Prefacio.

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     ¿Cómo dejar ir algo que nunca has tenido?

     A veces, en la vida uno imagina tanto que piensa que aquello imaginado es de su pertenencia. Me ocurrió con él. Creando mundos distópicos en dónde éramos perfectos el uno para el otro, un amor que no se convertía en tragedia o terminaba con el corazón roto. Un amor posible, sin tristezas ni peleas...

—¡Rin!—Suspiré y detuve mi escrito, alcé la vista para ver a mi hermano entrar por la puerta de mi cuarto con prisas—. ¿Qué debo hacer, Rin?—Cuestiona con dolor mientras se tira boca abajo en mi cama como si le perteneciera—. ¿Debería suicidarme o tomar una taza de café?

—Obviamente te diría que escogieses la taza de café debido a que soy tu hermana—trato de sonar divertida pero mi voz sale tan neutral que es como si quisiera que escogiera el suicidio, él levanta su cabeza y me mira con ojos aguados.

—No eres para nada divertida—murmura y yo me encojo de hombros.

—No esperaba serlo, tú eres quien irrumpe en mi cuarto sin llamar y hace lo que quiere—casi parece que lo regaño pero él simplemente sonríe.

—Para eso están los hermanos, ¿no?—Yo le devuelvo la sonrisa y me giro en mi escritorio, para mirar mi diario nuevamente.

    ¿Cómo es posible que alguien a quien le duele demasiado sonría?



Bajo el agua.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora