LATIDOS

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Y dejó de latir. Eso que bombeó a tantas pulsaciones por minutos, deja de latir.
Porque te has ido. Sí, te has ido de verdad.
He visto muchas veces tu alma separándose corpóreamente de mi alma. Pero nunca la ví irse sentimentalmente. Despegándose de mí arranco todo lo que la mantenía sujeta a mí. Dejando cicatrices de esas que no se curan con alcohol. Ni con otros labios. De las que las miras y las relames. Para volver a sentir tu sabor. Porque estuvistes ahí, y eso no me lo podrán negar.

Oí al amor andar de puntillas en el sonido de tu risa. En las curvas de tu boca. Pero resultó estar marchándose de un portazo y con los zapatos en la mano. Como quien tiene un error y lo asume a las 4 AM en la cama de un hombre cualquiera.

Y es que no hay madera que aguante mis astillas. Ni clavo que saque tu clavo. Este clavo ha ardido tanto que se ha fundido con mi madera. Y me has dejado en tablas.

Aún puedo oír los latidos de mi corazón, recorriendo cada capilar sanguíneo de mi cuerpo mientras seguía inmóvil en la cama el día que te marchaste.
Temo tener que arrancar mi corazón con la mano que un día te lo puso en su palma. Que te lo entregó para que tú lo guardaras en tu caja de Pandora. Aún sabiendo lo que aquello significaba.
Temo tener que pronunciarme en tono de despedida. Y no de hasta pronto.

Y dejó de latir. Hasta que el frío de su corazón se deshaga en el calor de otras piernas que antes abrió su corazón.

"Hasta que el mar nos vuelva a hablar."

POR EL QUÉ AMARÁNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora