UN DÍA EXHAUSTIVO

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ATENCIÓN:
ÉSTE CAPÍTULO CONTIENE LEMON MODERADO.

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(Vale)

Después de ver una película estando recostados en el sofá, no pude contener mis intensiones y me recargué en su hombro para intentar besarlo.
Leo giró su cuerpo hacia mí y me abrazó por la cintura con sus grandes manos.

Me hizo sentarme en sus piernas y quedamos frente a frente.
Empezó a recorrer mi espalda con sus dedos ansiosos.
Parecía querer quitarme la camisa tan rápido como pudiera.

Comenzamos a besarnos, fue a un ritmo más apresurado que en las otras ocasiones.
Podía sentir su pasión desbordando mi alma entera.

Yo recorrí su torzo con mis manos, mientras fue aumentando la intensidad de los besos y haciendo movimientos lentos y sensuales con la lengua.

Soltó un leve gemido de placer al sentir que yo jalaba su lengua con la mía.

Nos separamos un momento pero no fue para recuperar la respiración...
Le quité la camisa tan rápido como pude.
Él hizo lo mismo, pero dejándome en ropa interior, decidió aún no quitarme el sujetador.

Yo pasé mis manos por detrás de su cuello para terminar pasándolas entre su sedoso cabello, él se limitó a mirarme lujuriosamente.

-Eres preciosa...- dijo al mismo tiempo que mordía su labio y recorría mi espalda desnuda con las puntas de sus dedos.

Pude sentir un escalofrío cuando llegaba casi al final de mi espalda, sólo para subir nuevamente.

Bajé mi cabeza para besar su pecho y recorrer, la que me parecía entonces una interminable distancia, hasta sus labios, pasando mi lengua lentamente sobre su dulce y suave piel.

Llegué a sus labios y lo mordí pidiéndole que me tomara.
Estaba desesperada por tenerlo dentro de mí, por ser una con él.

Pero de pronto se escuchó un ruido fuera de mi casa.
Alguien había entrado y venía en camino.
Tardaría menos de un minuto en recorrer el jardín; teníamos menos de un minuto para disimular que nada de ésto pasó.

Los dos nos quedamos en silencio para intentar escuchar algo, completamente congelados durante los que parecían ser largos segundos.

No dudamos ni un momento.
Nos volvimos a poner las camisas y tratamos de arreglarnos mutuamente, aunque pareciera que no era un esfuerzo enorme el que realizamos, podía sentir todo el calor llegarme de golpe y provocando una sensación abochornadora, tenía la cara roja.

Le acomodé el cabello y él hizo lo mismo con el mío.
Le tomé la cara con mis manos para saber si no estaba demasiado caliente.

-Estás ardiendo Leo... y éso que ni siquiera hicimos gran cosa.- lo miré de manera cómplice.

-Tú también estás caliente.- puso el dorso de su mano en mi mejilla lanzándome una sádica mirada.

Al escuchar el cerrojo de la casa y los pasos en la entrada me bajé de él y volví a tomar asiento a su lado.

La puerta se abrió y volteamos.
Eran Alex y Zac, parecían un poco preocupados.
Era obvio que estaban agitados, no podían soltar palabra alguna en un principio, pero después de dudar un poco, soltaron la lengua.

CUANDO TERMINA EL PRIMER AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora