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Lucy encontró un hotel donde quedarse, aunque estuvo mucho tiempo insistiendo en que quería conocer mi casa y a mi familia… Lo cual yo me negué rotundamente.

Después de aquél beso, estuve todo el camino a casa con el corazón latiendo a mil por hora, todo era tan confuso para mí que de haber sabido que pasaría esto, me hubiera ahorcado con el cordón umbilical antes de nacer.

Bueno, no.

Enciendo mi móvil y no hay llamadas ni mensajes de Camila, sin embargo, había algunos de Lucy. Suelto un suspiro, que es más bien un suspiro de cansancio que de emoción. En este momento no me sentía muy bien como para contestar con sarcasmo los comentarios de Lucy.

Al llegar a mi casa, lo primero que veo es a mi madre fornicando en el sillón con un compañero de trabajo, pero esta vez es una cara diferente. Pongo cara de asco.

—Hola, Clara. Hola… ¿Tony? ¿Patrick? ¿Frederick?

—No, él es Thomas. —me corrige la señora de la casa entre quejidos.

—Oh… Hola, Thomas.

El tipo sólo me mira y esboza una media sonrisa, después desvía la mirada hacia mi madre y siguen en lo que estaban antes de que yo llegara.

No sé por qué ya no me sorprende.

Subo a mi habitación y envío un mensaje a Camila. Es tan raro y algo melancólico que no haya hablado con ella en casi todo el día.

Cold Coffee: Hola.

Camila Cabello: La cita terminó?

Cold Coffee: ¿Cuál cita?

Camila Cabello: Entre tú y tu amiga.

Cold Coffee: Qué. No era una cita. Sólo le mostraba los lugares y esas cosas.

Camila Cabello: Ah.

La conversación me incomoda un poco, y me doy cuenta de que si seguimos así esta no llegaría a nada. No quería que siguiera enojada conmigo, así que decido llamarla.

—Qué. —es lo primero que dice al contestar.

—Ay. ¿Sigues enojada? —admito que me siento como un hombre sumiso ante su enojada novia, aunque claro, la comparación es metafórica, porque no soy hombre y ella no es mi novia

—No estoy… —murmura casi en un suspiro de frustración, pero supongo que se da cuenta de que decir una y otra vez que no está enojada cuando en realidad sí lo está no sirve de nada— Sólo… No lo sé.

Decido arriesgarme.

—Lucy dijo que quizá estabas celosa. —comento, tratando de aguantar las ganas de reír.

Camila no contesta. La escucho murmurar palabras inexplicables y me pregunto si de verdad adiviné.

—¿Quién es Lucy? ¿Así se llama tu amiga? —contestó con otra pregunta. Ésta vez su voz ya no sonaba como la de mi madre cuando escondía su cajetilla de cigarros, sonaba más… tranquila.

—Sí, ella es con la que he estado todo el día. —digo aliviada. Ya podemos conversar normalmente, después de todo.

—Oh…  ¿La niña rara?

—Vaya, te acordaste. —sonrío. No sé, es bonito cuando alguien recuerda lo que le dices, te hace sentir importante en su vida.

—Obvio. Me la querías presentar, ¿o sólo era una broma?

—Un poco de ambas. Sería bueno que se conocieran.

—Bueno, pero antes quiero salir contigo. Solas. ¿Bien? —su voz cambia de calmada a un poco emocionada, como si fuera su voz normal. Como si nunca se hubiese enojado— Mis padres están haciendo sus trámites de divorcio, están muy complacientes. Quizá no me den límite de horario como la última vez.

—Oh, entiendo… ¿Y estás bien con eso?

—Sí, no hay problema. Sólo es falta de amor, dicen ellos, que sería mejor quedar como amigos. No se odian o algo por el estilo como otras parejas que se han separado.

—Eso está bien, supongo que es lo mejor, ¿no? —trato de animarla, aunque soy pésima en eso y sólo digo lo que odio. Me golpeo la cabeza varias veces con mi puño izquierdo.

—Sí, es lo mejor. ¿Y tú? Cuéntame de tu familia. —ella parece estar más contenta, y no quiero arruinarlo haciéndome la misteriosa.

—Bueno, vivo con mi mamá y mi hermano solamente. —contesto. Ella grita, y creo que es de la emoción— Qué.

—ME CONTASTE ALGO SOBRE TI. ME GUA MORIR.

—NO PS IO TMB ME GUA MORIR.

Ambas soltamos una carcajada casi de cinco minutos, después ella carraspeó y decidió hacer la voz más seria que puedo hacer en un momento como este.

—Bueno, ya. ¿Y tu papá?

—Eh, se fue cuando mamá tuvo a Chris, mi hermano, pero volvía cada vez que se le antojaba y supongo que en una de esas noches, después de un año, mamá se embarazó de nuevo. Pero esa vez no volvió. —decido contarle todo, no tenía nada que perder.

—Oh, Lolo…

En mi garganta se forma un pequeño nudo, y una notable sonrisa aparece en mi rostro. Era la primera vez que Camila me ponía algún apodo.

Qué cursi.

—Una trágica historia de la pobre y desamparada Lauren Jauregui. —digo— Así se llamará mi libro.

Ella ríe poquito.

—Lo siento, es que… No sé qué decirte.

—No tienes que decir nada. —trato de calmarla— ¿Y vamos a salir solas antes de que invite a Lucy para que se conozcan, se amen, y tengas varias aventuras lésbicas?

—Eso no pasará, Lauren. Me gusta alguien más. —su tono de voz suele ser tan… expresivo. Está enojada, un poco, de nuevo.

—Vaya, no lo sabía. Ni modo, Lucy tendrá que buscarse a alguien más. —mi voz, en cambio, es tan inexpresiva que no saben qué es lo que digo en serio y qué es lo que digo con sarcasmo. Es una cualidad muy buena, en realidad.

—Bueno, entonces mañana veremos una película y después comeremos comida chatarra de algún local dentro de la plaza. A las siete.

—Me parece bien. Hasta entonces.

—Hasta entonces, queridísima Cold.

Cold Coffee; CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora