s e i s

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    ¿Cómo distanciarse?

    He estado dándole vueltas a ésto desde hace tanto tiempo, y todos mis métodos usados no han servido. Para distanciarse de aquello que uno tanto ama pero a la vez daña debes tener un gran conocimiento acerca de los posibles escenarios que podrían ser desencadenados debido a cada decisión tomada. 

   Por ejemplo, si decidimos ser crudamente insensibles y alejarnos sin más explicaciones de esa persona probablemente quede afectada y herida, tal vez no era lo que querías pero es inevitable que el alejamiento no provoque tales sensaciones. Somos humanos y eso nos convierte en personas frágiles y vulnerables, a todos, sin excusa. Yo ya lo he probado y no solo lo he lastimado, también me he lastimado debido a eso, la abstinencia de la separación es dura y uno debe tener una voluntad de hierro para no retractarse de lo ya hecho.

     Una voluntad que no tuve.

    Lastimosamente, camino que decida todos conllevan al mismo resultado, alguien resulta dañado sin excepción. Aquel pensamiento me resulta aborrecible, ¿por qué no todos podemos ser felices? ¿Por qué uno debe terminar sufriendo al final? Y aunque el sufrimiento no sea eterno esos pocos momentos que duran parecen querer asfixiarte y sofocarte, esos pocos momentos se vuelven eternos. Si me alejo, lo hiero; si me quedo cerca, me resulta imposible seguir fingiendo; si quedo en un punto medio entre ambos solo aplazo el tiempo en que uno de los dos resultará lastimado. Y aunque él no tenga los mismos sentimientos que yo posee otros, posee el cariño y afección, protección y un tipo de amor muy diferente al mío, uno más puro e inocente. 

    La respuesta para mí es dañarme, si lo hago, podré salvarlo a él.


—¿Sabes cómo te conocí?—De la nada Yuma me pregunta, yo le miro extrañada mientras sigo hurgando en sus cosas como la curiosa que soy.

    ¿Dónde esconderá sus revistas porno?

—En la biblioteca, duh—es todo lo que respondo de forma obvia mientras observo su tocador, porque sí, Yuma tiene tocador.

—En realidad sí, pero ya lo hacía desde antes. Te he estado observando desde tanto tiempo—él relata y algo sorprendida me giro a contemplarle, está tirado en su cama boca arriba y con la vista al techo, se nota pensativo.

—¿Y por qué nunca me hablaste? Es lo que una persona normal haría al interesarse por otra, creo que lo llaman socializar—explico y me enredo un poco, él se ríe para mi disgusto.

—Pero tú y yo no somos normales, además, ¿me ves del tipo qué socializa mucho?—Cuestiona mientras se sienta y me observa, es un chico tan astuto y hábil.

    Ah, casi hasta parece que estoy interesándome en él.

—Podrías hacerlo, pero no quieres, aún así tienes dos amigos, Piko y Akaito, lo que basta para no levantar sospechas de que en realidad eres un completo asocial. Lo que me lleva a que quizás odies a las personas, o simplemente te parezcan aburridas—psicoanalizo mientras me siento en la esquina de su cama, no tan lejos, pero tampoco tan cerca. Sus ojos mieles parecen brillar de emoción.

    Al fin ha encontrado a alguien a su altura... o quizás una muñeca con la cuál jugar.

—Veo que también observabas—susurra algo embelesado y yo prefiero mirar su ventana, pequeñas gotas se deslizan por su cristal empañado—. Te conocí al leer tu blog—él confiesa y yo siento algo removerse en mi estómago.

—De alguna manera lo intuía, nadie podría conocerme tan bien solo observando, se confundirían—murmuro mientras sigo contemplando el clima a través de su ventana.

Bajo el agua.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora