EPÍLOGO

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Un mes después, el único recordatorio de la operación de Jem era una cicatriz en el pecho y las revisiones a las que tenía que ir, pero estaba bien. Estaba muy bien. Tenía más fuerza que antes y sin duda se encontraba mucho mejor. Su enfermedad había estado agotándolo durante tanto tiempo que ya no se daba cuenta de ello.

La navidad había llegado tan rápido como habían caído las hojas al comienzo del otoño y Jem estaba en la casa retocando los últimos detalles para la cena. Tommy y Will iban a ir a cenar con ellos y Adam había ido a recogerles porque las calles estaban llenas de nieve y era imposible caminar.

Al entrar en su habitación, Jem vio el destello de la caja plateada que había sobre su escritorio; era el regalo de navidad para Will. Dentro había una edición especial del libro favorito de Will, Historia de dos ciudades, y un llavero con un adorno en forma de libro abierto en el que había hecho que grabaran sus nombres, uno en cada página.

- ¡Feliz navidad! -Exclamó Tommy al entrar. Se acercó a Jem y le abrazó sonriendo.

Ambos se habían hecho bastante amigos desde que Will y él dejaron de estar peleados, y, era el novio de su hermano así que le veía constantemente. Tommy era un chico tímido hasta que entraba en confianza, en ese momento aparecía una persona bastante distinta, que no tenía vergüenza de nada y que seguía las bromas pervertidas de su novio aunque hubiera gente delante. Era divertido estar con él.

Detrás de Tommy entró Adam, que cogió al rubio de la mano y le condujo a la cocina.

- Hola. -Dijo Will sonriendo mientras se ponía frente a él.

- Hola. -Respondió Jem embobado. Siempre le pasaba cuando se trataba de Will; todo lo demás dejaba de existir y solo importaba la forma en que los ojos de Will cambiaban de tono con la luz y cómo los copos de nieve descansaban en su pelo, contrastando con sus oscuros rizos.

Will dio un paso hacia él, le cogió de las mejillas con ternura y le besó lentamente. Jem correspondió al beso y sonrió al separarse, deseando que llegara el momento de darle su regalo.

Al darle la mano a Will, se dio cuenta de que llevaba una bolsa.

- ¿Qué es eso? -Preguntó mirándole.

- Tu regalo. -Respondió Will con una sonrisa.

- Will... -Se quejó Jem. -Te dije que no quería nada.

- Tú me vas a regalar algo, ¿no? -Jem asintió de mala gana. -Pues eso, estamos en paz. -Rio de forma leve y entró en la cocina.

Adam había terminado de preparar la mesa sirviendo lo que Jem había cocinado. La casa estaba decorada con luces y motivos navideños, pero no había árbol. El árbol era lo que más le gustaba a la madre de Adam y Jem de la navidad, pero hacía años que no ponía ninguno, incluso algunos años ni siquiera pasaba la navidad en casa. En ese momento, estaba en Chicago reunida con algún empresario importante.

Pero cuando los cuatro chicos se sentaron a la mesa, Jem miró a Adam, y al ver lo feliz que estaba, supo que lo había conseguido. Había conseguido cuidar de su hermano pequeño y hacer que la ausencia de su madre no le hiciera sentirse solo.

Decidieron que irían por parejas a darse los regalos porque eran cosas especiales para ellos y a la mañana siguiente darían el resto de regalos a los demás.

Jem subió a su habitación y Will entró tras él. Cogió la caja y se la tendió al moreno con una sonrisa tímida. Este se sentó en la cama, puso la caja sobre sus rodillas y la abrió. La sorpresa que mostró al ver el libro hizo que el corazón de Jem diera un vuelco, y cuando Will vio el llavero, miró a Jem con lágrimas de emoción en los ojos y se levantó para abrazarle con fuerza.

- Wo ai ni, Will. -Susurró Jem.

Will le miró confundido.

- ¿Acabas de hablar en chino? -Preguntó.

- Mandarín. -Explicó Jem sonriendo. -No te había dicho antes que era mi idioma natal porque quería darte una sorpresa.

- ¿Y qué has dicho? -Quiso saber Will mirándole curioso y sorprendido.

- Te amo, Will.

Will tardó un momento en reaccionar pero luego le dio un beso y susurró contra su mejilla.

- También te amo, James Carstairs. -Le dio otro beso, esta vez en la mejilla y alcanzó la bolsa que había traído.

Cuando Jem vio lo que había dentro, no pudo evitar que varias lágrimas recorrieran su rostro sin darse cuenta.

Era un violín. Will le había regalado un violín. Era una pieza única, con la mejor madera que había, barnizado de manera que parecía de color caramelo y con detalles dorados. Pero lo más bonito eran las palabras en galés que habían escritas en el borde inferior del violín: rwyf am i chi roi trac sain i'n hanes.

- Quiero que pongas la banda sonora a nuestra historia. -Susurró Will traduciendo.

Jem no sabía qué decir, era hermoso. Dejó el violín con cuidado sobre la mesa y se acercó corriendo a Will, le rodeó el cuello con los brazos y le besó. Le besó una y otra vez. Le besó hasta que no tuvieron aire y se aferró con fuerza a él, sabiendo que Will era esa persona. La persona que conocía todos sus secretos, problemas y defectos y que se quedaría con él para luchar contra los demonios del pasado que aún le perseguían en las pesadillas.

Ambos habían sido para el otro alguien en quien confiar cuando lo necesitaban y sabían que no habría nada lo suficientemente fuerte como separarles, no cuando en los brazos del otro estaba la llave para dejar de tener miedo y saber que al final las cosas saldrían bien.

Esa llave era su amor, ese amor que había sido la consecuencia de un juego.

THE END

AftermathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora