Parte 17

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Sofía

Sentada en una pequeña cafetería, esperando a mí querido acompañante escucho el replicar de las campanas, cuantos recuerdos me trae ese simple sonido, no obstante la vida continua y siempre es bueno enfrentarla con las mejores de las sonrisas, el tiempo ayuda a sobrellevar ciertas situaciones, a mantener los sentimientos por alguien como un bonito recuerdo, a probarte a ti misma lo fuerte que puedes llegar a ser y a ganar la experiencia necesaria hasta de las huidas, pienso que estoy más que preparada para ver a mi familia principalmente a Hugo o eso creo, el momento del emotivo reencuentro puede que no esté muy lejos, pero ahora me concentrare en mi carrera, el camarero deja una taza de chocolate caliente con una pequeña bandeja que contiene tres croissants, un desayuno perfecto en una cálida mañana pienso que nada malo puede irrumpir mi tranquilidad.

—Señorita podría sentarme a su lado— esa voz sin lugar a dudas es él, volteo el rostro, me quedo pasmada incapaz de pronunciar palabra la única reacción que tengo es la sorpresa en mis ojos, no me lo creo, analizo su aspecto tras el paso de los años pero sigue siendo el mismo con esa sonrisa encantadora, traviesa y cínica, aun así oprime mi corazón con un impacto increíble, como puedo recobro la compostura y afirmo con un gesto.

—Cuanto tiempo— menciona acomodándose en la mesa.

—Siete años— susurro con voz apagada, sin establecer aun el contacto visual, adiós a todo mi monologo sobre la tranquilidad.

—Es verdad— da un sorbo a su bebida... —Y dime como te ha ido— dirige su mirada en mi dirección, al percatarme me encuentro directamente con sus ojos, esos que me atrapan y regresan al pasado como si todo se tratase de un sueño, respiro, mantengo la calma y contesto con dulzura.

—Todo bien, tuve tiempo de sobra para centrarme en los estudios y ahora estoy en mi último año de internado.

—Así que serás médico.

—Si las cosas resultan bien, así será— involuntariamente esbozo una sonrisa que lo desorienta unos cuantos segundos, los necesarios para lograr un efecto de incomodidad.

—Y cuando regresaste— pregunta para mantener un hilo de conversación, miro el reloj y respondo.

—Hace veinte minutos con exactitud— suelto otra sonrisa pero esta vez para aligerar el ambiente, tengo la necesidad de preguntarle que ha sido de su vida en estos años, que tal va su matrimonio, antes de regresar me había preparado mentalmente para este encuentro, incluso minutos atrás estaba pensando en cómo sería mi reacción pero ahora descubro cuán difícil se me hace pronunciar aquellas frases, actuar tan natural... al parecer es consciente de mi malestar por lo que desvía la conversación a banalidades tratando de obviar el espinoso tema que no terminamos de aclarar, tras pasar varios minutos observa su reloj antes de levantarse.

—Me dio mucho gusto verte— hace una reverencia tomando mi mano entre las suyas... —Y sabes algo, sigues igual de hermosa— con un suave beso en mis nudillos se despide dejándome solo con la sensación que me provoca su sonrisa, sus actos, lo miro atravesar la puerta que por impulso me levanto y sigo sus pasos con miles de palabras atoradas aun en mi pecho, quiero alcanzarlo y abrazarlo por última vez, decirle lo que he guardado todos estos años pero no puedo, ni bien salgo del local al final de la cuadra la imagen de una pequeña niña corriendo a sus brazos seguida de mi preciada hermana me detienen, sin lugar a dudas todo un cuadro familiar lleno de sonrisas, la pequeña tendrá a lo mucho tres años de edad y es idéntica a él con la única diferencia en sus ojos que son iguales a los de Amber... que me pasó por la mente al salir corriendo tras él, seguro fue la impresión del momento que no se acercaba a lo que me había imaginado además las decisiones que tomamos no podemos borrarlas.

Es más que un cariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora