Un agudo grito me sacó de mi estado de shock. Me incorporé en la cama y me fui a levantar cuando una mano de agarró del brazo.
-De eso nada. Tu no te mueves de aquí- era James.
Estaba tumbado a mi lado y sus ojos verdes relucían en la oscuridad.
-Pero...
-Pero nada- me interrumpió-. El cambio, es muy duro y duele bastante.
-Es mi amiga tengo que ir a apollarla. Tengo que ayudarla. Tu no lo entiendes- me quejé.
-No puedo dejarte ir. Empeoraras las cosas. Además, encima de que me quedo contigo por que me lo has pedido.
Gruñí y le dí la espalda. Suspiró. Esperaré a que se duerma y me escaparé pensé.
-No me voy a dormir. Voy avisando para que no te "escapes"- me guiré hacia el con cara de cachorrito.
-Porfi- supliqué. Negó con la cabeza-. Porfi. Porfi. Porfi.
-No. No. No y por si no ha quedado claro... No
La habitación olía bien. Apetitosamente bien.
Encendí la luz y ví que en el lugar de la cara en el que le había acertado Edmond, era la ceja. Ya que la tenía rota y le salía sangre que le caía por el lado derecho de la cara. Eso me recordó al beso en el gimnasio. Cerré los puños. No podía estar enamorada de nuevo, nunca más pensaba.
-Tienes sangre en la cara- le avisé.
-Lo sé.
-¿No te vas a curar la herida?- pregunté.
-No me suelo curar las heridas, simplemente me gusta sentir dolor- me confesó.
-Quieres hacerte el machote.
-Como sabes lo que pienso- me acusó con un gesto teatral que me hizo sonreir.
-Vamos anda. Yo te lo curaré- nos levantamos y salimos de la habitación-¿Dónde está el kit medico?
-En el baño- me giré para ir hacia el baño de las chicas-... de los chicos- esbozó la sonrisita que me ponía de los nervios- ¿Sigues pensando en curarme?
-Sí, yo nunca me rindo.
-Yo que tu no entraría ahí dentro. Quien avisa no es traidor- levantó las manos.
-Lo tendré en cuenta.
Nada más abrir la puerta, un horrible olor me sorprendió. Moví la mano rápidamente por encima de mi nariz.
-¿Qué es ese tufo?- pregunté asqueada.
-El dulce olor de la masculinidad- inspiró el aire fuertemente.
El kit estaba en la pared más cercana a la puerta. Lo cogí y salí seguida de James. Volvimos a la habitación.
-Sientate en la cama.
Se sentó y esperó a que encontrara el agua oxigenada y una gasa.
Me arrodille en el suelo y empapé la gasa con agua oxigenada. Le limpié la sangre y examiné su herida.
-¿Es grave doctora?
-No tan grave como tu ego.
-Sigues teniendo una frase para cualquier momento ¿eh?
Le puse más agua oxigenadaa en la herida.
-¡Ah! ¡Dios! Escuece un poquito.
-¿En serio?... - le dije como si fuera obio- Quiero decir, lo siento- rectifiqué.
-Lo que pasó en el baile- le volví a echar el agua- ¡Ah madre! Sigue escociendo ¿sabes?
- Perdón- le puse la gasa y se la pegué-. Ya está.
-Sobre lo de el beso...
-No quieres repetir por que no lo sentiste- le interrumpí-. No te preocupes, amigos y punto.
Me di la vuelta y fui a salir de la habitación para dejar el kit en su sitio pero su mano me cogió de la muñeca desatando aquella extraña electricidad magnética.
-No. Todo lo contrario. Nunca había sentido algo tan fuerte como lo que sentí cuando nos besamos- lo decía tan seguro de ello. Ojalá yo estuviese tan segura.
-Yo... esto... ¿Es una broma?
-No, claro que no. Pero se que tu también lo sientes Cyn.
-No... sí... no estoy muy segura. Mira he oido muchas cosas de ti, se que vas de flor en flor y yo no quiero ser una de esas flores.
-Pero es que esta vez es diferente Cyn. Siento que por fin he encontrado mi alma gemela.
-¿Qué tengo yo que te halla hecho fijarme en mi?- le solté esperando un no se.
-Eres distinta a todas las chicas que he conocido y eso que he viajado por todo el mundo. Tu no intentas estar presentable para mi, ni te maquillas como una puerta, ni te copias de otros, eres simplemente tu misma con tu propio estilo. Todo lo que tiene que ver contigo me vuelve repentinamente loco. Quiero que seas mia para siempre.
-¿Qué?- pregunté en un susurro.
-No se explicarme- se frotó el pelo-. Cada vez que te toco siento algo especial. Cada vez que sonries el corazón me late un poco más deprisa. Cada vez que me miras todo en lo que pienso es en tus brillantes ojos morados. Cada vez que te miro pienso que todo a cambiado, que yo he cambiado. Cada vez que estas a mi lado me siento completo. Pero está claro que no sientes lo mismo.
Si soltar el kit me puse de puntillas para ponerme a su altura y le besé pasandole el brazo que me quedaba libre por el cuello para atraerle a mi. Él me puso las manos en las caderas y sentí que solo eramos James y yo. Cuando nos separamos no le solté, simplemente me quedé mirandole a los ojos.
-No dejaré que Edmond te haga daño- me dijo.
-Lo se.
Otro grito transpasó las paredes haciendonos separarnos completamente. Le miré y asintió.
Corrí hacia la habitación en la que se encontraba Shey y habrí la puerta.
Allí se encontraban Alice, Cedric y Max. Habian hecho con los demás turnos para cuidarla.
Según entré, todos se giraron dejandome pasar. Donde se suponía que tenía que estar Shey tumbada había un lobo castaño claro con ojos oscuros que me miraban aliviados y agotados.
-Ya se ha transformado. No te preocupes más. Ahora dejemosla descansar- me consoló.
-Sí, será mejor que descanse un poco.
Volví a mi habitación. Allí estaba James esperando sentado en la cama.
-¿Qué tal?- me preguntó levantandose.
-Ya ha cambiado. ¿Eso es bueno?
-Sí. Ya no puede morir si es lo que te preocupa.
Un gran alivio me llenó por dentro.
Bostecé y me tumbé en la cama.
-Yo ya me iba. Te quería dar las buenas noches- me dijo.
-No. Quedate conmigo.
Apagó la luz y se tumbó a mi lado manteniendo las distancias lo cual me hizo sonreir.
Cerré los ojos sintiendo su aliento en la nuca y me dormí.

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Instinto
WerewolfCuando me advirtieron de que el amor mataba, nunca creí que fuese a ser literalmente. Me definiría como una chica solitaria y enamorada de un LOBO llamado James y muerta, literalmente MUERTA gracias a Edmond, mi estúpido exnovio MURCIÉLAGO vampiro...