Capítulo 1: El principio del Fin

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El aire comenzaba a faltarle cada vez más, tanta era su excitación que Otabek no había notado cuando su compañero comenzó a ahorcarle. Su nariz y garganta ardían por el esfuerzo que hacía para alcanzar a respirar, las lágrimas inundaban sus ojos y no lo dejaban ver con claridad, sus fuerzas lo abandonaron de a golpe mientras luchaba por librarse del mortal agarré.

Comenzaba a sentirse adormecido y en un pequeño instante logró ver el rostro de su captor, sus ojos perdidos, su rostro reflejando el más puro odio que podría existir y su sonrisa, esa enorme sonrisa de satisfacción que se dibujaba en su rostro de oreja a oreja. Justo cuando sintió que su último aliento estaba cerca, intentó fallidamente hablar pero sus labios lograron susurrar las que quería que fueran sus últimas palabras. El rostro de su asesino cambio drásticamente a uno de horror y Otabek sintió el miembro del otro estremecerse dentro de sí; mientras un peso muerto caía de golpe sobre su pecho y le regresaba el tan preciado aire.

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La vida es una constante de ironías y esto es algo que tanto Otabek como Yuri aprendieron. Y es que, ¿Cómo es posible que lo que más amas se convierta en tu perdición?

Yuri Plisetky a sus 19 años, no podía sacar otra conclusión que no fuera esa. ¿Cuánto dolor podía llegar a causarte algo o alguien que amas? Al parecer bastante.

Y pensar que el que se suponía debía ser el día más feliz de su vida, terminó convirtiéndose en el evento más desastroso de toda su existencia. Aún recordaba con exactitud todo lo ocurrido ese primero de marzo; si, irónicamente su peor día fue en su cumpleaños número dieciocho.

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La luz del día atravesaba las cortinas de su habitación, despertando al rubio de mala gana. Adormilado, estiro su mano para alcanzar de la mesita de noche su teléfono y ver la hora; eran las 6:20 de la mañana, aún quedaba media hora para que sonara su alarma pero prefirió seguir despierto admirando tan bella vista.

Un hermoso kazajo dormía iluminado por la aurora, el mismo kazajo que desde hace exactamente un año atrás podía reclamar como suyo, el mismo que poco a poco fue ganándose su corazón y volviéndose cada vez más necesario para Yuri. Aún recordaba con exactitud aquel día en que se declaro, lo estúpido que fue al creer que Beka lo cambiaría por Mila y lo avergonzado que estaba cuando descubrió la verdad. No podía evitar ponerse tan sentimental, hacía seis meses que vivían juntos y aún le parecía que algo tan bueno no podía ser real. Tan absorto estaba en sus pensamientos, que no notó cuando su alarma había despertado a su novio, quien buscaba a tientas el teléfono del rubio para seguir durmiendo; después de todo, era domingo, qué más daba dormir una hora más.

Al darse cuenta de esto, Yuri comenzó a llenarle la cara de besos para que este dejara su pereza de lado.

-Despierta kazajo tonto, ¿acaso no sabes qué día es hoy?- le llamó Yuri entre risas al ver como el castaño le daba la espalda para intentar dormirse de nuevo.

- Claro que lo sé, es domingo, por eso quiero seguir durmiendo- dijo algo perezoso.

Yuri estaba confundido, no sabía sí era el hecho de que estaba hablando casi dormido, o en efecto había olvidado su aniversario. Mientras él decidía si molestarse o darle el beneficio de la duda, Otabek ya se había dado la vuelta para mirarle a los ojos y en un rápido movimiento quedar sobre Yuri.

-Gatito... ¿En serio crees que olvidaría que día es hoy? - susurró el castaño en su oído para después comenzar a besarle con toda la calma del mundo, un casto beso que derrochaba solo una pequeña parte del inmenso amor que se tenían. - Te amo Yura, eres lo mejor que pudo haberme pasado... Por cierto, feliz cumpleaños-

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