Nido de Urracas

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Irene despertó sintiéndose inesperadamente cálida. Ella se dio la media vuelta para ver a Sherlock, su cara suavizada por su sueño, el brazo sobre su cabeza. Irene se desplazó ligeramente para mirarlo y se dio cuenta del cálido peso que siente sobre su abdomen. La mano de Sherlock descansa sobre su estómago. Irene mira los largos dedos que se estiran sobre la tela de satín.

Nunca se había levantado de esta manera. Sherlock siempre se metía a la cama después de ella, dejando un pequeño pero notable espacio entre ellos. Él debe haberse acercado a ella durante la noche, inconscientemente se acercó para tocarla. Irene pudo sentir el calor de su cuerpo, su aliento acaricia su mejilla. Esto es...peligroso.

Ella había tenido conexiones, uno o dos veces durante el año, más que nada por aburrimiento, para mantener su toque...luego estaba Sara. Pero este sentimiento, este deseo que parece llenarla, se extendía fuera de su cuerpo para llenar la habitación con dolorosa tensión. Esto no es solo soledad, no es sólo el placer de un cuerpo atractivo a su lado. Ni siquiera es el revuelo más oscuro de la lujuria. Irene no se ha sentido así con nadie. Esto la hace querer extender su mano, tocarlo... sólo para tocarlo. Sentir su piel contra la suya.

Qué sentimiento más ridículo para una mujer adulta.

Sherlock abrió sus ojos. La miró por un momento, parpadeando, como si tratare de descifrar el significado de la cara junto a su almohada. Miró hacia su propia mano y frunció el ceño ligeramente. Por un momento sus ojos azules están pensativos, como si trataran de resolver una ecuación en su cabeza.

— Buenos días —La voz de Irene suena más ronca de lo que ella pretendía. Ella se hace sonreír, una amplia sonrisa indiferente, y mueve su propia mano sobre Sherlock manteniendo su mano en posición— ¿Qué significa esto?

Los labios de Sherlock se abren:

Involuntario... —Se detiene, frunciendo el ceño.

— ¿Sí? —Irene pregunta.

— Yo encuentro —su voz es áspera con sueño, casi un gruñido— Dadas todas las evidencias disponibles, las cuales indican que tú, Irene, eres una depredadora, una terrorista, una mentirosa patológica... parece que hay una parte subconsciente de mí que desea...

— ¿Sí? —pregunta Irene, reduciendo el tono de su voz deliberadamente.

Sus ojos se fijan en su cara, una mirada cuestionable. Luego miró hacia el techo.

— Esto no es relevante.

— ¿No lo es?

La distancia entre sus bocas es muy pequeña. Le debe un beso. Ella podría pedirlo. Sus ojos miran su boca por un instante y luego regresa a su cara. Sus dedos aprietan su estómago, las puntas atraviesan la tela antes de retirarlos. Él se sienta, movió sus piernas del otro lado de la cama.

— ¿Vas a reunirte con Fiona hoy?

Irene intentó ignorar la decepción que sintió en la boca del estómago.

— La Galería Nacional —Ella respondió— Esta mujer parece tener un fetiche por las instituciones culturales.

— Sugiere el Museo de Ciencia la próxima vez. Creo que su nueva exhibición de la materia obscura vale la pena. Bastante incorrecta por supuesto, pero.... —Sherlock desaparece en el baño sin mirar atrás.

— Lo tendré en mente —Irene respondió amargamente.

***

Ella encontró a Fiona de pie bajo el retrato de un noble del siglo XVI, con la cabeza inclinada y una leve sonrisa en su rostro como si ella y la pintura tuvieran algún tipo de comprensión.

Dinning with Frogs.  {Traducción}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora