Capítulo 30.

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Las lágrimas de Astrid se deslizaban por sus mejillas.

¡Dios! ¿Cuánta más iba a tener seguir sintiéndose así? Estaba cansada de llorar, de sentir dolor, ¿Por qué no podía sentirse bien? ¿Por qué no podía sentirse feliz?

Porque la realidad no la dejaba serlo. La realidad en la que estaba viviendo era demasiado cruda y en verdad la estaba afectando física y emocionalmente. Su cuerpo ya no daba más, lo único que deseaba hacer era morirse porque sentía que esa era la única forma de dejar de sentir dolor.

¿Por qué las personas no pueden tener interruptores de sentimientos?

Cuando un sentimiento sobrepasa nuestras capacidades de aceptación, lo apagamos. Así de fácil. Pero hay que aceptar que esa no es nuestra realidad, que eso no existe en nuestra vida y hay que tratar de seguir adelante aunque haya personas que se queden por el camino. Nadie dijo que la vida no es fácil... pero más difícil se pone cuando sientes que nadie está de tu lado. Astrid no podía 'confiar' en sus padres porque ellos apenas sabían la mitad de las cosas que Hiccup le había hecho. La familia de él sabia muchísimo menos y ahora Jack parecía estar distanciándose también.

¿Acaso Jack no comprendía que Hiccup no volvería a ser el mismo? Parecía que no escuchara a Astrid cuando ella hablaba. ¿Por qué seguía insistiendo? ¿Qué no se daba cuenta de que le estaba haciendo mal?

- Jack, por favor detente. Ya no puedo seguir —dijo entre lágrimas.

- No. No, yo no dejaré de seguir haciendo lo que hago hasta que te des cuenta de la verdad.

- Ya la acepte pero parece que tú no.

- No... no, tú no puedes aceptar la realidad porque no estuviste aquí, porque no sabes lo que yo vi.

Era en esos momentos que Astrid sentía ganas de colgarle el teléfono para dejar de escuchar la voz del joven. Era impresionante como le taladraba el cerebro y no la dejaba en paz. ¿Acaso así se sintió Hiccup cuando Elsa lo manipulaba? No. Él no se daba cuenta de que era manipulado por lo que no le molestaba en lo absoluto. Es más, a él le gustaba que ella le dijera como tenía que decir las cosas, después de todo, la manipulación funcionaba así. El manipulado no podía decidir por sí solo, necesitaba la ayuda del manipulador.

- Tienes que venir... te lo suplico, solo ven, míralo y saca tú tus propias conclusiones.

- Jack...

- ¡Solo hazlo! ¿Qué no lo entiendes? Lo estás matando —escucho un silencio por parte de la joven-. Sí, así es. Lamento ser tan directo pero es la verdad. Hoy escuche como la enfermera le decía que Hiccup estaba entrando en un cuadro de depresión y si eso llegaba a suceder, en el estado en que estaba... no sobreviviría.

Ahora ella sí deseaba morirse. Pensaba que estaba haciendo un bien pero resultaba que estaba haciendo un mal. ¿Cómo era posible?

- Solo te advierto una cosa. Hipo desea hablar contigo... yo que tú lo haría ahora en vez de hablarle en su funeral —corto el teléfono.

'Su funeral' esas fueron las palabras que quedaron dando vueltas en la mente de Astrid. Se dejó caer sobre su cama. Estaba completamente agotada, ya no sabía que más hacer para dejar de sentirse así. Ya se había tomado dos antidepresivos, no podía seguir tomándose más... aunque sería una buena idea no podía hacerlo. ¡No podía siquiera matarse a ella misma!... solo deseaba quedarse dormida y nunca volver a despertarse. Pero en aquel momento ella pensó que eso podría sucederle a Hiccup. Una angustia comenzó a recorrer su cuerpo. La última vez que ella lo había visto había sido en un estado de coma... ¿Cuándo volvería a verlo de nuevo? No quería que fuera en su funeral, pero tampoco deseaba ir a verlo en aquellos momentos. Tenía miedo, miedo de que él la insultara o déjese algo. Pero las cosas que le decía Jack la hacían dudar de que Hiccup fuese capaz de hacer eso.

¿Sería posible que el antiguo Hiccup haya vuelta?

Si era así, tenía ganas de escuchar que era lo que tenía para decirle. No tenía ánimos como para quedarse la vida eterna pensando que hubiese sido lo que él habría querido decirle en caso de que algo malo le sucediera. Algo dentro de ella se retorció y le provocó un fuerte dolor de estómago. El simple hecho de pensar que tendría que volver al hospital para ver a Hiccup le causaba pánico. Posiblemente él había escuchado todo lo que ella le había dicho y sentía vergüenza... no sabe porque pero así era.

'¡Ya basta!' se dijo para sí misma.

Tenía que terminar de una vez por todas con todo aquello. Todo en la vida tiene cosas buenas y cosas malas, pero en definitiva hay que pensar en nuestro bien... y pensando en su bien había llegado a una decisión. No iría a ver a Hiccup.

Elsa estaba recostada en la cama de su celda. Aquel lugar era una completa tortura para ella. No estaba acostumbrada a estar en lugares como aquellos y el simple hecho de estar en uno le causaba repulsión. Ya estaba harta, no lo soportaba más. Lo único que deseaba hacer era irse pero no podía hacerlo. Tres malditos meses estuvo allí dentro y en ningún momento sus padres pudieron sacarla de allí.

'Malditos' pensó para sus adentros.

La cosa, es que no les llamaba así a sus padres, sino que lo hacía con la familia de . Gracias a ellos, el abogado que los padres de Elsa habían contratado para que la sacaran de allí no pudo hacer nada. Lo único bueno que hizo fue mantenerla en una prisión para personas que aún no fueron condenadas pero por diversas razones deben permanecer en una cárcel. Solo esperaba que en todo este tiempo, aquel abogado haya hecho algo bueno. Ya se había enterado que Hiccup había despertado, por lo que dentro de un tiempo más sería el día del juicio y por el bien de todos sería mejor que ella no terminara tras las rejas. Estaba tan concentrada en sus pensamientos que en ningún momento se dio cuenta de que un policía se había parada frente a su celda, y con un bastón hacía sonar los barrotes. La joven salió inmediatamente de sus pensamientos y se levantó de un salto por la impresión.

- Tienes visitas —dijo el policía haciéndose a un lado para que la joven pudiera ver de quien se trataba.

Sus ojos azules pudieron ver aquellos bellos ojos color verde que la estaban viendo fijamente con una sonrisa ganadora en el rostro.

- ¡Hans! —se colocó de pie inmediatamente y pegó a los barrotes.

El policía se fue sin antes recordarles que tenían 15 minutos.

- ¿Cómo vas?

- Ni me hables. Me siento sucia y la comida de aquí es un asco.

- Sí... no te ves para nada bien —dijo un poco asqueado.

- ¡Hans! —gritó molesta.

- ¡Era broma! ¡Era broma! —dijo entre risas-. Solo vine a decirte un par de cosas que creo que te interesaran.

- ¿Es sobre Hipo? ¿Cómo está? ¿Le pasó algo?

- Él esta... relativamente bien. Está pasando por una recaída pero no te preocupes ya saldrá de esa.

- ¿Recaída? ¿Por qué? Te apuesto que fue esa desgraciada de Astrid.

- Eso no me importa y a ti tampoco te tiene que importar. Lo importante es que dentro de poco él estará lo suficientemente bien como para dar sus declaraciones a la policía.

- No dirá nada malo de mí. Él me ama, yo lo sé.

- Que linda... pero no. La policía no será quienes le tomen las declaraciones, sino que lo hará un psicólogo.

Los ojos de la joven se abrieron con exageración. No, eso no sonaba nada bien.

- ¿Qué quieres decir?

- Que si un psicólogo llega a ver a Hipo se dará cuenta de que él estuvo bajo manipulación y eso ya será prueba suficiente como para incriminarte.

- ¡No podemos dejar que eso suceda!

- Tranquila, ¿Por qué te pones así de loca?

- ¿Loca? ¡¿Loca?! Si un psicólogo agarra a Hipo mi vida estará tras estas rejas y no quiero que eso sea así.

- Descuida eso no pasará.

- ¿Por qué estás tan confiado?

Hans se alejó uno o dos pasos hacia atrás. Abrió sus brazos, poniéndose bien erguido y mostrando una sonrisa de oreja a oreja.

- Estás viendo al nuevo psicólogo de Hipo.

Manipulado » Hiccstrid [Adap]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora