Bill
Escuché pequeños golpes de lluvia en la ventana. Era consiente que entre sueños murmuré el nombre de Tom y él vino de inmediato, se metió debajo de las cobijas y me abrazó.
-Bill, ya no eres pequeño para que me llames a la mitad de la noche- aquello me hacía mucha gracia, si bien era yo quién lo llamaba, él jamás se negó a venir.
-Entonces, ¿por qué continúas metiéndote en mi cama?- contesté divertido sin abrir los ojos
Tom me dejó de abrazar de un momento a otro. Abrí los ojos para observar aquella mirada color avellana, pero al voltearme... él no estaba, busqué con la mirada a mi gemelo por la habitación del departamento en Nueva York, pero nada.
Un sentimiento de tristeza e impotencia inundo todo mi ser, con un nudo en la garganta lo llamé en la oscuridad de la noche, teniendo toda la esperanza de que él viniera hacia mí, hacia mis brazos, murmurando palabras tranquilizadoras, afirmándome que se encontraba conmigo y que no me dejaría nunca.
Pose mi mano extendida en el lugar donde Tom se encontraba hace unos instantes, no había calor... las lágrimas que me habían estado amenazando para salir rodaron por mis mejillas.
"Tom nunca estuvo aquí, había sido solo un sueño"