Capítulo 5 | Mi vida, mi decisión

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 Las tres estamos en casa de Helen. Mis amigas se dan cuenta de que lo que les tengo que contar es algo grave. Vamos hasta la habitación de Helen, y nos acomodamos cómodamente. Helen y Dafne están en la cama, y yo estoy en un puff.

-Primero les contaré lo que pasó con Alex. Pues...llegué a su casa y entré tratando de no hacer ruido pensando que iba a despertar a sus padres-. Dafne y Helen empiezan a reír.

-¿De qué se ríen? ¿Ya sabían que vive solo? -Les pregunto confundida.

-Bueno, la idea era que vayas sólo tú, así estabas a solas con él -Me responde Helen.

-Sí, ya lo sabíamos -Me dice Dafne, y luego empiezan a reír de nuevo.

-Tengo ganas de matarlas, pero no lo haré, porque...valió la pena estar sola con él -Les respondo a ambas con una sonrisa que trato de ocultar.

 Dafne y Helen se miran la una a la otra nuevamente y chocan palmas. Luego las miro rotando los ojos.

-Bueno, presten atención. Llegué, fuimos a su habitación, y empezamos a charlar...

 No me quitan los ojos de encima, me prestan atención durante toda la historia. Finalmente termino de hablar, y ya empiezan a hablar hasta por los codos.

-Mmm, ¿Así que dormiste en su cama? ¿Segura que lo hiciste sola y no con él? -Me pregunta Dafne con cara de "A mí no me engañas".

-¿Ése mismo día tomó un café con ella? Claramente está por las nubes con ésa chica. Él no es tan directo - Dice Helen.

-Te hubieras quedado a comer una rebanada de pizza. Mmm, ahora tengo hambre -Dice Dafne.

-Lo siento mucho por ti, Diana. Es una lástima que tenga los ojos en otra -Dice Helen.

-Bueno, déjenme hablar, otra vez. Dafne, dormí sola. SO-LA. ¿Okey? En cuanto a lo del café, Helen...Alex me dijo que esa propuesta le salió del alma, y que se sentía tan incómodo con su "hermosa mirada" que no supo qué otra cosa decirle, y bueno pues tuvo la suerte de que le respondiera que sí. Y no se preocupen por mí. Sí, me desilusioné, pero es mejor que no me haya enamorado u obsesionado demasiado con él, porque ahora les tengo que contar lo que pasó ayer, que no es nada lindo. 

Empiezo a hablar de lo sucedido ayer. Ninguna de las dos me interrumpe en ningún momento, excepto cuando me pongo a llorar. Las dos saltan de la cama, y se dirigen hacia a mí a abrazarme. Es un abrazo hermoso como el que me dio mi padre hace unas 12 horas. Siento que me puedo dormir en el perfume de ambas, el perfume de mis mejores amigas, las cuales considero hermanas. Deseo que no me suelten nunca.

-Bueno, Diana...dinos qué haras -Me dice Helen, limpiándose una lágrima que caía lentamente por su mejilla.

-Primero que nada, les quiero decir que son las primeras que lo van a saber. Por favor, tómenlo con calma -tomo aire, espero 5 segundos-, chicas, decidí que...

 Antes de hablar suena el teléfono de Helen. Rota los ojos, se levanta y agarra su teléfono. Es su novio.

 -Ahora no, idiota. Luego me hablas. Adiós.

 Helen tira el teléfono con brutalidad en la cama, y al rebotar cae al piso.

-Continúa -Dice Helen.

 -Chicas, decidí que me iré a España con mi padre...

Dafne me mira con confusión.

-No, Diana. ¡No te puedes ir! tienes que quedarte aquí, vamos, si quieres puedes vivir conmigo, pero ¡quédate aquí! -me dice Helen desesperadamente.

Una Del MoralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora