Días después
Jenice
Habían pasado varios días desde que vi a Kade, no es que quisiera verlo, pero no me gustó como terminé nuestro encuentro del destino.Sé que actué mal pero los nervios me estaban volviendo loca. Nadie sabía dónde yo estaba, y no quería que nadie lo supiera. Así que hice lo único que podía hacer; hablarle de la misma forma que le hablé hace varios años: terrible.
La privacidad de mi alma estaba en juego. El verlo rememoró en mi cuerpo sensaciones clausuradas, bloqueadas y selladas. Y con solo sonreír me derrumbó la mitad de la muralla que a través de los años había construido.
Ese Sábado decidí que era bueno llevar a salir a Luna, tenía mucho tiempo sin hacerlo, pues no me daba el tiempo.
En el restaurante trabajo de 8:00 am a 5:00 pm (a veces me extiendo más de la cuenta, pero nada fuera de lo común), cuando salgo del trabajo voy al colegio y busco a Luna. Es de gran ayuda haberla inscrito en un colegio seminternado, gracias a eso podía tener un buen trabajo, aunque lo que ganaba no me dejaba para más de lo necesario: pagar el apartamento, el colegio, compras de comidas, y una que otra cosa que se presente. Para una madre soltera, en una ciudad desconocida, sin familia, y con un trabajo que no aporta lo suficiente era difícil sobrevivir. La vida es más difícil cuando somos adultos, no entiendo porque de niños soñamos con ser adultos.
¿Quién nos mete eso en la cabeza?
De no haber sido por mis compañeros de trabajo principalmente por Jake y Patricia no hubiese podido sobrevivir.
Jake era la persona más amable que conocía. Responsable con su trabajo y dedicado por completo a su hijo de cuatro años. Él había quedado viudo hace unos meses. Fue una gran pérdida la de Mareen. El cáncer acabó con ella como cuervos en desierto, oteando a su presa débil y cansada de luchar.
Fue una enfermedad que vivimos todos en el restaurante. La sufrimos como nuestra. La sentimos en lo más profundo. El pobre Matthew no asimila aún la pérdida de su madre, a pesar de ser tan pequeño le recomendaron a Jake llevarlo al psicólogo para evitar daños a futuro. El único que no ha llorado a su esposa es Jake. Se ha encerrado en sí mismo. Trabajando desde que sale el sol hasta que desaparece por completo. Su situación es preocupante pero no deja que nadie se acerque lo suficiente para hacerle saber que tiene un hombro donde dejar caer sus pesadas lágrimas. Es penoso sentir la pérdida de nuestro compañero de vida, a destiempo. Con tan solo Treinta años Jake podía darnos clase de dolor y quizás, solo quizás dejarse ir. Dejarse tocar por la pérdida.
—¡Mama! ¡Mira qué lindo! — escuché la voz de mi hija, que jugaba y saltaba de felicidad en el parque.
—Si Luna, está precioso.
—Quiero ver los patitos, ven mami. — para ser una niña de seis años era muy avispada, aparte de la fuerza que tenía.
— Ya voy, no tienes que arrastrarme...
Mientras Luna miraba los patitos en el agua del estanque, yo fui a sentarme en uno de los asientos metálicos que había enfrente de la fuente. Me encantaba ver a mi hija tan feliz, era la alegría más grande que podía recibir. Cualquier detalle era irrelevante cuando sus ojos marrones me miraban. Del bolso, saqué un libro de poemas, yendo al que más me gustaba de Pablo Neruda, me concentré en el:
A puro sol escribo, a plena calle, a pleno mar...
A pesar de que muchos me recomendaron abortar o darla en adopción (incluidos mis padres, ellos no estaban de acuerdo con mi embarazo y de las pocas palabras que salieron de sus bosas fueron esas dos horrendas opciones), nunca podría haber hecho algo así, nunca fui ni seré de esas personas que no se hacen responsables de sus actos, ni que se creen Dios para saber quién vive y quién no. Que abortes a tu hijo no significa que no seas madre, solo cambias a ser madre de un niño muerto. Es mi pensar, aunque entiendo que hay circunstancias que ameritan tomar fuertes decisiones. En mi caso, pude haber tomado otra decisión. Muchas según los periódicos y comentarios lo hacen. Abortan. Después de una violación todo es aceptable. Eso dice la sociedad. Sería lo ideal olvidar y borrar con escalpelo y pastillas el trauma. A mi parecer, me enamore de su padre. Aunque éramos adolescentes y posiblemente no fui más que una más para su mórbida colección, lo quise. De manera superficial, sin complicaciones y de forma simple. Quise a Riley, y eso será lo que le diga a mi hija cuando crezca, me ahorraré el termino violación aunque le aclare que su padre no quiso conocerla. Solo cuando sea lo suficientemente fuerte para entender una verdad así. Por más doloroso que fuese, no quería imaginar un día donde mi hija quiera conocer a su padre y se entere por su boca que no la quiso ni la querrá jamás.
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TRILOGIA MAGIA y LUZ I: Desnuda
Fantasy¿Que pensarias si te dijeran que eres hija de un ángel y un demonio? Es la pregunta que se hizo Jenice, cuando su mejor amigo le abordó en un vehículo. Llevando una vida de madre soltera, trabajando noche y dia para darle lo mejor a su hija Luna de...