4 ~| Entre Espinos y Cardos |~

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La cuesta era muy inclinada...recuerdo haberme detenido un instante para ver hacia atrás. Quería saber cuanto distancia tenía recorrido. Me sentía cansada, fatigada y a dolorido mis pies.

Nunca me imaginé que iba hacer tan difícil este camino, y que habitaría entre espinos y Cardos, serpientes y escorpiones. Pude observar desde dónde me encontraba, cada enemigo que me ataco con toda su furia.

Ahí estaba el desanimo, la duda, la indiferencia, vencido por aquel que me había llamado. También pude ver a la contienda, división y traba, demonios que intentaron robarme mi pasión por Cristo.

Uno de ellos me amenazó con destruirme...el otro con regresar y esta vez matarme. Estaban enojados conmigo. Podía sentir dentro de mi algo de ellos que me afectaba.

Pero un varón, con voz autoritaria me dijo que le respondiera: Ni el huracán, tormenta y torbellino mas fuerte podrán apartarme de Jesús, porque mayor es el que esta conmigo, que todo aquel que se levanta contra mi.

Me dijo puedes sufrir tempestades infernales, puedes llorar a causa de los golpes, puedes pasar frío por las lluvias, pero algo te aseguro...nunca estarás sola bajo la lluvia.

El sol puede dejar de dar su luz, la luna negarte su resplandor. La noche fatigarte y el día huir de ti, pero mi presencia nunca se apartara de ti, si confías en Jesús.

Recuerdo haber sonreído y con llanto dar mi espalda a esas amenazas, temores que querían detener mi pasos hacia adelante y aferrarme al Varón que caminaba a mi lado.

Pues tengo que reconocer que caminar entre escorpiones y serpientes, entre espinos y cardos duele, pero también que vale la pena seguir adelante porque al final tienes recompensas.

Cuando llegamos al final de la cuesta inclinada. Vi una gran luz, tan intensa que mis ojos no podían permanecer mucho abiertos ante su resplandor.

–¿De donde proviene tan intensa y maravillosa Luz? – Le pregunte al que iba conmigo.

EN EL SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora