Capítulo III: Separated from God, the blood that.

448 55 33
                                    


Otro día más en la tierra o, mejor dicho, en el naciente infierno. Alemania, que alguna vez fue un país tranquilo y próspero, se encontraba sumido en las tinieblas; ya no había gente en las calles, solo cadáveres pudriéndose en un excesivo estado de descomposición.
Esto era lo que Estados Unidos, Prusia y Dinamarca veían atreves de la ventana del auto que los llevaba donde Sealand. Todos estaban en total silencio, casi en shock al ver tantos cadáveres en el suelo, viendo cómo familias enteras eran separadas y ejecutadas para evitar más contagio con la "enfermedad". Toda una masacre que los envolvían en viejos recuerdos de antiguas guerras.

—Llegaremos a tiempo... —Estados Unidos posó una de sus manos en el hombro de Dinamarca, que lloraba en silencio desde que entraron al auto. No podía levantar el ánimo a su amigo y mucho menos a sí mismo, lo sabía, estaba consciente de que llegarían pero las posibilidades que su pequeño hermano sobreviviera eran casi nulas. Siempre había sido alguien positivo, sin embargo, esta vez no le nacía serlo. La realidad, por esta vez, había sido cruel.

—Sealand te adora, no debe verte en ese estado, mucho menos Finlandia y Suecia. —Prusia imitó el gesto del americano y sonrió levemente. Ése era el trabajo de un hermano mayor, aunque ahora ya no podía ayudar en nada a Ludwig, era lo suficientemente fuerte y maduro para ya no necesitarlo.

—Él se muere, chicos, y no pude cumplir su último deseo. —Dinamarca sólo era un hombre desesperado y cubierto en llanto, sin importarle si era un país o algo, no podía hacer nada por su sobrino. Tampoco podría soportar las lágrima de Finlandia, conocía lo suficiente a Suecia para saber que estaba destrozado por dentro... ¿Cómo pudo ser un hermano mayor tan inútil?

Mientras los otros hablaban, Rusia que se encontraba en el asiento delantero sin emitir palabra alguna. Nunca había sido sentimental, sólo quería ver con sus propios ojos si de verdad hasta ellos, las naciones, podían morir debido a esta "enfermedad". Si era así... ¿Cuánto tiempo faltaría para que todos cayeran? Y, no sólo eso, debía ver la evolución de ésta y si de verdad los humanos se estaban pudriendo vivos.
El corrido del auto era lento. De vez en cuanto el conductor, un militar retirado, atropellaba gente infectada sin piedad mientras las naciones veían caer cuerpos uno tras otro, ya sean podridos, infectados o inocentes. Los humanos sanos aprovechaban en saquear cualquier lugar en su alcance, las calles estaban manchadas de sangre y cosas viscosas que salían de cuerpos que alguna vez fueron humanos. Todo estaba sumido en pánico, la policía no daba abasto alguno, es más, hasta se mataban entre sí, sin excusa alguna.

¿Hasta qué punto habían llegado todos?

El ser humano seguía siendo egoísta hasta este punto. Los malos aprovechándose de la desgracia ajena, para aprovecharse de los buenos y éstos sólo rogaban al cielo por misericordia sin hacer nada más que llorar y llorar.¿Acaso no entendían que el cielo no les ayudaría?¿Acaso no entendían que no valía la pena rogar, rezar y pedir perdón?Los humanos podíamos desaparecer en un suspiro efímero como ahora y reemplazados de la misma manera.No hay escapatoria, todos serían recibidos en el infierno.

Pronto, se logró avisar el campamento. El trayecto no era largo, pero sí lento. El auto aumentó la velocidad hasta llegar a la puerta de seguridad, ésta se abrió, haciendo que el vehículo avanzara, deteniéndose al llegar a la base del campamento.
Prusia, seguido de las demás naciones, bajaron del auto y se dirigieron a paso veloz por donde Dinamarca señalaba en voz baja y patosa por las lágrimas. Caminaron por un largo pasillo de las instalaciones hasta llegar a una puerta de vidrio, detrás de esta se encontraban Suecia y Finlandia, ambos sin sus trajes y en la pequeña sala de espera. Entraron sin problemas después de identificarse como naciones.

Pupa [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora