No hay escapatoria

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Aquel hombre veía gris.
Aquel hombre se gobernaba a si mismo.
A aquel hombre todo le sabía igual.
Aquel hombre es muy listo, muy evolucionado
Aquel hombre de detenía por algo, por la música.
Aquel hombre se unía a nosotros, pero no era tan humilde para darle lugar a los colores. Entonces le dije: "¿A dónde te ha llevado tu visión única, tu fortaleza?"
Calló
"Me sostuve" dijo, tampoco atribuye poder a lo ajeno en su cabeza.
El desenlace que otorgué fue algo así: "Yo sé que no puedes evitar sentir algo cuando oyes el orden de la melodía, de la armonía, del ritmo". Sus ojos fueron hasta mi derecha. Tuvo un recuerdo tal parece, me dijo "Veo azul", a lo que yo le dije "¿Conoces el azul?", dudando señaló el cielo y asentí. Sentí que él estaba aprendiendo a abrirse, pero yo fui su alumno, lo supe cuando dijo: "Lo que nos vuelve vulnerables nos ayuda a creer. Los colores no existen, pero yo descubrí uno cuando abrí mi intimidad".
Desde entonces, él transita la fantasía y yo hiervo en porfiado. A veces trato de recordar como olía el jazmín, o el color de ojos de mamá, pero se me pasa.
Mejor acabo aquí, acaban de poner música... y la detesto.

VigiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora