CAPÍTULO 1

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—¡Bendita Maldición!— exclamó Celeste mientras los ojos curiosos de los estudiantes de la UMY se amotinaban a su alrededor a observar los regalos aglomerados en a su casillero, de parte de sus recientemente adquiridos pretendientes.

¿Porque unos sencillos regalos llamaban tanto la atención de todos? Bastante simple, pocas veces en UMY se miraba algo parecido, se podía decir que era algo sin precedentes, más aun si la receptora de tales atenciones era la tímida Celeste Montenegro y los hombres que brindaban la atención eran tres de los solteros más cotizados de la universidad.

Celeste siempre se sintió ignorada por la población masculina, cuando estaba en secundaria jamás supo lo que era tener una cita o algo parecido, la única razón por la que los chicos le hablaban era quizá, para preguntar sobre la tarea o el próximo proyecto.

En la universidad las cosas no cambiaron demasiado, no es que Celeste fuese desagradable, incluso podía catalogarse como bonita, aunque no despampanante hermosa. Conforme el tiempo avanzaba las cosas se ponían peor para la castaña, pues a diferencia de cuando estaba en la secundaria, ahora la atracción por cuatro caballeros en específico la llevo a crear su "lista de imposibles".

A la cabeza iba Marcus Lerman, capitán del equipo de natación, atlético, alto de metro ochenta, cabello rubio y además uno de los más populares en el campus. Él quizá era el que le sabía más imposible.

Segundo estaba Drake Polk, compartieron clases de filosofía un semestre, pero jamás hablaron a pesar que siempre estaba sentado a su lado. Su estiló de motociclista renegado con su chaqueta de cuero, botas negras y pantalones gastados, atraían a más de una y Celeste no fue la excepción.

Tercero Nicolas Martin, trabajaba en la biblioteca de la universidad y ahí fue donde la flechó cupido. De hermosos hoyuelos, mirada azul profundo, cabello rizado de la manera más adorable que se pueda imaginar, tan amable que incluso parece irreal y una de las razones por las cuales la castaña amaba estudiar en la biblioteca.

Cuarto, Diego Benavidez, este es el más reciente de sus amores platónicos, compartían Física Elemental, incluso era su pareja asignada para las tareas, pero nunca, se reunía a hacer un trabajo con ella, siempre lo dividían por correo electrónico, al inició ella intentaba hablarle, pero luego comprendió que solo era parte de la lista de imposibles.

—¡¿Nunca han visto flores, chocolates y peluches?!— gritó su amiga ahuyentando al grupo de curiosos que murmuraban creando un sonido parecido al de cien abejas zumbando a su alrededor.

"Pensé que Polk tenía buenos gustos"

"Debe ser una broma de mal gusto ¿Cómo es posible que Marcus le deje regalos a ella?"

"Nicolas no se fijaría en ella, es una embustera"

—Gracias— agradeció a la rubia que la miraba con una ceja alzada detrás de sus gruesas gafas.

—Esto debe parar— la regañó Lucia ahora también cruzándose de brazos y arrugando la nariz como cada vez que estaba molesta, cosa que era muy a menudo, tenía la teoría que era una anciana vestida de adolescente.

—Es lo mejor que me ha pasado— la contradijo observando casi con adoración el pequeño frasco que con la palabra "Heros" en su etiqueta.

Su padre le obsequió el delicioso perfume para su cumpleaños número diecinueve, sin tener idea sobre maldición que según la vendedora poseía el regalo antes mencionado. Madame Bur le advirtió sobre los peligros al mismísimo momento que ingreso en su tienda favorita bañada en su nuevo perfume.

¡Maldito amor! Historias de amor y maldición. (AG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora