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Que el mismísimo angel Raziel le dijiera que tenía derecho a quedarse con su hermana, hacia que su corazón a llenará de una alegría indiscutible, ya quería ver el rostro del niño angel, cuando llegará y tomará a su hermana, si sería de lo mejor. Por el momento tenía que arreglar algunas cosas, lo que incluía esa hermosa casa a unos kilómetros del un pequeño pueblo, quería que tuviera nuevos muebles y más utencilios, sin mencionar que tenía que rebastecer la sala de armas, la cocina... y quería comprar ese hermoso piano que una vez vio.

Se encontraba en un pequeño despacho, revisando algunos papeles y revistas para ver los tipos de muebles que quería.

-Unas nuevas cobijas no estarán mal. Todos los oscurecidos se encontraban perfectamente ordenados en filas, escuchando atentos a Sebastián. -La ropa la compraré cuando ya estemos juntos. Le hizo una señal a uno de los oscurecidos quien se acerco.

-¿Señor?. Con una suave reverencia el antiguo cazador se acerco a Sebastian.

-Quiero que tu y otros diez de ustedes me consigan esto. Tomó un papel y comenzó comenzó anotar lo que necesitaba. -Toma, el dinero ya saben s donde sacarlo. Le hizo la seña a otro oscurecido, que se acerco s la misma forma. -Tu y otros vayan y limpien la casa. Se levantó y salió del despacho.

Quería darse un baño antes de ir por su adorada hermana. Sentía en su pecho un calor embriagador, la esperanza comenzaba comenzaba crecer, por fin tendría a alguien a quien amar y quien lo amara, alguien que ya no lo juzgara, que lo tratará como un humano. Una sonrisa se formó en sus labios, comenzó a tararear una vieja melodía, mientras buscaba la ropa apropiada.

-Cuando te tenga en mis brazos acabar e con esta guerra. Sonrió al pensar en el fin de esa guerra que su padre había iniciado y el continuado. -Sólo por ti mi reina. Se quito la ropa y se metió metió bañar.

El agua feo le ayudaba a pensar a desacerse de todo aquello que no le gustase. Aunque no están sucio, quedó verse lo mejor posible, claro que el ya era perfecto y no tenía porque arregla. Antes de ir, quería que todo en la nueva casa estuviera de la mejor manera, por lo que tendría que ir a revisar a los que limpiaban y después verificar que los otros oscurecidos comprarán todo de manera correcta, no quería que se llegarán llegarán equivocar en una sola cosa.

-Tienes un sentido demasiado perfeccionista. Una voz fuera del baño le hizo asomarse por las cortinas.

-Raziel... ¿vienes a acompañarme para recoger a mi hermana?. Salió del baño comenzando a secarse con una toalla.

-No, sólo vengo a decirte que tendrás una sutil competencia. Raziel de encontraba sentado en el borde de la cama, le aburría tener que explicar todo.

-Si te refieres al rubio teñido, no te preocupes, ya que tu me diste tu bendicion. Salió del malo con una toalla secando el cabello.

-Bueno... resulta que Jace también recibió mi bendicion. Eso hizo que la sonrisa de Sebastián se borrara.

-¿A que te refieres?. Sentía como su pecho se oprimia.

-Pues uno de ustedes se quedara con el corazón. Se encoje de hombros, por dentro se regosigaba de alegria. -Tendrán que conquistarle. Se levanta de la cama y dándole una sonrisa se desvanece.

-Idiota. Lanzó la toalla al cesto de ropa sucia y se colocó la camisa blanca botones. -Tendré que conquistar a mi hermana. Salió de la habitación y se fue con uno de los ex cazadores.

-¿Señor?. Sebastián caminaba s un lado a otro, pensando en algo lindo para regalarle a su hermana, algo que superará al estúpido del teñido.

-Necesito que me consigas unos gises. El coraje comenzaba a inundar cada fibra de su cuerpo. -Para dibujar, de la mejor calidad. El oscurecido no preguntó nada mas, para salir corriendo.

El ojinegro se dirigió a la sala de armas y se quito la camisa blanca, estaba descalzo lo que no era un problema para entrenar. Tomó una espada y comenzó a golpear un mástil de madera dura. No le importaba el hecho de que cada astilla que salía volando le cayera a el provocando suaves rasguños, le dolía el hecho de que tenía que seguir peleando, era más que obvio que su hermana elegiría a ese estúpido niño angel. Nunca lo elegiría elegiría el, que era un monsturo, un demonio, alguien sin corazon... pero, si no tenia corazon, ¿porque lloraba?. Dejo de golpear cayendo de rodillas y tocando sus mejillas, el no debía de sentir nada, sin embargo ahora sentía dolor, tristeza y en ese momento la soledad se sentía más fuerte que nunca, mirando como sería imposible aquello que se merecia... no, que queria, aquello que anhelaba.

-Una familia. Su voz temblaba mientras una melancólica sonrisa surcaba su rostro. -No me importa que sea por unos escasos segundos, sólo quiero... Miro a su alrededor analizando cada esquina de la habitación.

¿Que era lo que queria?, una familia, el amor de una, ser amado y no temido, que alguien sonriera al verlo... si quería ser humano, quería sentir amor, aunque eso lo destruyera.

-Deja de llorar. La voz de Raziel era tranquila.

-Tu lo ocasionaste. Se levantó limpiando sus lagrimas. -Tu sabes que Clary nunca me elegiria. Camino hacia el Ángel para encararlo.

-No es Clary. La cabeza le comenzaba a doler. -No te puedo decir quien es, pero si te puedo dar una pequeña pista. Se acercó a Sebastián quien seguía estático.

-Sólo dime. Ya no sabía que pensar, quien podía ser la persona con la que estaría atado.

-Sólo ten den cuenta unos ojos que se asemejan al cielo. Se dio la vuelta saliendo de la sala de armas, Sebastián sabia que era inútil seguirlo.

-Vaya pista. Se peino el cabello hacia atrás y dejo la espada en su lugar, se metería un rato en la tina, necesitaba relajarse.

Tenía que planear que haría para lograr conquistar a aquel con el que lo amarrarian. Hizo una nueva de desagrado, por su manera de pensar, no lo amarrarian, no que fuera en contra de su voluntad, el quería esto, sonrio mientras la tina de llenaba de agua tibia.

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Hasta los malos tienen corazon.... es tan lindo~~, bueno espero leernos la próxima ♡

¡Él es MÍO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora