Asesinatos de la escuela

¡No me delates!

No lo podía creer, cualquier persona en la misma circustancia me hubiera dejado sola, o delatado con la policía, pero él no lo hizo.
Creí que era una buena oportunidad para probar cosas nuevas, como tener un cómplice en algo, pero no estoy tan convencida ya que puedo hacerlo yo sola. Sólo lo voy a usar por si me sucede algo.

Luego de un rato pensando, me fui al sótano a ver a Barry, para saber qué hacía, qué era lo que pasaba dentro de esa estúpida cabeza.

—¿Qué haces? —Le pregunto.

—T-ten-... —Dice entrecortado ya que no podía hablar— Tengo sed... —Completa.

—¿Tienes sed? —Pregunto mientras observo sus labios secos, un poco lastimados ya que estaba muy sediento.

—Sí... —Hace una pausa, cierra los ojos— Por favor, tráeme agua.

—Está bien. —Le digo con tono enojado.

Voy a la cocina, lleno un vaso con agua y bajo de nuevo al sótano.

—¿Quién podría estar buscándote? —Le digo mientras le doy el vaso.

—No lo sé... —Piensa— Mis padres... Amigos... Mi hermano...

—¿Tu hermano? —Pregunto sorprendida.

—Si.

—¿Tu hermano? ¡No me lo esperaba! —Empiezo a reir muy fuerte.

—(Tratando de entender, confundido) ¿Qué ocurre con eso...? —Dice lentamente.

—¿En serio? —Comienzo a reir mucho más fuerte— ¿Acaso no sabes que los hermanos han nacido para odiarse a sí mismos?

—Eso no es cierto...

—Sí, lo es. Ninguno corre por ninguno, ninguno llora por ninguno; simplemente se odian.

—Él no es así... —Dice Barry.

—(Haciendo burla) "Él no es así" —Lo mira y me acerco a su oído— Todos los hermanos son las mismas malditas ratas.

Me aburría un poco con Barry, por ende decidí subir a mi cocina y prepararme algo para almorzar. Me parecía un poco idiota... ¿Cómo puede pensar así de su hermano? Dando tantos discursos defendiéndolo, ya me iba a agarrar diabetes de la dulzura que tiene por él.
Mejor voy a ver a Brandon James, bueno, Jim. Para mí va a ser Brandon James, a casi todos mis amigos les pongo nombres de asesinos, porque me encanta. Él seguro me ayudará a saber qué hacer con Barry.

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—Es un día muy bonito... ¿No? —Pregunta James.

—Podría estar mejor si no estuvieras tú. —Respondo irónica.

—(Riéndo) ¿No hay un día en el que hables bien? —Pregunta.

—No lo sé... Desde que aparesiste tú no paro de "no hablar bien".

—Cállate. —Comienza a reír.

Pasan algunos segundos en silencio.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —Le digo curiosa.

—Claro; dime. —Responde.

—¿Por qué...? —Paro un segundo— ¿Por qué me has ayudado a esconder el cadáver?

—No lo sé... —Mira al cielo— Es complicado ¿Sabes? —Me mira— Desde que te vi me pareciste interesante, y la verdad quiero ser tu amigo, o lo que tú quieras.