doce

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     Teto luce destrozada.

     Sus ojos están aguados y puedo notar como mientras muerde su labio inferior está temblando ligeramente, no sé si de frustración o enfado pero no luce bien en ella, parece antinatural. La entiendo un poco, entiendo como debe estar sintiéndose, yo mismo he de admitir que me he sentido un poco ligero a su lado... pero eso no era completamente real.

—No lo entiendo, Len... creí que... creí que éramos perfectos—susurra, mirándome fijamente y poniéndome algo incómodo, Teto siempre ha sido franca y directa.

—Quizás lo somos, pero no creo que seamos el uno para el otro, Teto, y eres alguien a quien no quiero seguir mintiendo y engañando, te mereces algo mucho mejor—admito mientras suspiro, ser honesto duele.

—¿Por qué ahora? ¿Qué ha cambiado?—Cuestiona, la voz le tiembla un poco pero ella aún así intenta actuar como si la situación no le afectara, toda dura e implacable.

—Creo que yo... no lo sé, pero lo que tengo claro es que está mal que siga haciendo ésto, es lo mejor para-

—¡Deja de decir eso! ¡No es lo mejor para nadie, solo es lo mejor para ti!—Exclama y casi puedo sentir su rabia en cada palabra, ella tensa su mandíbula y hace una mueca llena de disgusto, sus ojos nunca se vieron tan vivos mientras me observan con odio.

—Sí, ¿no es lo qué todos buscan? ¿Lo mejor para uno mismo?—Cuestiono con sarcasmo, enarcando una ceja y enterrando mis sentimientos.

      Tristeza, pena, dolor, compasión... ella no se lo merece, decido con frialdad.

—Vaya, Len... siempre me gustó esa parte tuya. Admito que fue lo que me enamoró de tí, esa máscara de indiferencia y monotonía que siempre portabas, pero ahora solo me está rompiendo el corazón—admite mientras parece lucir amargada, como si hubiera realizado algo que temía, yo me acerco a ella con lentitud, quedando a centímetros de su rostro.

—Creo que desde el comienzo sabías que te rompería el corazón, no me culpes por hacer algo que veías venir—me excuso cobardemente, mientras ella convierte sus manos en puños y me observa con odio contenido.

—Me he esforzado tanto para nada...—finalmente parece rendirse, su mirada se suaviza mientras ahueca mi rostro, como si me estuviera observando por primera vez.

—Al contrario, Teto, te has esforzado para poder tenerme, y eso es algo que nadie ha logrado, por eso te elegí, porque eres increíble—confieso mientras la halago por su veracidad y persistencia.

     Ella libera una lágrima antes de besarme por última vez, lo hace como si aún le siguiera perteneciendo, pero no lo hago... Yo he pertenecido por mucho tiempo a alguien más.



    Cuando llego a casa parezco ser el primero, el sedán oscuro de Lily no está en la cochera y Rin de seguro debe estar perdiendo el tiempo con Yuma, intentando quizás olvidar al inepto y cruel hermano que tiene. Sonrío con fastidio mientras me acuesto en el sofá, observando el techo y la lámpara que se encuentra en medio del mismo. Preso de mis pensamientos cierro mis ojos e intento recordar la última vez que había dejado de sentirme tan vacío e incompleto.

     Un maullido me saca de mis pensamientos.

     Irritado abro mis ojos y me siento en el sofá, observando al gato gordo y pulgoso de Rin mirarme desde la mesa de la cocina, mientras se lame una pata. Yo resoplo mientras me levanto y me acerco a la nevera, mientras tomo el cartón de leche siento como el gato me mira, como si supiera lo que estoy por hacer. Ni bien me agacho para poner algo de leche en su cuenco de comida se baja de la mesa y se acerca a mi lado, lo hace lentamente, mientras me observa con sus ojos amarillos con suspicacia, yo pongo mis ojos en blanco antes de guardar la leche en la nevera e ir a la sala de estar, tirándome nuevamente en el sofá mientras escucho al gato tomar de la leche.

Bajo el agua.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora