CAPÍTULO 3

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Capítulo 3

Después de comer, Nash se ofreció a acompañarme a casa, lo que acepté agradecida.

Fuimos caminando, tranquilamente. Él vivía a tan solo dos calles de mi casa.

Cuando llegamos a la puerta, le invité a pasar pero me dijo que tenía algo que hacer.

Antes de seguir su camino hasta su casa, dijo:

-Esta tarde hay una fiesta en la playa. ¿Te apetece venir?

-¿Hoy? Pero mañana hay colegio.

-No creo que tengas mucho que estudiar el primer día de clase.

Tenía razón, así que accedí.

-Pasaré a buscarte a las 6-dijo.

Sin saber por qué, me sonrojé. Y más aun cuando se despidió de mí con un beso en la mejilla. A ver, Nash era un chico guapísimo y sus ojos eran realmente hipnotizadores. Pero le había conocido ese mismo día. No podía sentirme atraída por él.

Decidí pensar en otra cosa, pues eso me ponía un tanto nerviosa, y entré en mi casa.

El timbre sonó a las 6, tal y como Nash lo había dicho. Bajé las escaleras corriendo y me di un último vistazo en el espejo de la entrada. Iba vestida con unos shorts negros de tiro alto, un crop top de encaje blanco ajustado y mis converse negras de plataforma. Mi pelo estaba recogido en una coleta alta, liso como una plancha. Para esa ocasión me maquillé un poco más de lo normal; raya negra marcada, mucho rímel y brillo de labios.

Me arreglé un poco el pelo, nerviosa. Pero, ¿qué estaba haciendo? Nash y yo solo íbamos a ir juntos a una fiesta de inicio de curso. No era una cita. No iba a estar a solas con él. ¿Qué estaba pensando? Él se divertiría con sus amigos, al igual que todo el mundo. Él y yo no éramos nada. Apenas nos conocíamos.

Abrí la puerta, intentando retirar esos pensamientos de mi cabeza. Nash me miró de arriba a abajo, escaneando cada una de mis prendas. Me sonrojé por su intensa mirada y salí a la calle.

Me dio un beso en la mejilla y caminamos fuera del patio. En frente de mi casa había un coche aparcado. Era viejo, pero clásico, un Mini azul. Nash abrió mi puerta y esperó a que me sentara para cerrarla. Entonces rodeó el coche para subirse al asiento del conductor.

El trayecto fue corto. Él me contó alegremente quién organizaba la fiesta y qué tipo de fiesta era. Al parecer, Nash y sus amigos salían de fiesta unas tres veces por semana.

Aparcó en el parking de la costa y caminamos hasta un chiringuito con la música muy alta, donde divisé a Cam y a Matt hablando animadamente con un chico con una cinta de tie-dye en el pelo y una camiseta tank. Los dos que ya conocía se acercaron a darme un beso en la mejilla.

-Hola Lucía, este es Taylor-me dijo Cameron.

Tenía los ojos azules, aunque no tan grandes como los de Nash, y el pelo castaño y despeinado, echado hacia atrás con la cinta.

Le saludé con una sonrisa, al igual que él.

Nos tomamos algo los cinco y, cuando ya hubo llegado todo el mundo a la playa, salimos a bailar, mezclándonos entre la gente.

Bailé unas cinco canciones con un chico muy simpático que decía llamarse Jake. Tenía unos enormes ojos verdes y el pelo despeinado muy negro. Me resultó muy agradable.

Ya quedaba menos gente cuando volví a cruzarme con Jake. Me agarró de la muñeca y me volvió a sacar a bailar, pero esta vez me juntó mucho más a él y me sujetó de más abajo de lo que yo diría que era la cintura. Todo pasó muy rápido; acercó su boca a la mía y me agarró del culo. Al olerle el aliento, supe que estaba borracho. Intenté apartarlo pero no despegó los labios de los míos.

-Eh tío, no te pases-escuché la voz de Taylor detrás de mí.

En ese momento Jake dejó de besarme y miró a Taylor con cara de pocos amigos. Se quedó callado unos segundos y le sonrió a Taylor. Le dijo:

-¿Vas a hacer algo para impedírmelo?

Aproveché que Jake se había distraído para escabullirme de sus brazos.

-Sí, si Lucía lo quiere-le respondió Taylor, cabreado.

Life with MagCon boysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora