5 ~|"Entre el Miedo y Valor"|~

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La hna. Fausta, y que llamamos  cariñosamente...Hna. Tita. Me dijo ¡Que le pasa hna. Carminda! Usted no es asi...refunfuñando uuumm. ¡vamos para adelante en el nombre de Jesús!

Le contesté: ¡Esta bien! Voy a comenzar hacer matutino en la Iglesia.

Comenzamos porque era una convocación para toda la congregación, solo que no todos iban. No me acuerdo exactamente que fecha comenzó el matutino.

El horario era de la 3:00 a.m hasta las 6:00 a.m, para el que no podía en las otras horas, lo hiciera de las 4:00 a.m en adelante.

— Me levanté temprano y el sueño era gigantesco, que me dominaba, y entre mucho esfuerzo logré levantarme y dejar la cama para dirigirme hacia la iglesia.

—Tenía un poco de miedo ya que eran meses donde la colonia, que resido se había convertido en blanco de las bandas, venta de droga y grupos de jóvenes que asaltaba sin importar edad, sexo o religión.

así fue durante unas semanas pero al pasar el tiempo, fallaba unos días a la semana, pero el interés de verme restaurada y lograr que aquellos muchachos, que Dios los había libertado de ser presos de la drogadicción fueran creciendo, me daba el ánimo de seguir adelante.

Una madrugada antes de la 3:00 a.m estaba mas que lista para irme al matutino, pero algo no me dejaba salir de mi habitación...y lo intentaba pero aquello no me lo permitía, y decidí no hacerlo.

— Al siguiente día, las hermanas que había ido al matutino, comentaron, que ese día que yo no había podido ir, asaltaron a una mujer que se dirigía a su trabajo a esa hora, fue golpeada con un arma porque se resistió al ladrón.

¡Gracias Jesús! – dije en silencio.

Porque me protegió al no dejarme salir ese día porque hubiese sido yo (cabe decir que eran días, donde si no le encontraban dinero o algo de valor, simplemente por enojo te disparaban)

Eran motivos como para no salir. En este tiempo descubrí, que era una estrategia del enemigo para que la iglesia a causa de esto no orara unida, producto del miedo a sufrir algún daño. La biblia dice:

El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir...[Juan 10:10]

La mayoría no iba. Algunos se quedaban en casa y recuerdo que solo Jossel y yo llegábamos. Nos postramos a orar. Jossel es un joven, que no se que pasó, se retiro y con dolor en mi ser, pues se descarrió.

Con la esperanza y la fe en Cristo Jesús sigo orando por sus vidas, para que Dios en su gran misericordia lo restaure.

Era los motivos por los cuales seguía ya que sentía que era la escudera espiritual de los Jóvenes, pero yo me fui a México.

Buscando una mejor calidad de vida para mi, donde viví una de mis mayores pruebas de mi vida que les estaré compartiendo mas adelante.

Durante ese tiempo que no estuve, me enteré que unos se fueron y otros ya no se congregaban.

Hubo una tristeza y dolor profundo y me la agarre contra Dios y algunos hermanos que se suponía debían haber hecho algo mas por ellos.

Recuerdo que deje de orar porque se me dificultaba, pues me encontraba pasando una crisis psicológica fuerte, después de haber pasado un secuestro, y como se imaginarán, no era fácil para mí.

Estuve en matutino casi durante tres meses —y oraba con tanta intensidad, pasión y solo escuchaba silencio. Rogaba a Dios por tan solo un no o un si.

¡Yo tan solo quería escucharlo, porque como un niño(a) necesita que su padre le hable, así necesitaba escuchar que ahí estaba conmigo!

Al terminar el matutino vino una palabra directa a mi, a través de una revelación para otros hermanos y jóvenes de mi colonia, pero nada por lo cual clamaba yo.

-¡Yo soy tu hija también! – Le decía, pero él no me contestaba.

En la Iglesia pasaba lo mismo, no me tomaban en cuenta para nada y si lo hacia era como arregañadiente.

Me observaba como que si yo hubiese cometido el peor de los crímenes. Eso me hacía creer mi enemigo para alejarme más.

Todo esto producía un profundo y despiadado vacío porque me hacía sentir inservible y de poco valor. ¡Por Dios! Ser ignorado, desechado y olvidado es ¡horrible!

Te sientes morir. Te mata las aspiraciones de ser mejor persona y hacer lo que te gusta con pasión.

Así me sentía en esos momentos, que no importaba lo que hiciera era insignificante para ellos. No importaba cuanto hiciera. Me di cuenta que había perdido el enfoque por querer agradar a otros y no a Dios.

Las heridas no solo se producían de afuera sino dentro de la iglesia y no pretendo darte un mal concepto sino que aprendas

A que cuando esto te este aconteciendo, ¡resistas! para que no abandones tu fe en Cristo, creyendo, que ni aun en la iglesia te valoran.

El miedo consumía mis fuerzas y valor, pero aún con todo lo que sentía, decidí continuar adelante, entre el miedo y el valor.

Porque entendí que esto nos quiere enseñar, que solo en Jesús debe estar fundamentada nuestra fe, quién nunca nos fallará y que en los peores silencios, él esta trabajando aunque no escuchemos su voz.

Es cierto que es un lenguaje en tu interior, que tiene realidades terribles, donde produce indiferencia a hacer lo que vale la pena, pero si no sabes hacerle frente correctamente, puede que te convierta en quien ni tu mismo reconozcas después.

EN EL SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora