Me estoy riendo solo, tumbado en la cama. Me río de mi persona, mi desgrácia.
Sin que lo piense, en un momento me veo sentado en el borde de la cama. Agacho la cabeza y cierro los ojos. Blanco, no pienso en nada. Empiezo a sentirme muy mareado, pero no puedo moverme. Levanto la cabeza y miro al reloj que hay en la mesita de noche, a mi izquierda. Son las cuatro menos cuarto de la madrugada. Necesito salir de casa.
Así que me decido, y me levanto de la cama. Mas bien lo intento, al intentar moverme me da un calambre en la espalda que me llega al pie izquiero, cayéndome al suelo. Me quedo con la cara pegada al suelo, con los ojos muy abiertos. Siento el calor de la moqueta, y la acarício. Supongo que ya no puedo ir mas bajo, mental y literalmente. Se me pasa una pregunta tonta por la cabeza, ¿porqué me tenía que caer justo ahora? Justamente encima de la moqueta y ponerme a pensar en mi situación. Ya han pasado cinco minutos, y una lágrima me cae desde la punta de la nariz hácia el suelo lentamente, como si nunca llegase a caer del todo.
Este es el verdadero Al.
Débil, pensador, sensible... ¿De verdad quiero ser así? Finalmente me levanto, poco a poco. Son las cuatro y cinco. Me abrigo para salir a la calle, solo me llevo las llaves.
Al salir de casa, el frío me invade. Las piernas se me congelan y al cabo de un rato la nariz se me enfría. Camino durante un rato hasta llegar a la plaza dónde he estado por la mañana. Una vez llego, me paseo por los caminos de arena que hay y, observo a mi alrededor, una zona verde, con vida, llena de plantas, en medio de una ciudad enorme, buscando su rincón dónde la gente se siente bien y descansa.
Me siento en un banco, y apoyo la cabeza en el tronco del gran arból que hay detrás mío.
- Búscate a ti mismo -dice una voz serena, de una chica.
Doy un salto, es Sara. Es extraño pero no me resulta raro que ella esté aquí, de hecho, me anima.
- Explícame, por qué extraños motivos de la vida has acabado aquí. -le digo mirándome los pies-
- Supongamos que me apetecía. -se ríe, ocultando media cara con la bufanda.-
Se sienta en el banco con las piernas cruzadas, mirándome a mí. Tiene las manos en los bolsillos de su chaqueta. Giro un poco la cabeza, y la miro de reojo. Yo tambíen me guardo las manos en los bolsillos.
- Te veo bien -me dice. No me hace gracia, parece que se burla de mí- Cuéntame tu secreto.
- Cuéntame tú porque me sigues. -le miro a los ojos con cara triste- ¿Que quieres de mí?
- Solo quiero ayudar, ¿te acuerdas de mí? -se me acerca con curiosidad.
- No, ¿ya nos conocemos?
-Sí, hace unas semanas, en la fiesta de tu amigo.
Mi amigo...
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Si ella quiere
Novela JuvenilAl es el prototipo de chico perfecto y popular en el instituto. Si no fuese por Sara, su vida estaría a punto de tomar un final trágico. A veces, quién menos te lo esperas puede darte grandes lecciones de vida, y ayudarte a ver las cosas desde otra...