Capítulo 05

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***

-Se que estás pensando en mi.

Su ronca voz me asusta, mantengo la mente centrada en el almuerzo e intento no escucharlo pese a que es mi jefe.

Sus pasos se acercan lentamente y me desespera.

Mi pecho sube y baja pero intento calmar mi respiración y que él no se de cuenta de lo que provoca en mi.

-Mírame.

Ordena áspero detrás mío, muy cerca de mi.

Dejo de cortar carne, lavo mis manos aún sin mirarlo y las seco. Volteo.

Sonríe a medias, está muy cerca mío, y nuevamente me siento intimidada por la forma en la que me mira.

Su mano se estira y toca la piel de mi brazo, cierro mis ojos.

Muerdo mi labio inferior.

-No hagas eso- Ordena. Abro mis ojos poco a poco- Cometes un grave error.

-¿Por qué?

Asoma una pequeña sonrisa sin permitirme ver sus dientes.

-Porqué estás provocándome y eso no es bueno, bonita.

Mi respiración se corta, desvío la mirada.

Los dedos de su mano izquierda se deslizan por mi brazo hasta mi hombro, mi cuello, hasta llegar a mi mejilla y poner su pulgar en ella.

-Mordería tú labio con mucho gusto, pero no lo haré.

Dice sin despegar su vista de mi boca.

Lo miro desconcertada, su rostro es serio y concentrado en lo que hace.

-¿Qué?- Susurro.

-Continue con el almuerzo, señorita Stone- Habla antes de caminar a la puerta de la cocina.

-______, Señor Lynch, solo dígame ______.
Asiente sin mirarme y se retira.

Un fuerte calor sube a mis mejillas que comienza a extenderse por todo mi cuerpo.

Pongo una de mis manos en la misma mejilla que él toco, cierro mis ojos recordando sus caricias.

Sobresalto al sentir la puerta abrirse por una de las sirvientas, toso falsamente y tomo el cuchillo de nuevo. Corto lo que queda de la carne y lo meto en el horno junto con el resto rápidamente.

***

Salgo de la ducha y tomo la toalla, la enrollo en mi cuerpo, miro el pequeño asiento donde debería estar mi bolso, pero no está.

Abro mis ojos a tope, seguramente lo deje en el salón.

Muerdo mi labio inferior, no soy capaz de ponerme la ropa que está aquí aunque sea por un segundo.

Lo único que traigo puesto es mi sujetador bajo la toalla, nada más.

Abro la puerta con mucho cuidado de no hacer ruido, no quiero que nadie me veía así, en una simple toalla y con el cuerpo empapado.

Miro hacia los lados, nadie parece rondar por los pasillos.

Me asomo por las escaleras y llamo a Ivanna un par de veces para que ella suba mis cosas. Pero es inútil ya que no recibo respuesta en los largos minutos que gasto llamándola.

-Señorita Stone...

La voz del señor Lynch suena detrás mío algo asombrada pero ronca, muy ronca.

Sr. Lynch | Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora