores Salvert.

—¿Me concede esta pieza señora Salvert? —le preguntó un sonriente y seductor Raúl a su esposa

—Por supuesto que sí señor Salvert. —aceptó dándole la mano y encaminándose a la improvisada pista de su jardín

—Está usted hermosa.

—Y usted luce tan apuesto como siempre, me pregunto, ¿su esposa es celosa? Es que cualquiera querría robárselo, ella es muy afortunada.

—No es celosa, al menos, no que yo sepa. Ella sabe que no tiene competencia, es perfecta. Pero sí, es muy afortunada de tenerme. —rió por lo bajo mientras la veía a los ojos y acariciaba su espalda baja

¡Maldito amor! Historias de amor y maldición. (AG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora