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- Jem. Tenemos que hablar. -Anunció Adam una semana más tarde.

Jem estaba sentado en el escritorio haciendo los deberes y levantó la vista de su trabajo al oír la voz de su hermano.

- ¿Sobre qué? -Preguntó, aunque en realidad ya sabía la respuesta. Llevaba toda la semana evitando esa conversación.

- Sobre Will. Will y tú, para ser exactos.

Jem suspiró pesadamente y negó con la cabeza.

- No es buen momento, tengo que acabar esto y...

- James, esa tarea es para la semana que viene. Tienes tiempo de sobra para hablar conmigo y acabarla.

El chico le miró sorprendido al oír que le decía su nombre completo. Siempre habían estado unidos y habían cuidado el uno del otro. Pero después de la enfermedad de Jem y de que su padre muriera, habían sido ellos solos contra el mundo. Su madre había tardado años en recuperarse de la muerte de su marido y Jem tuvo que aprender a cuidar de su hermano y de sí mismo. Ambos eran lo más importante que tenía el otro.

- Está bien. -Jem asintió lentamente. -Pero, ¿por qué te preocupas tanto?

Adam esbozó una pequeña sonrisa.

- Eres mi hermano mayor. Tú me cuidaste cuando éramos pequeños y sé que sigues haciéndolo cada día y preocupándote por mí. Tú estuviste ahí cuando más te necesité para entender cómo era y ahora quiero poder ayudarte.

Jem no pudo evitar levantarse y abrazar a su hermano con todas sus fuerzas. Luego se apartó y le besó la mejilla antes de sentarse en la cama junto a él. Le costó empezar a hablar pero cuando encontró las palabras, las dijo en un susurro:

- Creo que soy gay. Creo que estoy enamorado de Will. Y creo que es ese amor lo que me aterra tanto.

Adam miró a su hermano con atención y asintió. Después le pidió que le contara todo lo que había pasado con Will y cómo se sentía cuando pensaba o estaba con él. Jem le explicó todas las cosas de las que había ido dándose cuenta a lo largo del tiempo que había pasado con Will. Le contó todo lo que le había dicho y la forma en que había confiado en él. Recordó los momentos en los que más confuso se había sentido, dándose cuenta de que todos habían sido tras besarse.

Su hermano le escuchó pacientemente, haciendo algunas preguntas y asegurándole que estaba bien. Adam sabía por experiencia lo que la homofobia del mundo podía hacer pero se aseguraría de que, como había hecho su hermano con él, Jem nunca sintiese que debía esconderse y que supiera que no había nada de malo en ser él mismo. Y creía que la personalidad de Will también le ayudaría en ese proceso.

Después de una larga charla, Jem parecía mucho más relajado después de haber expresado en voz alta lo que sentía y Adam había sacado una conclusión.

- ¿Quieres saber lo que sé? -Preguntó Adam sonriéndole a su hermano.

- Claro.

- Sé que; eres gay, estás totalmente enamorado de Will y tienes miedo de decírselo porque crees que a pesar de todas las pruebas evidentes, él no siente lo mismo.

Las mejillas de Jem se volvieron totalmente rojas y se le cristalizaron los ojos. En cuanto Adam se dio cuenta, borró la sonrisa de su rostro y se acercó a abrazarle.

- James... está bien, tranquilo. -Susurró apartándose un poco para mirarle a los ojos. -Sigues siendo la misma persona, sigues siendo ese chico tímido que antepone su felicidad a la de los demás en todo momento y quien cuida y aguanta cada día al desastre que tiene por hermano. -Consiguió que Jem sonriera un poco. - Y si alguien te rechaza al descubrir cómo eres realmente, alégrate de haberte librado de ese tipo de persona. Ahora, prepárate, coge aire y ve a decirle a Will lo que sientes.

Jem miró a su hermano totalmente agradecido. Sus palabras le habían ayudado mucho.

- Espera, ¿cómo que vaya a decirle lo que siento? -Murmuró Jem al darse cuenta de lo que había dicho su hermano.

- Eso mismo, idiota. No esperarás que Will adivine lo que sientes, ¿no? -Dijo sonriendo.

- Pero... tiene que saberlo... después de... ya sabes. -Murmuró Jem volviendo a sonrojarse.

- Que hicierais eso no es una prueba de amor, al menos no de la forma en la que pasó. -Dijo Adam en voz baja. -Pero cómo miráis al otro cuando creéis que no se da cuenta, la manera en que la confianza ha crecido entre vosotros y todos, hasta el más mínimo momento o gesto que habéis compartido, sí prueba lo que sentís.

- Entonces ya debería saberlo... -Empezó a decir Jem.

- ¿Tú sabes si él siente lo mismo? -Le interrumpió.

- No, pero...

- Pero nada, levanta el culo de ahí y ve a hablar con él.

- No puedo, Will está haciendo un trabajo... -El móvil de Adam sonó anunciando que había recibido un mensaje.

- Will está, ahora mismo, en la puerta. -Dijo Adam leyendo el mensaje y sonrió.

- ¡¿Qué?! -Exclamó Jem al borde la histeria.

- Cálmate, le dije que viniera, que querías hablar con él. -Anunció Adam como si nada.

- Yo te mato, Adam, no puedo...

- Jem, luego me matas si quieres, pero ahora, baja al jardín trasero, yo voy a decirle a Will que te espere allí. Coge aire lentamente y cálmate. -Dijo Adam sin ocultar su sonrisa y salió de la habitación en dirección a la entrada.

Mierda. Jem se concentró todo lo que pudo en hacer que su respiración volviera a la normalidad y luego salió de la habitación y llegó a la puerta que separaba la casa del jardín trasero.

Cerró los ojos y suspiró, luego abrió la puerta.

Allí estaba Will. Sentado en uno de los columpios que habían y rodeado de hojas caídas. Tenía el pelo húmedo por la lluvia que había caído, el azul de sus ojos brillaba contra el ambiente gris del otoño y una leve sonrisa decoraba sus labios.

- Hola, Jem. -Saludó el chico.

AftermathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora