Lilit
Hace Eones...
— Camina hacia mí, Hembra. — Su voz demandante le excitaba en ocasiones Pero a su pesar, ha llegado a un punto donde solo le provoca ira. Él estaba de pie, con su sexo apuntando hacia ella. No había pudor. Ellos desconocían esa palabra. No había vergüenza. No fueron creados con ese Botón.
— ¿Qué vas a hacerme? Quiero hacer algo diferente contigo, ¿Te gustaría?
Ella sintió como el macho la haló por el pelo y la estampó contra la maleza. No había nada que él no dominara. Desde el inicio todo fue así. Desde el animal más grande y feroz, hasta ella que era su compañera de vida.
— ¿Te mandé a hablar? Cuando te digo que hagas algo, lo haces y punto. — La puso de espadas y se colocó encima de la mujer. —No es tan difícil cuando yo me encargo de todo. Deberías valorarme más.
Sin decir más... la penetró.
***
Sentada sobre su trono de serpientes y arañas se encontraba Lilit. Mirando lo que sus amados hijos estaban creando.
Se estaban preparando para la batalla.
La sentía cerca.
Miraba con desdén a los recién caídos al infierno. Tenía en su poder una fuente llamada por muchos humanos como fuente de los deseos. Para ella era un portal hacia los mundos. Podía observar el infierno a su antojo, desde el más recóndito lugar hasta el trono de Lucifer.
Los demonios estaban alterados y revelándose en contra de Lucy, andaban causar estragos en el mundo. En la tierra. Anhelaban salirse de la prisión y desatar el caos. Suicidios. Tentar a los débiles. Abarcar todo el planeta con inmundicia y perversidades. Ya había algunos de ellos trabajando con eso. Ella los había visto, disfrazados de mandatarios y religiosos, siempre los mismos puntos. Por eso ella creía, más bien, ella sabía que, si ella pudiera manejar el infierno a su antojo, ella la reina de demonios y creadora de monstruos, ella sería la perdición de la humanidad.
A ella le gustaba tanto el caos. Le hacía arder las entrañas.
Lo que ellos no sabían es que esa mujer de larga cabellera roja como la sangre y uñas negras como garras los observaba. Los vivía. Los apreciaba.
En las eternidades que tenía en la tierra, Lilit había aprendido a apreciar a cada uno de esos ángeles rezagados, olvidados aquí, castigados por el creador. Había aprendido que existían ángeles y arcángeles carnales. Deseosos de jactarse de estar con mujeres humanas. Golosos y Atrevidos. Lo bueno es que ella estaba más que dispuesta a cogérselos a todos.
Se sonrió al pensar en esto. Sabía cómo tentar guerreros, todos débiles con su cuerpo. Lo tenía más que claro. La consecuencia de esto fue una noche con el arcángel Gabriel y una niña a la que llamo Jeniekel. La dejó con humanos normales con la esperanza de que Gabriel nunca la encontrará y ella pensara una manera de utilizarla a su favor. Solo al padre humano falso le informo de la naturaleza de la niña y la protección que debía tener con la misma. Mientras ella maquinaba su próxima jugada. Ella sentía una rabia y una sed de venganza que nadie nunca podría entender. La forma en la que fue traicionada por quien le dio la vida. Solo por ser machista y sumiso. Amoroso de su primer hombre. En esta espera ya habían pasado veinticuatro años humanos y su hija era toda una mujer. Un embrujo pesaba sobre ella para que Gabriel nunca la consiguiera. Ella sabía que no era necesario medidas drásticas pues el arcángel nunca admitiría que había sucumbido a los encantos de Lilit. No era su intención concebir más bien procrear un hijo con Gabriel. Solo quería sacar información. Tomo su mejor careta esa noche y se encargó de hacer llegar droga humana s la mano de uno de sus jóvenes guerreros. Pero a lo hecho pecho. Ya había una hija que le importaba poco pero ya que estaba debía ser por una razón. Había colocado demonios por todas Partes. Istar principalmente se encargaba de esas cosas. Él era su segundo al mando. Su mano derecha. No incluía que a veces se cogían uno al otro como animales en celo. Él tenía claro que ella nunca sería suya. Más que todo, que siempre estaría por debajo de Lilit.
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TRILOGIA MAGIA y LUZ I: Desnuda
Fantasy¿Que pensarias si te dijeran que eres hija de un ángel y un demonio? Es la pregunta que se hizo Jenice, cuando su mejor amigo le abordó en un vehículo. Llevando una vida de madre soltera, trabajando noche y dia para darle lo mejor a su hija Luna de...