Capítulo 21

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P.O.V Camila

Lo siento padre, no pensé que hoy iba a haber tan poco tráfico — todos los malditos días hay mal tráfico, y hoy le da por no haber, muy bien Camila, es hora de bañarte con ruda porque a este paso, vas a ser la personificación viva de la mala suerte.
—Que te he dicho niña sobre que me llames padre, tu ya sabes que me da asco escuchar esas palabras de tu boca —dice mi padre, sin despegar la vista del periódico, se me había olvidado la maldita regla de solo llamarle padre cuando hubieran otras personas ajenas a la "familia", la costumbre se ha perdido, hace casi dos años que me mudé de esta casa.
—Perdón Anton, se me había olvidado —digo, aún parada estática a la entrada de la sala, ni siquiera se ha volteando a verme mi papá.
—Deja de pedir perdón es molesto —comenta mi padre sin despegar la vista de su periodico— ¿Qué haces ahí parada?, no ves que me irrita tu presencia, vete a tu cuarto, y no bajes hasta que te llame,entre menos te vea, mejor controlare la repulsión que te tengo. —dice Anton, yo solo me marcho de la sala, y puedo escuchar las risas de mis hermanastras, ignoro sus aullidos porque eso parecen sus risas, y subo hasta mi cuarto, que queda en el tercer piso. Hoy doy gracias a Dios por ser de esas mujeres que no se complican y empacan cualquier cosa. Subo lo más rápido posible, y para mi  no sorpresa, encuentro mi antiguo cuarto lleno de polvo, con las paredes rayadas, los muebles ya no están, y tan solo cuento con mi antigua cama.

Sacudo la cama, y me recuesto un rato, en verdad estoy muy cansada, no he podido conciliar el sueño por culpa de las pesadillas, y además mi apetito también se ha visto afectado. Espero que cuando salga de esta reunión "familiar" mi lobo feroz regrese, para  poder devorar mi cuarto rojo del placer alias la cocina. Bueno si es que queda algo, después de la fiesta que va a realizar Nat.

No sé qué regalarle a Nat. Un collar, tal vez una camisa, o un perro. No, un perro no, ya tiene suficiente con Hunter. Pienso y pienso pero nada se me ocurre, debí traerme a Derek para que me ayudará a escoger algo, el es muy bueno para eso, pero si lo hubiera traído, primero Emma y Sofia lo estarían acosando y hasta intentarían lo imposible, hacer que a Derek  le interesen lo que no tienen los hombres. Y segundo, Derek ya se habría agarrado con Anton.
No estoy exagerando, si digo esto es porque eso ocurrió la primera y única vez que traje a Derek a casa.
Cómo mis intentos de decidir qué regalarle a Nat son fallidos, decido pedirle ayuda a Morfeo, ya saben dos cabezas piensas mejor que uno. No, esperen se supone que Morfeo es de género masculino, así que serían tres cabezas, aunque solo se piensa con una, porque con la otra se forma vida.

En fin siento como mis párpados se van cerrando poco a poco, y me dejó llevar por el sueño.

—Agarrate duro —dice Luke cargándome a caballito
—Vale Luki —digo, pasando mis brazos alrededor de su cara.
—Cami, si te cogieras de mi cuello, en vez de enterrar tus dedos en mis ojos sería mejor —dice Luke, por ende yo enredo mis brazos en su cuello. —Cami, yo te amo, pero estoy empezando a dudarlo de ti, primero me quieres dejar sin ojos, y luego me quieres asfixiar —comenta Luke, entrecortado, ya que lo tengo agarrado del cuello muy fuerte, por eso aliviano un poco mi agarré— mamá ya hay una nueva forma de matar a alguien, solo ponle que cargue a Camila a caballito, y el trabajo está hecho. —dice mi hermano, corriendo conmigo hacia donde mamá.
—Luke, no seas exagerado, sabes que Camila no confía mucho en ti, desde esa vez que te caiste con ella encima. —dice mamá, sonriendo por las tonterías de mi hermano.
—¡No fue para tanto! —grita mi hermano aún corriendo conmigo, y yo agarrandome fuertemente.
—Para ti, porque Cami salió a rodar como pelota, y se fracturó el brazo, o no te acuerdas de que te pasaste dibujando en su yeso, y pidiéndole perdón todos los días —dice mamá, frenando a Luke, y dándonos dos helados— ahora coman, porque ya es casi hora de irnos.
Cuando destape el helado, este salió rodando, muy bien Camila eres torpe desde tiempos inmemoriales.
Mi mamá y Luke se comenzaron a reír, mientras que yo empecé a llorar, haber a la edad de cinco años, el helado era mi más preciado tesoro.
Luke, se acercó a mí, me limpio las lágrimas, y me dió su helado.
—Ten chillona, tienes que aprender a no llorar por cualquier cosa hermanita —dice Luke dándome un beso en la frente, el es mucho más maduro, ya que tiene ocho años. Yo acepté gustosa su helado. —nada más no lo vayas a botar otra ...—iba a decir mi hermano, pero se frenó, cuando vio volar otra vez el helado hacia el suelo.—o los helados han tomado vida propia, o tú eres muy tonta.

Enséñame a dejar de ser mujeriego [PAUSADA TEMPORALMENTE] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora