One - Shots (Death Note)

3. Reunión de amigos.

♦ Sinopsis: Light ha recibido una invitación muy especial. Debe coger un vuelo que lo lleve a Chicago, la ciudad que lo vio crecer hasta que se largó con una maleta bajo el brazo. ¿Lo mejor de aquel inesperado viaje? Que va a reunirse con sus amigos de la infancia, esos bastardos niños de papá que significaron tanto para él. Sobre todo, cierto moreno ojeroso con el que tuvo algo más que simples abrazos. ¿Qué tal suena... una reunión de amigos?

♦ Advertencias: lemon, AU, OoC.

♦ Personajes: Light, Lawliet, Mello, Matt, Near y Beyond.

Se plantó frente a él, como un maldito monstruo grotesco que alzaba los brazos buscando provocarlo; deseando excitar a ese bonito muchacho al que conoció en un motel de mala muerte, en la carretera número 32 que se unía a la interestatal de Chicago.

Pese a todo, Damien no consiguió su objetivo. Por un momento tuvo ganas de partirle la cara a Light Yagami, que orgulloso e indiferente (muy típico de él), se ponía en pie tras haber sido arrojado al suelo. A Light le dolía el pómulo izquierdo, resultado del terrible puñetazo que su novio le había asestado con aquel gancho de derecha que tan entrenado tenía.

―¡Maldita puta desagradecida! ― bramó, escupiendo sin importarle nada el manchar su caro y lujoso suelo de linóleo color gris ―. ¡Yo soy todo lo que tienes! ¿Crees que voy a dejarte coger un avión para volver a Chicago? No. De eso ni hablar. Tú te quedas aquí, conmigo.

Dio dos pasos hacia él, apretando los dientes ante la burla del japonés. Light no tenía miedo de Damien, porque desde que iniciaron su relación sabía perfectamente a que se estaba enfrentando. Incluso él mismo tuvo algo de culpa por buscar el dolor en una persona como el francés; pintor y artista de renombre que ante la prensa era encantador y cariñoso. En casa, se convertía en algo muy diferente.

―Te diré lo que voy a hacer, pedazo de bestia. Voy a hacer la maleta y tomar un vuelo con destino a casa ― extendió ante él la invitación que había llegado por correo hacía tan solo dos días, directa desde Chicago―. Asistiré a la boda de Mail Jeevas y luego volveré y podremos seguir esta discusión. ¿Te parece? Ahora, aparta.

Pero el francés no se daba por vencido. Oh, claro que no. Su Light haría lo que a él le viniese en gana, y si tenía que golpearlo lo haría. No le importaba cuando sabía que eso lo excitaba y que se odiaba tanto así mismo que un par de azotes no serían gran cosa. Lo sujetó con brusquedad del cuello, apretando los dedos alrededor de aquella carne blanda y pálida.

―Ni si quiera me creo que vayas a una boda. ¿A quién crees que engañas? Sé de buena tinta que clase de amigos tienes. Son niños de papá que no saben nada de la vida.

Light intentó no tener miedo; apretó los dientes y el agarre de su novio con sus propias manos, pegándole una fuerte patada en las pelotas que hizo que retrocediese con un sonido gutural y doloroso, llevándose las manos a la entrepierna. Apartándose el cabello de la frente e intentando tomar aire se echó a un lado y fue rápido a por su maleta, sin pararse a pensar que metía en el equipaje y que no.

Era una situación absurda si se detenía a escuchar como Damien aullaba de dolor en el suelo de la sala mientras él no dejaba de pensar en que el bastardo de Jeevas iba a casarse. ¡Y con una mujer! ¿Quién lo habría dicho cuando que recordase, Keehl y él eran buenos amigos? De esos a los que les haces una mamada cuando apetece.

―Puta... de mierda... ― gimió el francés, arrastrándose por el suelo como una maldita hormiga. Curioso cuando medía mas de un metro setenta y tenía un cuerpo fornido y fuerte. Con el recogido deshecho del cabello rubio y los ojos verdes llenos de furia ―. Ni se te... ocurra volver aquí. Quédate con tu familia, esa que... te odia.