He estado todo el fin de semana pensando en lo mismo: en Sung-Hye Park, mi compañero coreano de instituto, mientras todos lo acosaban. Los mismos que se reían de mí cuando me caí en la fuente jugando al fútbol. Se sienten poderosos mientras le hacen bullying porque, como son cobardes, siempre van en grupo.
Él soportaba los insultos como si fuesen un gélido chaparrón y no llevase paraguas. Se inclinaba, poco a poco, bajo el peso de las destructivas palabras. ¿Por qué? ¿Solo porque viene de Seúl? En lugar de hacerle preguntas, para aprender cómo es una cultura oriental, se divierten martirizándolo.
Creo que si me quedo mirando, aunque no me ría, seré igual que los demás... No entiendo por qué Marc no salió a defenderlo sino que permanecía allí, con el grupo, simplemente observando, como si se tratase de un entretenimiento.
ESTÁS LEYENDO
La agenda de Pam: cómo ser adolescente y no morir en el intento.
Teen FictionPamela, de 15 años, desde primero de instituto suspira por su crush. Siempre en la distancia: lo tiene en la otra punta del salón de clase. Sus ojos verdes y el pelo rubio la vuelven loca, tanto que entra cada dos segundos en Instagram y Twiter, par...