5. La última canción de amor.

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Sinopsis: ¿Si fueses a morir mañana, que harías hoy? / Mini One Shot.

Advertencias: drama, OoC, AU.

Personajes: Lawliet y Light.


¿Si fueses a morir mañana, que harías hoy?

Elle tenía claro que su último día en la tierra sería un regalo para el chico con los ojos más bonitos que había visto nunca. A pesar de su artificial brillo. A pesar de que realmente su mirada era vacía. A pesar, sobre todo, de que no eran reales.

Lawliet podría afirmar con total rotundidad que jamás se había enamorado de verdad. Sus encuentros sexuales eran fugaces, simples amantes de una sola noche que solo servían para calentar sus sábanas durante unas cuantas horas. Nunca antes sintió las famosas mariposas en el estómago, ni aquello de lo que todo el mundo hablaba y que movía el mundo como un poderoso huracán. El amor era fascinante, y Elle lo comprobó cuando ya era demasiado tarde.

Solía visitar a menudo el Blue Sky, aquel bar situado en un callejón de Tokio, en el interior de un Japón sucio y corrupto cuyas entrañas parecían engullir a sus habitantes día tras día. Entre tanto gris, delincuencia y pecado, encontró la luz de la esperanza.

Él estaba tras la barra, con una enorme sonrisa mientras el dueño del bar lo ayudaba a colocar las numerosas botellas de alcohol que llenaban los vasos noche tras noche. Ni siquiera fue capaz de apartar la mirada, embelesado por como la perfección parecía tener un nombre real.

Light, se llamaba. Un chico de rostro pulcro, con una sonrisa tan deslumbrante que incluso los hombres de mala intención se lo pensaban dos veces a la hora de llevar a cabo una actitud hostil contra él. Se ganó a muchos clientes con los que reía, a los que les dedicaba valiosos minutos de su tiempo para agradarles el oído con esas palabras que toda persona triste quiere escuchar. ¿Elle Lawliet iba a ser menos que ellos? Nada más lejos de la realidad.

Congeniaron de inmediato, como si ambos hubiesen nacido para ser parte de un todo. El chico le hizo muchas preguntas, interesado en por qué un hombre que parecía ser importante perdía el tiempo en un bar triste como ese, que servía como refugio para el pesar más humano.

―He cometido un grave error ― contestó, incapaz de guardar silencio ante el escrutinio al que lo estaban sometiendo aquellos ojos color miel ―. Me queda poco tiempo por aquí.

Nunca llegó a contarle mucho más. Decir en voz alta que lo habían condenado a muerte lo asustaba. Allí siempre se sintió bien, fingiendo que era un hombre normal al que le agradaba beber de vez en cuando, soñando y anhelando la familia que nunca tuvo.

Nada importó cuando Light le acarició el dorso de la mano y le prometió que todo iría bien. Que si necesitaba refugio podría encontrarlo a su lado.


Y allí estaba. Frente a la entrada del Blue Sky mientras dos policías lo seguían de cerca. Temían que se fugase; lo que no sabían era que Elle había aceptado su destino meses atrás. Pero no podía simplemente desaparecer el mundo sin ver una vez más a Light.

No tardó mucho en localizarlo. Siempre estaba en el mismo lugar, sonriendo y saludando a varios clientes que parecían perder la cabeza a su lado. Tampoco podía culparlos, pues Light era el prototipo perfecto.

―¡Elle!

Cuanto iba a echar de menos su voz. ¿El cielo, el infierno...? Daba igual cuando sabía que se había grabado a fuego en lo más profundo de su ser.

―Hola Light ―dijo, sentándose frente a la barra y pidiéndole un martini seco ―. ¿Qué tal tu noche?

―Estaba un poco triste. Ya pensé que no vendrías ― sonriendo, apoyó los codos en la barra tras dejar frente al moreno la copa que había pedido.

Le quitó importancia, rozando con los dedos el dorso de la mano del castaño. Irse del mundo sin ser testigo de como le sentaría un rubor en las mejillas, tenía que ser un horrible castigo.

―¿Mañana vendrás? ― preguntó con inocencia, enlazando sus manos a las de Lawliet ―. Dicen que es mi cumpleaños. ¡Pero ellos siempre se inventan esas cosas para celebrar una fiesta!

―No lo sé ― se sinceró. Extendió la mano, apartándole un mechón de cabello de la frente. Adoraba su piel aunque no fuese extremadamente suave; a Elle no le habría importado abarcarla con los dedos para comprobar si podía llegar a notar el temblor que sentía a su lado.

Descendió con el pulgar hasta rozar el suave brillo en sus labios, apretando la mandíbula al sentir un anhelo desesperado. ¿Cómo había podido enamorarse tanto de Light?

―Light, me gustaría que... bailases conmigo esta noche.

―Claro que si, Elle ― respondió, encantado con su petición. Era una de las cosas que más le gustaban y lo hacían sentir especial, pues Light no bailaba con nadie más.

Ni siquiera importó que estuviesen rodeados de gente o que el ambiente no fuese realmente romántico en sí mismo. Lawliet solo quería disfrutar de Light una última noche.

Dejó que el castañose abrazase a él, apoyando el rostro ladeado en su pecho y sonriendo cuando escuchó el latir de su corazón.

―Está desbocado, Elle. Late muy deprisa ― susurró, suspirando cuando el moreno le rodeó la espalda con los brazos, amando cada segundo.

―Por ti. Mi corazón está loco por ti.

―Ojalá yo tuviese corazón, Elle. Creo que también estaría loco por ti ― dijo, poniendo todas sus esperanzas en algo así.

Como odió Elle Lawliet ser humano. Como quiso gritar de rabia porque el chico que tenía ante él solo era uno de los muchos prototipos robóticos que vivían en aquel Japón avanzado, demasiado irreal incluso para él mismo.

Light lo miró a los ojos, con una gran sonrisa. Sus delicados dedos le acariciaron el cabello mientras sus cuerpos se movían despacio de un lado a otro, escuchando la que seguramente sería la última canción de amor para Elle Lawliet.

One - Shots (Death Note)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora