CAPÍTULO 2

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 Era domingo y el cumpleaños de Marissa, como pasaba últimamente, Raúl lo había olvidado. Conforme pasaban los días, tenía cada vez más trabajo y menos tiempo. De no ser por una llamada de su cuñada Cristina que lo había despertado muy temprano, no lo habría recordado hasta que estuviera durmiendo en el jardín esa misma noche y las venideras, y para colmo no tenía regalo o una reservación en ningún lugar para llevar a su esposa a comer.

—¡RAÚL! —se escuchó un grito desgarrador desde el jardín

Raúl salió corriendo de su despacho al jardín, ¿sería posible que Nora ya estuviera por nacer?

Cuando llegó, Marissa estaba tirada en el suelo, llorando y gritando con Fifi en brazos.

—¡RAUUUL! Ven por favor. —lanzó un grito ahogado —¡RAÚUUL!

—Marissa ¿qué pasa?

—Raúl, Fifí está muerto, él... —susurró con la voz entrecortada —, él... Yo... Y después...

—Ya mi amor, todo va a estar bien —vamos, por favor.

Raúl la hizo soltar el cuerpo sin vida de Fifi y la abrazó con fuerza. La cargó hasta la habitación y se quedó con ella mientras lloraba, nunca la había visto así de mal. Cuando logró que se quedara dormida, bajó de nuevo al jardín y fue a examinar el cadáver de Fifi. Sí, estaba muerto.


Llamó al veterinario, él le dijo que el perro había comido veneno para ratas en grandes cantidades. ¿Cómo le decía a su esposa eso? Necesitaba ayuda, no podía dejarla sola. Llamó a su salvadora:

—Hola Cristina.
—Cuñadito, que sorpresa.
—No tengo mucho tiempo, quiero pedirte un favor, ¿puedes?
—Claro, ya se me hacía raro que este año no necesitaras ayuda para el regalo de cumpleaños de mi hermana.

—No es eso, surgió algo.

—¿Mi hermana? ¿Ella está bien? ¿Nora? —preguntó muy preocupada

—No exactamente, verás... Fifi murió, y tu hermana se puso muy mal. Además, me da miedo dejarla sola, Fifi fue envenenado.

—¿Envenenado? —preguntó incrédula y preocupada — ¡Ay Dios mío! Esto tiene que ser un chiste, una mala broma.

—Qué más quisiera yo, pero no es así. El veterinario me lo acaba de confirmar. Cristina, por favor, ven, tengo que trabajar y no quiero dejarla sola.

—No te preocupes, mañana mismo estaré allí y no la pienso dejar sola, te lo prometo.

—Gracias Cristina, no sé qué haríamos sin ti.

—Pero, por favor, investiga que demonios está pasando. Esto no me da buena espina.

—Estoy en ello.

.Marissa no despertó en todo lo que quedó del día, Bigotes se acurrucó cerca de ella y ambos durmieron plácidamente. Raúl daba gracias al cielo por ello, no tenía ni la más mínima idea de cómo decirle que Fifi había sido envenenado, porqué sí algo tenía claro era que un accidente o una casualidad no había sido.

Subió a la habitación y se quedó allí resolviendo los pendientes que había llevado del trabajo a la casa, al menos, si ella despertaba, no estaría sola. Y al día siguiente tampoco, Cristina se quedaría con ella.

Entre las opciones que barajó, un atentado o advertencia en su contra fue la primera. Pero no estaba llevando casos de alto impacto desde hacía meses, concretamente desde un par de semanas antes de que se hiciera oficial su entrada al bufete como socio. Una sola cosa tenía clara, y era que eso no se iba a quedar así, iba a encontrar al o los culpables y los iba a refundir en la cárcel, como que se llamaba Raúl Salvert.

¡Maldito amor! Historias de amor y maldición. (AG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora