NOAH.-
—No entiendo por qué eres tan perseguido por el amor, Georgie —dice la abuela de Erin, una enigmática empresaria retirada, majestuosa diseñadora y una estupenda e inesperada modelo también retirada. Su cabello canoso caía con una gran onda en su frente, traía una blusa de diseño de leopardo y un pañuelo blanco que le cubría todo su largo cuello, unos pantalones rectos del mismo color y unos zapatos con un taco de veinte centímetros, sin nombrar su abrigo largo de color gris—. Más encima borracho estabas. ¿Y tú, Violet?, me decepcionas un montón. Nunca pensé que estarías tan borracha, mi niña.
—Lo siento, mamá Rosie —dijeron al unísono GJ y Violet, indignados y con miedo de decir algo más.
Miré de soslayo a Erin quien se ahogó una risa al ver el rostro de Georgie imaginándose cómo iba a quedar su cabello luego de echarse muchos productos para el cabello. A diferencia de muchas chicas que conozco, Erin se ríe como se le pega la gana. Si quiere hace sonidos de cerdo al reírse, se apoya en cualquier lugar para calmarse, se ahoga con su saliva y la única forma de pararla es... ninguna. Su risa era bastante contagiosa y es demasiado extrovertida.
—¿Te has teñido el cabello alguna vez? —preguntó la señora de cabello canoso—. Porque si ésta es tu primera vez, has arruinado por completo tu cuero cabelludo.
GJ ahoga un grito.
—¡¿Qué?! —Coloca una mano en su pecho indignado y con los ojos saliendo de su órbita—. Ojalá que sea una broma, mamá Rosie.
—Lo único que sé es que tú eres una mala influencia para mi amada nieta —comenta, pero no parece ofender a nadie—. Pero me gusta. Haces que sus días sean más divertidos.
—Oh, no —Coge su mochila la nombrada Erin preparada para irse a quién sabe dónde—. No quiero escuchar tus charlas de vida, abuela. Me iré a la preparatoria.
—Aún no logro captar por qué su nieta le dice abuela y los amigos de su nieta, o sea, nosotros, le tenemos que decir mamá —reclama Violet, una chica de baja estatura con el cabello como melena, ojos grandes y saltones y su cabeza pequeña y perfilada. Estaba con una camiseta negra ajustada y unos pantalones sueltos, pero en la cintura bastante apretada y era corto, con unas zapatillas negras.
—Porque yo de sangre soy abuela de esta mujer —denigra a Erin, pero obviamente de broma—. Y mientras sus padres salían yo los cuidaba a los tres. Prácticamente yo fui quien los crió.
—Bien —interrumpí su debate y todos los ojos me quedaron observando sorprendido de que yo dijera algo. Desde que llegué había mantenido un silencio y pocas veces fui capaz de criticar algo—. Tengo que volver, tengo entrenamiento y no quiero perder clases. No quiero que me tachen como un irresponsable.
—Llévate a mi nieta. Tú la trajiste, tú te la llevas —obligó mi abuela, dejándolo de mirar y siguiéndole haciendo maravillas en el cabello de GJ.
—No, eso no —se negó rotundamente Erin y la respuesta era mutua, aunque preferí callar—. Aparte, no tengo nada más qué hacer. No llegaré para hacer el examen de álgebra y será una reprobación absoluta en ese ramo. —me quedó observando pensando en que yo podría decir lo mismo, pero quería que un montón de conspiraciones vuelen sobre su mente—. ¡Vamos, Noah! Sé que no quieres irte conmigo.
—Tienes razón, pero la mayor ordena y el menor obedece —razona y ella pone los ojos en blanco. Es demasiado testaruda como para ser humana—. Yo me la llevo, señora Rosie. No se preocupe.
—Gracias, hombre —agradeció y enseguida me adelanté para ir a la motocicleta porque esta vez no iba a dejar que una niña que maneja como quién sabe qué toque nuevamente algo que no es mío.
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La única chica. © [EDV#1] | ✓
Jugendliteratur¿Han escuchado esa antigua leyenda sobre el hilo rojo del destino?, pues Erin sí y no porque lo haya encontrado en una página de internet, sino porque su abuela -quien antes era una actriz, modelo y diseñadora de revistas- se la pasa contando esa hi...