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- ¡Adam! ¡Levanta o llegaremos tarde! -Gritó Jem a su hermano menor.

- Deja de gritar. -Dijo Adam saliendo del baño.

Jem se quedó mirando la puerta de la habitación de su hermano y luego le miró a él, que acababa de salir del baño: duchado, peinado y vestido.

- Vaya, esto sí que es un milagro, ¿qué ha pasado para que te despertaras y arreglaras a tiempo?

El pequeño se encogió de hombros antes de responder.

- Tengo ganas de empezar las clases. -Respondió sin más, dejando a Jem perplejo.

Fue a decir algo más pero recordó que tenían que darse prisa así que entró corriendo al baño y se arregló.

Cuando bajó a la cocina, Adam y su madre ya estaban desayunando. Era raro ver a su madre en casa ya que siempre viajaba por trabajo. Se sentó a la mesa y cogió una tostada y una taza de café.

- ¿Seguro que no queréis que os lleve? -Ofreció su madre.

- Seguro, mamá, tienes mucho trabajo y los dos podemos conducir. -Aseguró Jem.

- Como queráis. -La mujer se despidió de los chicos y estos subieron al coche que compartían.

- ¡Me toca a mí! -Exclamó Adam al ver que Jem se sentaba en el asiento del conductor.

- Tardas demasiado en arrancar, en aparcar y vas demasiado despacio, tenemos que darnos prisa o no llegaremos a la presentación. -Explicó Jem y encendió el motor.

Adam bufó resignado y se cruzó de brazos en el asiento del copiloto.

Si bien era cierto que ambos chicos eran muy distintos -Jem era tranquilo, tímido y tenía el pelo y los ojos plateados debido a una enfermedad que había tenido de pequeño. Adam era todo lo contrario; no se perdía una fiesta, siempre estaba buscando formas de pasarlo bien y su estilo era sin duda el gótico, su pelo era castaño pero lo llevaba teñido de negro con mechas azules-, sin duda eran un claro ejemplo de hermanos unidos. Tenían sus peleas como todos pero siempre estaban ahí para el otro y la confianza que había entre ellos les permitía poder contarse cualquier cosa. Nunca habían tenido secretos, y por eso Jem fue al primero al que Adam le contó que era gay. Había temido la reacción que tendría su hermano pero Jem le dijo que ya lo sabía y le aconsejó que la próxima vez que fuera a invitar a su novio a casa, que se asegurara de cerrar la puerta de la habitación.

Ese recuerdo hizo sonreír el pequeño de los Carstairs cuando aparcaron en frente del instituto.

Faltaban cinco minutos para el comienzo de las clases.

- Hemos llegado a tiempo, que raro. -Dijo Jem y miró a Adam sonriendo. -Nos vemos en la cafetería cuando terminemos.

- Claro. -Respondió y miró la hora en su móvil. -Me tengo que ir. -Añadió y salió corriendo hacia el edificio de sus clases.

Jem le miró irse, extrañado por su comportamiento ya que Adam nunca se había mostrado tan entusiasmado por ir a clase. Recordó la hora que era y se apuró para entrar al aula.

Fue de los últimos en llegar así que el único asiento libre en la primera fila que quedaba estaba situado junto a la ventana. Pero eso no fue lo que distrajo a Jem mientras se acercaba al sitio. Lo que le distrajo fueron unos preciosos ojos azules que le miraban con una sonrisa amable. Los ojos del chico que estaba en la mesa de al lado.

Jem parpadeó para salir del trance y se sentó junto al chico.

- Hola, soy William Herondale, pero dime Will. -Saludó este. El chico tenía un bonito acento pero no lograba adivinar de dónde era. -Soy de Gales. -Añadió Will, como si le hubiera leído el pensamiento.

Jem le miró y por un segundo volvió a distraerse mirando el azul tan bonito que tenían, junto con el pelo azabache del chico hacían la mezcla perfecta entre luz y oscuridad. Espera... ¿qué? ¿Luz y oscuridad? ¿Pero que demonios...? Pensó Jem cuando se dio cuenta de lo que había imaginado. El sol del verano debía de haberle afectado al cerebro.

- Eh... hola, yo soy James Carstairs, aunque todos me llaman Jem. -Respondió al darse cuenta de que se había quedado mirándole fijamente y sin decir nada. Genial, ahora debe de pensar que estoy loco. -Esto... ¿eres nuevo? -Le preguntó para no parecer tan extraño.

- Sí. -El de pelo negro asintió. -Me mudé a finales del verano.

- Vaya... cambiar de instituto para el último año debe ser difícil. -Dijo Jem mirándole. El profesor que les daría la bienvenida acababa de entrar en el aula.

- Para mí no... llevo tantos años mudándome de ciudad en ciudad que ya no me afecta. -A Jem le sorprendió la sinceridad y la facilidad con la que le dijo aquello.

Pensó en decir algo más, pero mientras pensaba qué podría preguntarle o decirle, el profesor habló.

- Buenos días y bienvenidos, alumnos del último curso del Instituto de Londres. Soy el profesor Hodge y os explicaré la dinámica que tendrá el curso, las asignaturas que daréis y cómo serán las clases.

Jem atendía al profesor en cada palabra que decía pero de vez en cuando notaba la mirada de Will sobre él y eso, aunque no sabía explicar el porqué, le estaba causando escalofríos.

AftermathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora