trece

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    Éstos últimos días se me está dificultando respirar...

    Ver a mamá y Rin armar el árbol de Navidad y decorar la casa instala una sensación de incomodidad y malestar en mi estómago, tanto que termino subiendo las escaleras y vomitando en el baño. Me rehúso a llorar por ésto, por la calidez y el confort que parece instalarse en el aire, pero me costará acostumbrarme a ello cuando siento algunas piezas faltantes en el tablero.

     Lily intenta arreglar las cosas con Hiyama, pero al parecer no resultan porque una noche mientras me desvelo en una vergonzosa maratón de películas navideñas la escucho discutir desde el piso de arriba, al parecer le había llamado pero las cosas no funcionaron y muy dentro mío algo me dice que él no va a regresar. 

     Los cambios siempre dolerán y abrirán el agujero en mi pecho aún más.



      El aroma a galletas es lo que me despierta, somnoliento y perezoso bajo las escaleras, el frío de la madera bajo la planta de mis pies me hace estremecerme un poco mientras sigo el aroma a canela y chocolate hasta la cocina. Es desconcertante ver a Rin con un delantal en la cocina, decorando con glaseado galletas navideñas con diferentes formas, con su lengua entre sus dientes y un ceño fruncido lleno de concentración en su rostro.

     Adorable...

—Oh, buen día—saluda animadamente, yo asiento mientras miro al suelo, Vincent se acerca a mis piernas y me da mimos, es extraño, aún no logro acostumbrarme.

—¿Y mamá?—Pregunto mientras me agacho y acaricio al felino, Vincent se nota feliz con la atención mientras cierra sus ojos, se sienta y comienza a ronronear mientras le rasco debajo de la barbilla.

—Ha salido a comprar algunas cosas—cuenta y yo asiento lentamente, mirando al felino quien parece disfrutar de mis mimos—. Deberías abrigarte más—regaña y yo me observo, notando mis pantalón negro de chándal holgado y mi remera blanca manga cortas.

—Sí, debería...—acepto con resignación mientras dejo de dar caricias a Vincent, quien parece quejarse con la mirada y me levanto, mirando la sala de estar con cuidado y notando algo que no pertenece allí—. ¿Y esa bufanda?

—Yuma se lo ha dejado antes—explica mientras se limpia un poco de sudor que había en su frente con su ante brazo, observando las galletas decoradas minuciosamente. 

—¿Vino aquí?—Cuestiono, esperando que mi disgusto no se note demasiado, a juzgar por la mirada de Rin lo ha notado.

—Sip, se ha ido minutos antes de que despertaras—explica y yo observo por la ventana de la cocina el día lluvioso con recelo.

—Un momento, ¿qué hora es?—Cuestiono mientras miro el reloj de aguja colgado en la pared de la sala de estar.

—Están por ser las dos—responde y yo suspiro mientras refriego mi rostro con cansancio, antes de ir a mi habitación a ducharme me giro a contemplar a Rin.

—No me gusta Yuma—le digo, como si le estuviera contando un secreto, ella enarca una ceja mientras parece que quiere sonreír, o reírse, no lo sé.

—Lo he notado—susurra con diversión, yo resoplo, sintiéndome algo tonto.

—Bueno...

—Tampoco me gustaba Teto—suelta antes de que me dirija a las escaleras, sorprendiéndome por un instante me giro a verle con una sonrisa honesta.

—Lo había notado.



    Me quedo encerrado en mi habitación luego de mi ducha, leyendo un poco y distrayéndome con cualquier cosa, desde música hasta buscar películas nuevas. Mi madre incluso pasa a verme antes de decirme que dormirá un poco, luce cansada y ojerosa, por lo que le deseo un buen sueño reparador, ella me sonríe dulcemente antes de irse de mi habitación. Yo me quedo acostado en mi cama, con la laptop encendida mientras me dispongo a jugar algo de League of Legends cuando suena el timbre, confundido de que Rin no responde lo hago yo.

Bajo el agua.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora