Cariños.

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Jimin despertó alrededor de las 1 de la tarde, con su cuerpo adolorido.
Dormir con ropa puesta lastimaba su piel de sobre manera, por tanto, le dolía todo.
Aunque sentía su cuerpo un poco más relajado. Sin duda alguna, las camas son mejor que las sillas para dormir.

Revisó su celular. No habían mensajes de parte de Taehyung.
De alguna forma, había esperado que todo fuese un sueño.

Aspiró el fuerte aroma que Tae tenía en sus sábanas. El castaño tenía una obsesión con cambiar su ropa de cama todos los días.

Jimin se levantó sin ducharse ni cambiar su ropa.
No estaba interesado en perder el olor de Tae de su cuerpo.

Decidió recorrer el ya conocido piso del departamento. Tocó las paredes cuál niño, sólo para sentir el recuerdo de la voz de Taehyung regañandolo por manchar sus paredes.

Sonrió con el amargo recuerdo grabado en su cabeza y fue al balcón y simplemente, observó la ciudad.

Pensó en como la vida seguía sin alguien como Tae en sus vidas diarias; Él era la felicidad personificada y todas esas personas, ni siquiera sabían de su existencia.

No podía entender como sería el mundo sin Kim Taehyung. No lograba imaginar un mundo sin la radiante sonrisa cuadrada de su mejor amigo.

Había una mesa y dos sillas, en las cuáles Jimin y Taehyung siempre se sentaban a conversar.
Ese balcón había sido testigo de muchas botellas de soju y muchas lágrimas por parte del más bajo.

Se sentó e inhaló con fuerza. Le pareció extraño oler la ciudad, y no sentir ese olor a hospital que sintió por casi tres semanas.

Jimin cerró los ojos sólo unos segundos y volvió adentro.

Fue a la cocina a buscar algo de comer, Tae siempre tenía su mueble de cocina lleno de ramyeon o snacks.
Puso el hervidor y buscó su chocolate, el cuál él había comprado y dejado en casa de Tae.
Jimin no era muy fanático del te, mucho menos del café, pero el chocolate caliente podía volver locas a sus papilas gustativas.

...

Luego de comer, Jimin fue a la habitación de Taehyung.
De mala gana, fue al closet donde Tae tenía todo pulcramente ordenado; cambió la sábanas y puso unas nuevas, de color negro.
El cobertor era blanco, con detalles negros. Toda la ropa de cama olía a lavanda, uno de los olores favoritos de Tae.
Cerró el closet de dónde había sacado las sábanas y tomó las que habían sido ya usadas y las dejó en el canasto de ropa sucia que se encontraba en un rincón de la habitación.

Se dispuso a irse, cuando vio algo blanco en el suelo.

Una carta.

Jimin la tomó en sus pequeñas manos y se preguntó para quién estaba dirigida.

No había nada escrito por fuera, pero estaba sellada. Jimin dudó si debía abrirla, Tae podría molestarse si leía algo de él, tal vez incluso ahora le parecería perturbador saber que un "desconocido", haya dormido en si habitación. Así que, con tristeza, dejó la carta escondida en el closet de Tae.

Y se fue de aquél departamento, sin saber, si algún día volvería a ver ese lugar, que era como su segundo hogar.

...

Luego de abandonar el departamento, Jimin fue a su casa y se dio una larga ducha.
Ya no había rastro del olor de Taehyung.
Limpió su cabello quisquillosamente, notando la suavidad entre sus pequeñitos dedos. El olor de su shampoo favorito de frutos del bosque, inundó su sentido del olfato.
Cuando salió de la ducha, se observó en el espejo; se veía pálido y ligeramente más delgado,  debido a sus pocas ganas de comer ya que Jimin prefería estar en compañía de su amigo.
Pequeñas gotitas descendían a lo largo de su espalda y se perdían en la toalla que estaba cubriendo la parte baja de su anatomía.

🌙4 o'clock🌙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora