Su corazón estaba latiendo rápidamente, por el temor ocasionado en la persecución pero se decía a si misma -Ya está, todo paso...ya está, deja de latir...-con su mano en el pecho como queriendo sacar su corazón para detenerlo.
Apoyada sobre un paredón se dejó caer, notando como los bandidos la miraban de reojo mientras circulaban enfrente de ella.
Se levantó y con una daga bajo su manga como ocultandola de estos, camino hacia un pasadizo que llevaba directamente al puerto.
Vió que un muelle estaba desocupado, se dirigió despacio hacia este, sentándose y mojando sus pies con las olas que se arrimaron a la costa.
Llorando y con un rostro mostrando dolor se lavó las heridas de las plantas de los pies que se habían generado por la persecución, repitiendo en su cabeza - No ayudes a nadie, no lo vuelvas a hacer...- lágrimas seguían cayendo, y más de esa sal que contenía el mar se penetraban en sus heridas- este mundo sigue igual, la gente sigue igual, el destino también... Elica, tenías razón, ellos jamás cambiarán.- limpiando con los puños sus lágrimas, se levantó afirmado sus pies mojados en las tablas deterioradas y cuando levantó su vista, retrocedió dos pasos al notar que unos soldados se aproximaban observando el lugar.
Sin dudarlo saltó al mar, escondiéndose bajo el muelle que tenía un espacio para respirar y unas tablas para sujetarse de los golpes de las olas.
Los soldados sintieron el ruido de ella cayendo al mar pero al no notar nada a la distancia, no le dieron importancia, siguiendo su camino.
Luego la niña salió por uno de los costados, empapada, y así no podía ir tan lejos debía esconderse en un lugar hasta que se secara por lo menos la tela de algodón negra con que se envolvía.
-Creo que hoy no es tu día- dijo un chico, que había observado todo lo sucedido.
-¡Maldición!- gritó, sacando sus dagas -ni se te ocurra acercarte.
-tranquila, si te quisiera hacer daño ya lo hubiera hecho- comentó con una sonrisa el chico -Me llamó Baltazar, y ¿tú?.
-No te interesa.
-¿Eres maleducada por naturaleza o la vida te hizo así niña ? Mira que ya son dos veces las que me tratas mal.
Al alzar la vista, mientras sujetaba su capucha mojada, recordó su rostro.
Respondió -La vida.
- Bueno, no puedo culparte- dijo mientras se acercaba a ella.
-No te acerques te dije.
- Bueno, bueno ya entendi- el chico comenzó a sacarse su manto que solo cubría su cuerpo ya que dejó al descubierto su rostro anteriormente.- ¡toma!- gritó tirando la capa a la niña.
Ella rápidamente la agarró, diciendo- Si te acercas mientras me lo colocó, te cortaré el cuello.
-Esta bien, está bien- dijo el chico con simpatía.
Dándose vuelta se sacó el manto mojado, dejando ver su hermoso cabello largo, aparte de su vestido rosa que al estar mojado permitía delinear su silueta.
Tirando a un costado la tela húmeda, se puso rápidamente el dado por él joven.
-Gracias- dijo en voz baja la chica mientras se daba vuelta con el manto tapando su cabeza y gran parte de su cuerpo por ser más ancho y largo que el de ella.
Haciendo una reverencia, el chico dice-De nada niña rara- levantando su cabeza, continuó- ¿ahora me podrás decir tu nombre?
-Lo lamento, no puedo hacer eso
- Que mala suerte la mía, pero no importa tengo otra idea, pero antes que nada debo comentarte que yo vi lo ocurrido en la zona comercial, y por haber intentado ayudar a mi amigo, te debo un favor.
-Ese imbécil ¿Era tu amigo?- comentó con enojo la chica.
-Oye no le digas así, no es su culpa comportarse como un idiota.
-no me interesa, culpa de él no podré ir a buscar comida en la puestos comerciales.
-Bueno hay es donde quería llegar, mi idea es que a cambio de comida, tú conteste una de mis preguntas por día.
-no puedo aceptar, hay cosas que no podré contestar.
-Eso no importa, será una mala pregunta mía y un día perdido para mí, tú igual recibirás la comida, siempre en cuando no seas cruel y rechaces muchas de mis preguntas.
-¿Porqué haces esto?.
-Estoy interesado en tí, y me gustaría saber más de vos - luego el chico pensó que eso se malinterpretaria, por lo que aclaró- Emm claro, no con fines románticos.
-¿Entonces con qué fines?.
-Bueno verás, estoy tan aburrido de mi vida que me da curiosidad de saber sobre otras que no sea la mía y las de mis allegados.
-Curio...sidad, creo que puedo comprender lo que dices- comentó pensando sobre su propuesta y luego de unos segundo se decidió- ¡Está bien!, aceptó.
Al escuchar su respuesta el chico sonrió y comenzó a caminar hacia ella.
- Bien, es un trato- dijo, estrechando su mano derecha hacia ella.
Luego la niña sin comprender el gesto, levantó su brazo derecho agarrando la muñeca del chico rápidamente fingiendo saber lo que hacía, esté sonriendo por notar que ella no sabía lo que debía hacer, giró su mano para sujetar también la muñeca de la chica.
Así es como sellaron su trato, de una manera diferente a lo normal, pero comprendiendo perfectamente que eso era inquebrantable.
Soltando sus manos, el joven continúo- Ya que no quieres decirme tu nombre, ¿cómo te podría llamar?.
La chica pensando detenidamente, tuvo una ingeniosa idea, que era mentirle con la verdad, un truco práctico a la hora de confundir a las personas -bueno, me gusta el nombre Alessa, lo escuche una vez en la boca de un comerciante cuando llamaba a su esposa...
-Es raro... pero hermoso- mirándola fijo, siguió sonriendo- ¡si! es perfecto.
-Bien, y ¿ahora? Baltazar.
-Te dije que te debía un favor ¿no?, bien vallamos a comer.
Alessa dudaba mucho sobre sus acciones, no comprendía a donde quería llegar, pero al igual que él, ella sentía curiosidad.
El ruido del mar golpeando la costa era el único sonido que se hacía presente en esa caminata, ella siguiendo sus pasos, pensaba más detenidamente de lo que podía pasar en los peor de los casos.
Luego vió un marca en su brazo izquierdo, era un tatuaje con forma de un mapa, al verlo ella lo único que pensó fue que quería una marca igual en su piel.
De repente Baltazar se para, diciendo- Alessa, mira allá hay una mujer vendiendo algo que...- achicando la vista como para ver mejor de qué se trataba, prosiguió- emm la verdad no sé qué vende pero parece comestible.
-Son mariscos con verduras, nada del otro mundo.- comentó sarcásticamente la chica, caminando un par de paso delante de él.
- Si bueno, no soy de este mundo.- dijo siguiéndole el paso.
-¿De dónde eres?- preguntó Alessa, caminando más despacio para estar a la par con él.
- De él reino Hestia, allá somos más de comer los animales terrenales, ya que no rodeamos el mar como este lugar.
-¿Y qué haces acá?.
-Si quieres saber tú me contestaras una pregunta antes.
- ¿De qué hablas? no era una por día- la chica se detuvo.
-Si, pero no creo que sea justo que yo conteste tus preguntas y tenga que esperar tanto para que tú contestes las mías, ¿no lo crees?.- comentó con gracia.
-Ya entendí, bien no contestes nada y vamos a comer.
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El Juego De Dios
FantasíaEsta historia se basará en tres jóvenes, pero más precisamente en ella, una joven de 12 años que creyó conocer todos los lados ocultos del mundo, pero la realidad le mostrará que no todo permanece igual, las personas cambian, el mundo tambien, ya se...