Capítulo 8

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NARRA LUCÍA:

En el mismo instante en el que salimos de la comunidad y dejamos a José solo, me invadió una horrible sensación de tristeza y soledad que me mantuvo ausente hasta que llegamos al punto donde nos resguardaríamos durante la noche. En el momento que abandonamos el vehículo para preparar la lumbre, hablé con los demás muy seria.

- Tenemos que regresar a por él ya.

- No, Lucía - respondió tajante Juanma -. Ya has oído el plan. Debemos ir por la mañana.

- ¿Y si él ya no está vivo por la mañana?

- Habrá que seguir. Seguro que le gustaría que lo hicieras así si muere.

- Yo no pienso dejarle en la estacada como queréis hacer vosotros.

Me di la vuelta enfadada y me metí en el camión con la intención de volver a por José, pero me vi incapaz de hacerlo. De pronto, Juanma entró allí y apoyó su mano en mi hombro.

- Sé lo que te pasa.

- Tú qué vas a saber.

- Yo también creo que el plan de José es una mierda, pero ha sido la única forma de poder escapar de ese puto infierno.

- Pero José y mi madre están solos allí.

- Yo confío en que sabrán apañárselas hasta que lleguemos mañana por la mañana.

- Sí.

Salimos con los demás y traté de no pensar demasiado en mis seres queridos hasta que al final decidimos irnos a dormir.

A la mañana siguiente salimos para recoger todo bien temprano y regresamos con cautela al que había llegado a ser nuestro hogar con cierto miedo por lo que hubiera podido pasarles a José y mi madre. Traspasamos las puertas y nos encontramos con todo tranquilo, demasiado.

- Bien - comenzó Juanma -, iremos Lucía y yo. óscar, mantén el camión listo por si hay que salir por patas.

- De acuerdo.

En el momento que íbamos a salir del vehículo, miré a nuestro amigo y él me sonrió nervioso: sabía que nada iba bien en aquel maldito lugar. El recorrido hasta el edificio fue fácil, por lo que nos pusimos en guardia y entramos con las armas en alto, apuntando a cada lado cada vez que superábamos un recodo de cualquier pasillo o habitación. No se oía ni un solo ruido aparte del viento en el exterior, lo cual hizo que mi preocupación aumentara a cada instante.

- Algova muy mal, Juanma.

- Lo sé. José ya nos habría hecho una señal o habría contactado por radio.

- Subamos directamente arriba.

- ¿Cómo sabes que puede estar allí?

- Si se puso como francotirador, la posición más elevada posible le vino de perlas.

- Bien, quédate detrás mío.

Fuimos subiendo con rapidez y cierta cautela hasta el último piso, en el que nos separamos, tocándome a mí ir por el ala este.Lo recorrí de cabo a rabo sin encontrar nada, pero al llegar a la puerta de la que había sido la enfermería secundaria de la colonia, escuché ruidos dentro, por lo que fui a buscar a mi amigo y le llevé allí con rapidez. Abrimos la puerta lentamente y allí encontramos a mi novio totalmente demacrado, sin camiseta y un hombro malamente vendado y empapado en sangre. A su lado había un montón de cadáveres entre los cuales encontrá, con cierta tristeza, a mi madre, pero lo primero que hice fue lanzarme sobre José.

- ¿Qué es lo que te ha pasado? - mi voz reflejaba la preocupación que sentía a la perfección.

- Esos hijos de puta tenían un franco que mató a tu madre y me hirió el hombro. Como pude, me curé.

- Muy bien no te curaste - respondió Juanma -. Vas a morir como sigas así.

Le ayudó a levantarse y los tres juntos bajamos hasta el vehículo, donde, nada más llegar, nos dispararon desde las casas que nos rodeaban. Salimos de allí lo más rápido que pudimos y acabamos deteniéndonos en el pueblo de Valdemorillo, donde le quité las vendas para cambiárselas por otras limpias.

- Creí que estabas muerto - le dije cuando estuvimos solos.

- Claro. ¿Crees que yo soy tan fácil de matar?

- Eran demasiados y entraban muchos zombies.

- Lo sé.

Se quedó mirando al infinito muy serio y yo le abracé con fuerza, provocando que me mirara a los ojos pero sin que estos perdieran su ausencia.

- ¿En qué piensas?

- En que te he fallado.

- A qué te refieres.

- Tu madre murió por mi culpa.

- Eso no es verdad.

- Sí que lo es. Me quedé con ella para protegerla mientras os ayudaba y mira qué le ha ocurrido.

- Ninguno sabía que allí había un francotirador... no pudiste hacer nada por ella.

- ¿Y tú? ¿Crees que no me importa que ahora no tengas padres? - Su tono iba aumentando a la vez que su ira interna.

- Tú tampoco los tienes y no pasa nada.

- Yo soy yo. Punto. Tú no te merecías esto.

Me levanté asustada cuando oí a Juanma acercarse quejándose, pero en realidad no era nada.

- De qué te quejas ahora - preguntó mi novio.

- De la mierda en la que te has convertido, que ya no pareces el mismo.

- Dame unos días y me verás igual que antes.

- Mientras no tengamos que seguir cargando contigo...

Los dos se rieron y Juanma le ayudó a volver al camión mientras yo no podía evitar reírme por la imagen que tenía enfrente en ese momento. Le sentó con cuidado y yo me puse a su lado a la vez que Juanma iba al asiento del copiloto junto a Óscar y reemprendíamos la marcha.

MUNDO INFERNALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora