Capitulo 3

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Todo estaba oscuro, todavía era de noche. Un destello rojo se encendió y se se apagó en medio de la negrura, entre cerre los ojos intentando ver de donde provenía... nada. Volví a cerrar los ojos.

Me sentía observada, asi que volví a abrirlos. Dos enormes ojos carmesí me miraban antentamente a unos centímetros de distancia. Intenté lanzar un grito, pero algo me tapaba la boca. Me intenté zafar de aquella cosa pero esta ya estaba encima de mi riendose.

-Hola princesa.

-¿Edmond?- fue apenas un susurro que se llevo el viento antes de que chillara agudamente debido al dolor que me recorría el cuerpo en ese momento.

Tomé una gran bocanada de aire abriendo los ojos rápidamente. Estaba sudando. Era la quita vez que me despertaba esa noche con pesadillas parecidas a la que acababa de tener.

Me froté la frente con el brazo y me levanté. Ahí está la diferencia entre un vampiro y un "medium" como ellos nos llamaban a los que no habíamos probado la sangre humana. Los medium, teníamos que dormir y "reponer las pilas" como cualquier otro humano. Aparte de, claro está, ser menos fuertes, pero podíamos llegar a ser más rápidos.

Tenía dos opciones. Primera opción, quedarme sentada mirando a las musarañas y segunda, salir de aquella agobiante habitación para dar una vuelta por el alberge de la manada, el cual era su hogar y yo su invitada, me decidí por la segunda.

El suelo estaba frio, pero no me molestaba ni me helaba los pies como solía hacer cuando estaba viva. Asi que decidí ir descalza.

Abrí la puerta y salí de puntillas al largo corredor en el cual había varias puertas, todas ellas cerradas. No se oía ni una mosca. Entoces, agudizé en oido y oí el suave sonido de un piano. Cerré los ojos y deje que mi intuición me guiara hacia su lugar de procedencia.

Avanzé lentamente. En cada nota se sentía la pasión y sentimiento. ¿Tristeza? ¿Amor? o quizá ¿Odio?

No me podía parar a pensarlo, esa musica me llenaba tanto que no podía parar de andar hacía delante. A cada paso que daba más cerca estaba de saber quien tocaba. Llegó un momento en el que la musica se oía perfectamente y mis pies pararon. Delante de mí había una puerta entre cerrada. Me asomé por el espacio que quedaba entre esta y el marco. Era James, como no. ¿Habría algo que no supiera hacer este chico?

-Se que estás ahí Cynthia. Entra- dijo parando de tocar el.piano.

Entré tal y como me había dicho. Empujé la puerta con las palmas de las manos.

Estaba en pantalones, solo en pantalones. Sentí que me ruborizaba pero lo intenté ocultar con mi flequillo cuando me había dado cuenta de que lo llevaba recogido en un moño.

-¿Cómo... llegaste a ser el cabezilla de la manada?- intenté romper el silencio.

-Mi tema favorito: "Hablar sobre James"- se frotó las palmas de las manos-. Todo empezó cuando el bebé más guapo y bonito visto en la faz de la tierra nació.

-¿Por qué hablamos de mí?- pregunté con una sonrisa.

-Ja. Ja y ja. Qué más quisieras- respondió también con una blanca sonrisa.

-Mis padres murieron en la misma guerra en la que murieron los tuyos a manos del mismo vampiro, Richard, el padre de Edmond. Ellos al ser los cabezillas como tu los llamas y yo su hijo y el cargo hereditario entonces...

-¿Mis padres... murieron en una guerra?

-¿No te lo había contado tu abuela?

-No- no sentí nada. Nunca les conocí. No sé si alguna vez les quise, no sé ni como eran.

Nos quedamos así, mirandonos a los ojos.

-Toca para mí- me soltó de repente rompiendo el silencio.

-¿Cómo sabes que toco el piano?- mi abuela me apuntó porque se lo supliqué día y noche hasta que aceptó.

-He estado... investigando.

-¿Eres un acosador?

- Tendrías mucha suerte de que yo fuese tu acosador- sonrió con su sonrisa de "Que guapo soy que culito tengo"-. Toca para mí- insistió.

Me senté a su lado en el piano y pusé mis manos en este, las cuales empezaron a tocar las teclas ligeras y rápidas. Llevaba mucho tiempo sin tocarlo.

Estaba tocando un dueto y James se dio cuenta por que también empezó a tocar. Reímos y nos miramos de reojo sin dejar de tocar. En la última nota nuestras manos se tocaron y sentí que algo subía y bajaba por cuerpo, un tipo de energía que nunca había sentido. Levantamos la cabeza para mirarnos, estabamos muy juntos, tan juntos que podía oler su champú de limón y su aliento mentolado. Llamaron a la puerta.

-Soy Mark- dijo una voz desde fuera- ¿Puedo pasar?

James gesticuló una maldición con la boca y nos separamos.

-Sí- respondió.

Era el mejor amigo de James, Mark. Era alto y musculoso, pero no tanto como James. Su pelo era negro y sus ojos eran azules como el hielo pero su personalidad los contrariaba completamente. Era el tipo de chico que no paraba de hacer reir a la gente haciendoselo pasar en grande con chistes y tonterías.

-¿Interrumpo algo?- preguntó con una pícara sonrisita.

Acto seguido, nos miramos James y yo, hubo un pequeño contacto visual que nos hizo separar la mirada rápidamente.

-No- dijimos los dos a la vez.

-Esto... yo... me voy a ver la tele un rato- me levanté del taburete. Pasé al lado de Mark quién se apartó dejandome paso y justo cuando giré en la puerta vi con el rabillo del ojo a James mirandome con una expresión indescifrable repleta de sentimientos, pensamientos y... deseos.

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