Perderte de Nuevo

CAPÍTULO CINCUENTA Y NUEVE

CAPÍTULO CINCUENTA Y NUEVE

–Farah se separó lentamente del beso, observó con sus ojos cristalizados a Dante, los ojos de él tenía el mismo efecto, pero sobre todo pudo apreciar miedo, eso era lo que Dante tenía miedo a perderla, miedo a que las mentiras y la maldad de una mujer sin escrúpulos lo separaran de los seres que le dan sentido a su vida, con ternura acaricio el rostro de esa mujer que pedía a gritos que todo lo que él había dicho fuera verdad–

Dante – dime que me crees –pidió con suplica y la voz entre cortada–

Farah – es lo que más deseo –suspiró con nostalgia sus palabras habían sido sinceras–

Dante – déjame demostrarte que lo que digo, así como lo que dice Olivia es cierto

Farah – pero y ¿el fraude?

Dante – tiene que haber una explicación –tomó con sus manos el rostro de Farah– danos el beneficio de la duda –acercó sus labios nuevamente a los de ella para saborearlos–

–Antonio en cuanto Farah se alejó de él junto a Dante, tomó su celular y le habló a Leonor, para avisarle que Dante estaba con Farah, ella inmediatamente subió a su camioneta y se dirigió a la clínica por ningún motivo iba a permitir que Farah escuchará a Dante, no le convenía bajo ninguna circunstancia que Farah confiara en él–

Leonor – ¿Dónde está? –Preguntó entrando al hospital y topándose con Antonio–

Antonio – en la cafetería

Leonor – y ¿Oliver cómo está?

Antonio – no lo sé

Leonor – ¿cómo que no lo sabes?

Antonio – Farah me prohibió la entrada, me ofrecí a atenderlo pero no quiso, no me quiere cerca

Leonor – eres un imbécil, no puedes hacer nada bien –iba a alejarse de él, pero Antonio le tomó el brazo–

Antonio – hay otra cosa que debes saber

Leonor – ¿qué? –preguntó con desagradó–

Antonio – Farah me vio con Anabel besándonos por eso ese día se fue

Leonor – lo sabía es que eres un reverendo idiota –se soltó del agarre y se dirigió a la cafetería–

–Farah se separó del beso nuevamente fue ella quien rompió la magia, pero en esta ocasión cuando vio cómo Dante abría lentamente sus ojos cuando sus labios no sintieron los de ella, dibujo una pequeña sonrisa–

Dante – ¿por qué esa sonrisa? –Preguntó con esperanza–

Farah – decidí confiar –Dante sonrió– pero por favor no me lastimes

Dante – nunca haría nada que te lastimará mi vida –la abrazó, Farah escondió su rostro en el cuello de él y aspiro su perfume ese aroma que le fascinaba–

Leonor – ¡Farah! –Expresó con sorpresa y cierta molestia en su tono de voz–

Farah – ¿Qué haces aquí?