Oxidada

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Me gusta oxidarme, crujir mientras me muevo. 

Que alivio dejar de juzgarme.

Que delgada se siente mi cabeza ahora, cuánto gusta, cuánto amo.

Que placer estar triste por pensar, que placer estar triste por vivir.

Que ironía aquellos aceitados que se dibujan las manchas oxidadas. Aquellos que aún siguen tan aceitados que logran entorpecer a los que vienen de a uno, buscándose. 

Fui parte de la estupidez humana, que me hace humana, y fui parte del odio que me hace humana, y soy parte de ello que fui, de lo violada que estoy ahora por la mera razón de estar aquí escribiendo. 

¡Ojalá te oxides, ojalá te violen esa cajita mal acostumbrada! ¡Ojalá seas triste, para siempre!

VigiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora