Capítulo 9

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Estuvimos en marcha por la carretera M-600 hasta que se hizo de noche y nos detuvimos cerca del pico de Peñalara para hablar sobre los próximos pasos que daríamos en adelante. Sentados ante una fogata, comenzamos a hablar.

- Creo que deberíamos seguir hacia el norte - propuso Óscar -. Seguro que en Francia no ha habido tanto impacto como aquí.

- Imposible - intervine -. Según oí decir a mi suegra, los muertos llegaron del norte.

- No me lo creo - dijo Lucía ciertamente enojada -. Debe tratarse de un virus extraño. Si no, ¿por qué los militares no pararon la horda? 

Ninguno respondió, por lo que fue un gran punto a su favor, pero lejos de su celebrada victoria, había un asunto que llamaba más mi atención. Me acerqué a Juanma, que estaba muy apartado de nosotros y apoyé mi mano en su hombro.

- ¿Qué pasa? Desde que me recogisteis del Escorial estás muy ausente.

- No sé qué cojones está pasando, José.

- Yo tampoco. No hace mucho, nuestra vida era normal, sin tener que luchar a cada instante. Teníamos nuestros sueños, como cualquier chaval de nuestra edad y ahora... Somos adultos a la fuerza. ¿Por qué ahora? Esa pregunta ronda mucho mi cabeza.

- Y a mí.

Los dos suspiramos a la vez, como si estuviéramos completamente compenetrados. De repente, Lucía apareció entre los dos, con gesto serio.

- Deberíamos parar a descansar esta noche - dijo.

- Sí - respondí con seriedad -. Nos quedaremos aquí y ya reanudaremos la marcha por la mañana.

Apagamos la lumbre y regresamos todos al vehículo. Cada uno se puso donde pudo y tratamos de conciliar un sueño que se nos hacía muy esquivo, sobre todo a mí.

Me desperté en mitad de la noche debido a que la imagen de cómo lograban derribar a mi suegra me perseguía sin cesar. Miré por el parabrisas, encontrándome con la luna llena reflejándose en todo aquello que su plateada e hipnótica luz bañaba. Salí al exterior, donde no había ningún zombi, pero un golpe en la parte trasera llamó mi atención. Fui allí y no encontré a nadie, hecho que me confundió, por lo que me tumbé en el suelo para mirar debajo del vehículo y fue entonces cuando me di cuenta de la trampa. Logré esquivar por poco el golpe de mi enemigo, pero en el momento que me disponía a levantarme, recibí un horrible culatazo que me dejó tumbado en el asfalto, observando impasible cómo él se metía en el vehículo y se lo llevaba, alejándome de todo lo que me quedaba y sentenciándome a una muerte segura.

- Lucía... cuidado... - murmuré casi sin fuerzas.

Narra Lucía

Me levanté completamente sobresaltada al notar el extraño movimiento del vehículo. Cuando me di cuenta de que aún era de noche, me alerté aún más.

- ¿Qué ocurre? ¿Por qué estamos en movimiento durante la noche?

Al no recibir contestación, me acerqué al asiento del conductor y me horroricé al encontrar a un extraño al volante, lo que me hizo desenfundar mi arma y apuntarle a la cabeza.

- Detén el vehículo de inmediato.

Hizo caso omiso y sacó otra pistola con la que apuntó a Óscar, lo que me hizo retroceder y enfundar de nuevo la mía. En el exterior ya estaba amaneciendo y mientras el cielo se teñía de azul y la gran bola de fuego alumbraba todo, me embargaba una horrible tristeza al darme cuenta de que faltaba José.

Narra José

Cuando desperté me encontré rodeado de muertos y con el casco puesto, sin que los zombies intentaran morderme,  como si no me detectaran. En ese momento me di cuenta de lo que ocurría: Las muestras que recogí en el Escorial me hacían invisible ante ellos. Me levanté y corrí hacia el guardarrail en donde, nada más alcanzarlo, salté y acabé cayendo por la ladera, rodando como un balón, golpeándome contra arbustos y rocas hasta llegar al fondo, donde me quedé tumbado boca arriba, mirando al cielo, resoplando con insistencia y nerviosismo.

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⏰ Última actualización: Sep 14, 2018 ⏰

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