DE TRAJE

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¿Han notado cómo la lluvia suele ser conectada con el sentimiento de melancolía, nostalgia y tristeza?

¿Por qué la gente suele reaccionar ante éste tipo de estímulo?

Las personas pueden llegar a mostrar su lado vulnerable durante una tarde de lluvia, o al menos eso creo yo.
El repiquetear de las gotas de agua produce sensaciones indescriptibles, tales como el anhelo prohibido de estar con alguien que deseamos tener sólo para nosotros.

Una persona que puede estar cerca de nosotros y a la vez tan lejos...

Una simple persona que puede cambiar radicalmente nuestra realidad, nuestra visión del mundo, nuestra vida.

Cuando el agua rebota por la ventana y resbala al oscuro abismo, ahí es cuando pienso en mi familia.
Poco a poco fuimos decayendo, muriendo, pudriéndonos por dentro.

El sentido del deber para con la familia era tan intenso que nos veíamos obligados a seguir el camino ya puesto por nuestros ancestros.

¿Cuántas personas odian lo que hacen?
¿Cuántas personas odian cómo viven?
¿Cuántas personas arruinan su vida sólo para proteger las vidas de los que aman?

Me siento responsable, de cierta forma, por la desdichada muerte de mis padres.

Tenían que trabajar todo el día, todos los días, todos los meses, todos los años.
Regresaban tarde de la oficina.

Por ello, un día de lluvia como muchos otros que he vivido, el agua se llevó a lo único que me mantenía en pie.
Se llevó a dos personas que le daban color y alegría a mi mundo.
Se llevó a mis padres, quienes me dieron la vida que tengo ahora y me cuidaron hasta el final.

Se repiten en mi cabeza todos los recuerdos del ayer que me fue arrebatado; las sonrisas que se borraron de mi rostro conforme el tiempo pasó.
Ésas cosas pequeñas que disfrutamos día con día, hasta que nos damos cuenta que se fueron para siempre.

Cierta parte de mí aún sabe disfrutar la vida, pero ¿cómo puedo olvidar que ésa alegría ya no estará completa, sino hasta el día en que muera y me reúna con mis padres?
O tal vez el día en que yo forme mi propia familia, ése día, finalmente seré capaz de sonreír como mis padres lo hicieron cuando yo nací.

Ahora mismo seguiré siendo la rama quebrada en la que me convertí.
La pérdida y éste estilo de vida me han forzado a ver lo cobarde que soy en la actualidad; ya no me gusta confiar demasiado.

Cuando confías mucho en la gente te traicionan o simplemente desaparecen dejando nada mas que cicatrices y heridas en el alma.

—¿Señorita Evans?— me distraje un momento.

—A claro, lo siento Secretario Lee... me sumergí en mis pensamientos. Ya sabe, lo normal.— asintió y se dispuso a salir para abrirme la puerta, pero lo detuve.

—Está bien, no te preocupes, yo salgo, no quiero que te mojes, estás enfermo.— como si fuera una maldición, soltó una ronca tos desde lo profundo de su pecho.

—Por favor cuídate, no quiero que vayas a trabajar a la oficina hasta que te cures. Lo digo enserio... donde me entere que fuiste a recoger algo te las verás conmigo.— bromeé mientras me ponía el gorro de la sudadera encima.

Traía los documentos en una caja impermeable, así que no había problema en salir a la lluvia por unos segundos.
Salí y me acerqué a su ventana, me incliné para hablarle.

—Cuídate Lee, ve a casa; salúdame a Rose y a Sammy.— me despedí.

—Gracias Señorita Evans, la llamaré por si surge algo nuevo. Estaré en casa reposando como me lo dice, se lo prometo.— asentí.

CUANDO TERMINA EL PRIMER AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora