EL ÁRBOL QUE LLORA

647 36 6
                                    

La figura misteriosa parecía ocultar detrás a una mujer.
Una chica de cabello castaño claro, delgada y un poco más alta que yo se acercaba a paso decidido.
Tenía los ojos marrones y la piel de un ligero tono moreno, como yo.

Una vez llegó a donde estábamos nosotros me miró con asco e intriga a la vez y luego se dirigió a Leo.
Se paró frente a él e intentó abrazarlo pero la empujó ligeramente para que no lo hiciera.

Yo los miré extrañada, pero creía tener la sospecha de quién era aquella chica.

*¿Será ella?*

-Vamos, no me rechaces... Ambos sabemos que caerás a mis pies nuevamente. No te hagas el difícil, Leo.- abrí los ojos como platos.

*¿Cómo se enteró a dónde se mudó Leo y cómo sabía que estábamos aquí en éste instante?*

-Vete, yo huí de casa porque no quería volver a verte jamás. ¿Cómo supiste que estaba aquí?- lo miró pícaramente mientras ponía sus manos en su cintura.

-Ya basta de juegos, vamos a regresar. Vine a decirte que ya puedes volver conmigo y que todo estará bien de ahora en adelante.- le tomó la mano pero Leo ésta vez no se negó.

-No puedo... ya no deseo volver a ésa desdichada vida que tenía junto a ti.- la chica le dio una mirada asesina.

-¿Enserio crees que ésta- me miró con desagrado -te hará sentir como yo? Ella no te merece, es una mocosa más del montón... tú y yo estamos destinados a estar juntos. Ya la investigué, ni siquiera tiene una familia a la qué acudir.-

Me quedé muda, sentía que dejé de existir y que pasaba a ser una mera espectadora de mi vida. Sus  palabras me hicieron más daño que Jae, más daño que aquellas niñas tontas que me molestaban en primaria, su filosa lengua me apuñaló el pecho. *¿Quién mierda se cree que es...*

-¿Y tú quién te crees que eres para decir que no tiene familia?- la soltó en un arrebato de enojo.

-Me tiene a mí.- señaló con una voz firme.

-Pero no por mucho...- contestó ella. 

Mi corazón dio otro vuelco cuando le vi acercándosele.
Lo abrazó por el cuello y acercó su cara a la de Leo.

A éstas alturas ya no podía respirar, no pasaría más tiempo en el que podría retener las lágrimas y las intensas ganas de gritar.

Sus caras se acercaron y ella lo tomó por la nuca para darle un apasionado beso.
Mi mente no podía procesarlo...

*¿Qué mierda está pasando? ¿De verdad está ocurriendo ésto?*

Mis lágrimas comenzaron a brotar cuando Leo le correspondió el beso.
Solté un leve soplido de ira y decepción y tomé mi camino al auto.

Leo volteó y entonces se dio cuenta de lo que había pasado, se dio cuenta de lo que había hecho.

Era demasiado tarde, pues yo ya tenía un nudo en el pecho y mi corazón ardía y dolía como no lo había hecho hace mucho.

Mi borrosa mirada me impedía la vista y sólo quería salir de ahí cuanto antes. Corrí al auto tan rápido como pude y me dispuse a conducir.

Cuando encendí las luces pude ver a Leo corriendo hacia mí desesperadamente. Sabía que estaba gritando mi nombre con todas sus ganas y sin embargo no lo oía gracias a mi llanto, no sé en qué momento empecé a desbordarme de tristeza.

Aunque con las lágrimas bloqueando mi visión no pude verlo claramente.
Dí la vuelta y él pegó en la ventana del auto con sus manos, intentando hacer que parara.
No pude, tenía que irme, me iría al lugar al que solía ir cuando necesitaba tiempo a solas.

CUANDO TERMINA EL PRIMER AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora