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Cold Coffee: No te preocupes, así pasa algunas veces:)

Escribo eso después de ver el mensaje de Camila, sonriendo a medias. Es cierto que no quiero que le pase lo mismo que a mí, he estado tan absorta en mi propio dolor que no logro concentrarme en otra cosa, y se siente de la mierda. No puedo dormir. No puedo comer. Estoy en una completa vacuidad emocional. Ni siquiera a la persona que más odiara en este planeta le desearía todo este sufrimiento de adolescente con el corazón roto (No, la verdad sí se lo desearía).

Ella está conectada, ve el mensaje, y no tarda mucho en responderlo.

Camila Cabello: Seh n.n bueeeno, espero que esto no se ponga incomodo por mis pensamientos confusos jejeje

Cold Coffee: No te preocupes. ¿Quieres hablar? Esta vez me atreveré a gastar el poco saldo que me queda, hablando contigo.

Camila Cabello: AYYYY. >.<

Camila Cabello: Esta bien

[...]

—¿Hola? —digo, parándome de la cama y dirigiéndome hacia mi ordenador, sacando una libreta de mi mochila y un lápiz, comenzando a dibujar cosas aleatorias.

—Hola. —contesta con voz queda, parece avergonzada, y creo que sé por qué, después de todo, hace poco se me declaró, y ahora me dijo que estaba confundida. Era algo extraño, pero podía tolerarlo, ya que, creo que se había convertido en mi amiga.

—¿Qué hiciste hoy, Camila? Cuéntame tus locas aventuras. —trato de hacer algún tema de conversación para que el ambiente entre líneas telefónicas no fue tan incómodo y que el silencio no fuera tan tangible. Ella ríe, y es una muy buena señal. Yo sonrío, y por un momento, todo parece haber vuelto a la realidad.

—No hice mucho en realidad, sólo estuve con mis… amigas. —termina la frase un poco insegura.

—Vaya, aunque se nota que eres de las chicas que tienen muchas amigas. —digo algo contenta de que la pasó bien. Me gustaría tener una amiga o amigo de verdad con los que te puedas desahogar de todo lo que te pasa. Como un balde para vomitar humano, y que esa balde pueda hablar y darte consejos para hacerte sentir mejor… Como una fusión entre un balde para vomitar y pastillas para el dolor.

—Eh… Sí, tengo muchas amigas. Hacemos toda clase de cosas juntas, y siempre compramos la comida del desayuno antes de entrar a la escuela, en una tienda cerca. —explica tartamudeando un poco, pero con un tono de voz divertido— Dinah es muy popular con los chicos, ¿sabes?

—Entonces tú debes de serlo también. —comento, sonriendo.

Hay un silencio aún más incómodo que el anterior, tan tangible que podría cortarse con un cuchillo. Ella suelta un suspiro, para después soltar una risa nerviosa.

—Sí, supongo. He recibido muchas cartas de admiradores. —comenta, y después suelta una carcajada de niña orgullosa presumiendo su nuevo juguete. Yo río casi a carcajadas— ¡No te rías, que es cierto! —contesta, pero ella también se ríe.

—Oh, bueno, pues a mí… A mí me prestaron un lápiz… Pero no cualquier lápiz. —digo, haciendo una dramática pausa— Un lápiz… ¡De puntillas!

—Eso debe ser amor puro. —dice riendo casi a carcajadas.

—Lo sé.

Sonrío, y el ambiente parece apaciguarse un poco; ahora el silencio no era tan incómodo como antes, sino como un tipo de pausa para iniciar otra conversación.

—¡Quiero verte! Deja tu misteriosidad y déjame verte. —dice de repente, haciéndome dar un respingo.

—Bueno, esto es un poco complicado de explicar y comprender pero… No tengo cara.

Cold Coffee; CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora