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    Las cosas que hacemos por amor me aterran. He visto tantas películas románticas en un vano intento por comprender ese sentimiento más a fondo y en la mayor parte de ellos todos se arriesgan en nombre del amor. Algunos con miedo, algunos sin siquiera considerar lo que podrían perder... Los envidio. Qué puedan sentir aquello, y aún más, expresarlo a la persona que le gusta me hace sentir celosa. Yo quiero eso, pero no puedo tenerlo. 


    La sonrisa de mi madre es tan grande que parece que pronto le partirá la cara en dos, yo le observo con cuidado para mirar a la estrella de la noche. Conozco a Teto, va a nuestro mismo instituto y es un año menor. Luce algo nerviosa pero aún así está haciendo su mejor esfuerzo, sonríe y conversa con una naturalidad algo forzada, pero verla intentar instala una sensación de náuseas en mi estómago.

    Cómo me encantaría poder odiarte.

    Ni siquiera estamos a mitad de la cena y Hiyama ya está avergonzando a Len con anécdotas embarazosas y vergonzosas. Él parece haber olvidado mis palabras a medida que la cena ha transcurrido. Me aterra la facilidad con la que cambiamos nuestras emociones dependiendo del ambiente y el contexto, así como Len ha cambiado ahora que Teto ha llegado. Como si ella fuera la causa de su felicidad en éste instante y... oh, puede que de hecho lo sea.

    Puede que él realmente ame a ésta chica.

—Rinny, ¿te sientes bien?—Ante la mención de mi nombre me encorvo, sin haberme dado cuenta de que me he achicado y he puesto mi brazo alrededor de mi abdomen, con notables señales de querer vomitar. Me fuerzo a sonreírle a mi madre y asentir.

—Son solo calambres—miento con tono divertido, pero su mirada preocupada no se extingue.

—En fin, Teto, ¿te gusta el helado de chocolate? Lamentablemente todos aquí somos amantes de éste—Hiyama cuestiona y ella asiente con una sonrisa suave.

—Yo serviré—mi madre se ofrece y yo veo mi oportunidad para escapar.

—Te ayudo—yo y Len decimos al unísono, causándole una risa a mi madre y a Teto.

—Gemelos, ¿eh?—Hiyama comenta divertido y yo trago algo de saliva, reacia a ver a Len aunque sintiendo su mirada.

—Está bien, puedo yo sola, ustedes terminen de comer—nuestra madre dice mientras se pierde en la cocina y yo me revuelvo incómoda en mi lugar, no creo que podré aguantar lo que sucederá a continuación.

—¿Y bien? ¿Cómo se conocieron?—Hiyama cuestiona con una sonrisa algo maliciosa, yo me congelo en mi lugar.

    El interrogatorio, lo que me temía.

—En el instituto, más bien la biblioteca—Teto es quien responde, yo miro mis manos en mi regazo, con ganas de huir—. Recuerdo haber ido a devolver unos libros y me topé con Len, fue como magia. 

—¿Amor a primera vista?

—No, más bien como si hiciéramos click, desde el momento que lo vi sentí que fuimos hecho el uno para el otro pero no estaba tan segura así que decidí no apresurarme.

—Chica lista, ¿y luego cómo prosiguió todo?—Yo juego con mis manos, intentado pensar en otra cosa y no en ésta conversación.

—Fue al día siguiente, le pregunté si quería salir conmigo y ella aceptó. Todo salió tan bien que seguimos saliendo y conociéndonos, luego fue difícil seguir negando lo que sentía por ella y le pedí que sea mi novia—ésta vez es Len quien responde y siento a mi estómago apretarse, muerdo mi labio inferior y retengo las lágrimas.

—Todo un romántico, pues me alegro por ustedes, espero y ésto continúe. Lo que ustedes dos tiene es algo muy bonito y que no todos pueden lograr—felicita Hiyama y sin poder aguantar más salgo de allí y voy a la cocina.

—Rinny, dije que no necesitaba ayuda, ya estaba por ir a servir—escucho a mi madre decir mientras yo me sostengo del lavado y respiro con dificultar—. Cariño, ¿pasa algo?—Ella pregunta preocupada y siento su cálida mano en mi espalda, dándome confort.

—No, sólo que me sentí algo mareada, creo que la cena me cayó pesado. Me haré un te e iré a mi cuarto, no te molesta, ¿verdad?—Dando vuelta explico y ella me sonríe con bondad antes de negar.

—Claro que no, mi niña. Les explicaré a los demás del porqué de tu ausencia, sé que entenderán—yo asiento y observo la bandeja en la isla con cinco mini potes que contienen helado.

—Perdona, te hice servir de más—ella ríe levemente y niega.

—Tranquila, de seguro y alguien quiere segunda ración—yo sonrío levemente ante el positivismo que irradia—. Tú ve y descansa—pide besando mi mejilla y tomando la bandeja para luego desaparecer tras la puerta.

    Me quedo allí, aún por el lavado mientras observo el suelo y siento las grietas de mi corazón agrandarse lentamente. Un suspiro se escapa de mis labios al igual que algunas lágrimas, me siento tan perdida y sola, tan fría. Quisiera desaparecer.


    En la seguridad de mi cuarto intento distraerme viendo alguna serie o película, para mi sorpresa funciona y me encuentro metida en la historia y los personajes. Se nota fácil dejarme llevar. Y por alguna razón pienso en mi padre. Es como el comienzo de una película vieja en blanco y negro de mala calidad. Su recuerdo es borroso y apenas puedo reconstruir su rostro. Pero su sonrisa...

    Su sonrisa se me hizo inolvidable por lo que la inmortalicé, ahora se encuentra vívidamente entre mis memorias más preciadas. Dentro de mi palacio de la memoria.

    Recuerdo que era amable y risueño, el sonido de su risa era lo más contagioso que existiera y su tacto era tranquilizante. Muy diferente al de mi madre, su tacto me hacía cosquillas y me dejaba con una sensación de felicidad. En ocasiones me encuentro extrañándolo, a diferencia de Len que lo odia por habernos abandonado yo no lo hago, fue hace mucho, antes de que tengamos consciencia siquiera. Y la idea de olvidarle por completo me aterra, porque si lo hago es como si estuviera dejándolo morir.

    Dejando morir el recuerdo de mi padre. Tal vez era un incomprendido como yo, tal vez encontró refugio alejándose, tal vez abandonarnos fue la única salida que habrá encontrado.

    Solo, tal vez.



Bajo el agua.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora